En los momentos actuales en que se acrecienta la lucha ideológica de las fuerzas revolucionarias contra el imperialismo no es casual que aparezcan tendencias reaccionarias como el centrismo o la teoría de la tercera vía.
Hay quienes se han quejado de que en los últimos tiempos es excesivo la cantidad de materiales sobre el tema publicados en los llamados sitios oficiales; pero creo que obedece a que los revolucionarios han tomado la ofensiva en el combate cotidiano para explicar, esclarecer y hacer conciencia en la ciudadanía cubana acerca de la esencia y los objetivos de esa corriente política pagada y alentada por el imperialismo.
En el caso de Cuba
no es un fenómeno nuevo. Con las ideas socialistas que penetraron en la
isla en la década de 1880, se mezclaron concepciones incorrectas sobre
la forma de lucha que provocó una fuerte confusión ideológica.
En esta época, Carlos Baliño, realizó ingentes esfuerzos por divulgar entre los obreros emigrados en Estados Unidos las ideas del socialismo y por hacerles comprender que la lucha por la independencia debía ser una aspiración fundamental de la clase obrera.
José Martí en este período se convierte en líder indiscutible, por su avanzado pensamiento y actividad práctica a favor de la unidad de los cubanos para la lucha de liberación nacional. Recoge las banderas de Céspedes, Agramonte y de todos aquellos héroes que cayeron durante los diez años de guerra y lleva sus ideas revolucionarias a la más alta expresión.
Es conocido que la mayoría de la burguesía azucarera y elementos procedentes de las capas medias vinculados a esos intereses, le hicieron el juego a España integrando el Partido Liberal Autonomista con el objetivo de frenar la revolución inminente. Esta organización trataba de demostrar que la lucha por la independencia no era la única vía de que los pueblos pudieran ser libres, adoptando una postura contrarrevolucionaria. Al respecto Martí expresó:
“… lo poco que lleva Cuba de obtenido después del Zanjón, se debe más al miedo a los revolucionarios que a la súplica de los pacíficos […].” [1]
“… aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos lo demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importantes de hombres cautelosos, bastantes soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos.” [2]
Esos mismos elementos centristas fueron aliados inmediatos de la ocupación militar norteamericana en Cuba el 1ero de enero de 1899. Uno de sus representantes, Eliseo Giberga, que integró las filas autonomistas, diría en esos momentos:
“… La revolución separatista no fue más que un movimiento político que tenía un fin único; el de nuestra independencia poniendo término a la soberanía de España en Cuba. La revolución … no quiso alterar y reformar sino lo que fuera necesaria consecuencia de la extinción de la soberanía española y … han aparecido entre los revolucionarios, quienes amenazan con extender a otros fines las obras de la revolución … Y ante este propósito, los conservadores nos hemos levantado a combatirlo y a denunciarlo […].” [3]
Es importante conocer estos antecedentes para entender las características y cómo se manifiesta en la actualidad.
En julio de 2014 se celebró en Cartagena de Indias, Colombia, una cumbre de la Tercera Vía, con la participación del ex presidente estadounidense Bill Clinton, el ex primer ministro británico Tony Blair, el ex presidente del gobierno español Felipe González, los ex mandatarios de Chile Ricardo Lagos y de Brasil Fernando Henrique Cardoso y el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
En ese evento Santos destacó el lema que describe a este camino alterno al liberalismo y al comunismo: “El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”.
El diseño para su aplicación en Cuba tiene el sello made in USA. Entre sus principios están fomentar una clase media en Cuba que se separe de las mayorías; promover un sector no estatal sin el control del Estado de tal manera que cambie la actual estructura social; transitar por un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo que permita alcanzar un consenso entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, como si en las condiciones históricas de Cuba pudiera ocupar espacio una tercera posición; además, generar reformas socio políticas de corte burguesas y neoliberal.
Utilizan medios de comunicación que divulgan contenidos con un lenguaje que evita el enfrentamiento; pero que sin embargo atacan la institucionalidad de nuestro proceso revolucionario, presentan a Cuba como un modelo de socialismo fracasado donde el Estado anula la realización del individuo en la sociedad, manipulan los logros de la Revolución y lo alcanzado en materia de justicia social.
De la misma manera aprovechan vacíos informativos para provocar incertidumbre sobre determinados asuntos y recurren a temas que despiertan interés en la sociedad. También aprovechan como plataforma subversiva el incremento en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el acceso a la red de redes producido en nuestro país, que ha permitido que unos 4 millones de usuarios accedan a las redes sociales, a aplicaciones para móviles, a servicios en la red, a redes informales y realicen comercio electrónico.
Los ideólogos de esta corriente esgrimen un discurso desde supuestas posiciones revolucionarias y este va dirigido fundamentalmente hacia los sectores académico, intelectual y de la prensa.
Hoy más que nunca se impone continuar el debate, el intercambio de ideas y transmitir estos elementos al pueblo revolucionario, que es mayoría.
Vale recordar a Fidel cuando expresó en 1956:
“En el mismo lugar de oprobio y vergüenza debieran escribirse un día los nombres de quienes estorban la tarea de libertar a su patria como los de quienes la oprimen. En Cuba hay, desdichadamente, muchos que hasta hoy no han hecho absolutamente nada por redimirla de la tiranía y, sin embargo, han estorbado todo lo posible. Lo sabemos muy bien quienes desde hace varios años no hemos descansado un minuto en el cumplimiento áspero y duro del deber […].” [4]
[1] José Martí: “Carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero”, 1886, en Obras Completas, t 1, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p.191-192.
[2] José Martí: “Al General Máximo Gómez”, Nueva York, 26 de julio de 1882, en Obras Completas, ed. Cit. t.1, p.169.
[3] Eliseo Giberga: “Discursos parlamentarios”, en Obras, t. III, Imprenta y Papelería Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1930, p.523.
En esta época, Carlos Baliño, realizó ingentes esfuerzos por divulgar entre los obreros emigrados en Estados Unidos las ideas del socialismo y por hacerles comprender que la lucha por la independencia debía ser una aspiración fundamental de la clase obrera.
José Martí en este período se convierte en líder indiscutible, por su avanzado pensamiento y actividad práctica a favor de la unidad de los cubanos para la lucha de liberación nacional. Recoge las banderas de Céspedes, Agramonte y de todos aquellos héroes que cayeron durante los diez años de guerra y lleva sus ideas revolucionarias a la más alta expresión.
Es conocido que la mayoría de la burguesía azucarera y elementos procedentes de las capas medias vinculados a esos intereses, le hicieron el juego a España integrando el Partido Liberal Autonomista con el objetivo de frenar la revolución inminente. Esta organización trataba de demostrar que la lucha por la independencia no era la única vía de que los pueblos pudieran ser libres, adoptando una postura contrarrevolucionaria. Al respecto Martí expresó:
“… lo poco que lleva Cuba de obtenido después del Zanjón, se debe más al miedo a los revolucionarios que a la súplica de los pacíficos […].” [1]
“… aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos lo demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importantes de hombres cautelosos, bastantes soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos.” [2]
Esos mismos elementos centristas fueron aliados inmediatos de la ocupación militar norteamericana en Cuba el 1ero de enero de 1899. Uno de sus representantes, Eliseo Giberga, que integró las filas autonomistas, diría en esos momentos:
“… La revolución separatista no fue más que un movimiento político que tenía un fin único; el de nuestra independencia poniendo término a la soberanía de España en Cuba. La revolución … no quiso alterar y reformar sino lo que fuera necesaria consecuencia de la extinción de la soberanía española y … han aparecido entre los revolucionarios, quienes amenazan con extender a otros fines las obras de la revolución … Y ante este propósito, los conservadores nos hemos levantado a combatirlo y a denunciarlo […].” [3]
Es importante conocer estos antecedentes para entender las características y cómo se manifiesta en la actualidad.
En julio de 2014 se celebró en Cartagena de Indias, Colombia, una cumbre de la Tercera Vía, con la participación del ex presidente estadounidense Bill Clinton, el ex primer ministro británico Tony Blair, el ex presidente del gobierno español Felipe González, los ex mandatarios de Chile Ricardo Lagos y de Brasil Fernando Henrique Cardoso y el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
En ese evento Santos destacó el lema que describe a este camino alterno al liberalismo y al comunismo: “El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”.
El diseño para su aplicación en Cuba tiene el sello made in USA. Entre sus principios están fomentar una clase media en Cuba que se separe de las mayorías; promover un sector no estatal sin el control del Estado de tal manera que cambie la actual estructura social; transitar por un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo que permita alcanzar un consenso entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, como si en las condiciones históricas de Cuba pudiera ocupar espacio una tercera posición; además, generar reformas socio políticas de corte burguesas y neoliberal.
Utilizan medios de comunicación que divulgan contenidos con un lenguaje que evita el enfrentamiento; pero que sin embargo atacan la institucionalidad de nuestro proceso revolucionario, presentan a Cuba como un modelo de socialismo fracasado donde el Estado anula la realización del individuo en la sociedad, manipulan los logros de la Revolución y lo alcanzado en materia de justicia social.
De la misma manera aprovechan vacíos informativos para provocar incertidumbre sobre determinados asuntos y recurren a temas que despiertan interés en la sociedad. También aprovechan como plataforma subversiva el incremento en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el acceso a la red de redes producido en nuestro país, que ha permitido que unos 4 millones de usuarios accedan a las redes sociales, a aplicaciones para móviles, a servicios en la red, a redes informales y realicen comercio electrónico.
Los ideólogos de esta corriente esgrimen un discurso desde supuestas posiciones revolucionarias y este va dirigido fundamentalmente hacia los sectores académico, intelectual y de la prensa.
Hoy más que nunca se impone continuar el debate, el intercambio de ideas y transmitir estos elementos al pueblo revolucionario, que es mayoría.
Vale recordar a Fidel cuando expresó en 1956:
“En el mismo lugar de oprobio y vergüenza debieran escribirse un día los nombres de quienes estorban la tarea de libertar a su patria como los de quienes la oprimen. En Cuba hay, desdichadamente, muchos que hasta hoy no han hecho absolutamente nada por redimirla de la tiranía y, sin embargo, han estorbado todo lo posible. Lo sabemos muy bien quienes desde hace varios años no hemos descansado un minuto en el cumplimiento áspero y duro del deber […].” [4]
[1] José Martí: “Carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero”, 1886, en Obras Completas, t 1, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p.191-192.
[2] José Martí: “Al General Máximo Gómez”, Nueva York, 26 de julio de 1882, en Obras Completas, ed. Cit. t.1, p.169.
[3] Eliseo Giberga: “Discursos parlamentarios”, en Obras, t. III, Imprenta y Papelería Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1930, p.523.
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