La fotógrafa Nicole Kramm perdió la visión de un ojo por el disparo de un carabinero en Santiago de Chile (1). Es la reportera que –hace un año- fue atropellada, en la frontera con Colombia, por una tanqueta de militares desertores venezolanos (2). Gran parte de la prensa internacional los trató como héroes (3). Mientras –exactamente como hace hoy- se olvidó de la periodista que estaba… en el lugar equivocado.
El portal argentino Infobae titulaba que “Terroristas sirios de Al Qaeda ingresaron a Colombia provenientes de Venezuela” (4). Publicaba
las graves acusaciones del opositor venezolano Julio Borges contra
Nicolás Maduro: “se ha convertido en el mayor protector y promotor del
terrorismo internacional”. Curioso, porque los supuestos terroristas
tenían pasaporte colombiano, entregado por el gobierno… de Iván Duque
(5).
Allí, en
Colombia, se han producido, en el último año, 250 asesinatos de líderes
sociales (6). Desde la firma de los acuerdos de paz, 173 exguerrilleros han sido asesinados (7). Nada que escandalice a los medios internacionales.
En franca
violación de la Carta Olímpica, el gobierno de Canadá impedía la
participación, en el Gran Premio de Montreal, de la esgrimista
venezolana Alejandra Benítez, que ya no podrá estar en los Juegos
Olímpicos de Tokio (8). De igual modo, el equipo de béisbol de Cuba, sin visado de EEUU, ha quedado fuera de la Serie del Caribe, que se juega en Puerto Rico (9). Es el fair play de las grandes potencias, que la prensa deportiva… ni menciona.
Por orden de la Casa Blanca, Instagram y Facebook censuraron las muestras de apoyo al general iraní Qasem Soleimani, asesinado por EEUU (10). YouTube, Twitter y Facebook eliminaron las cuentas de los canales iraníes Press TV e HispanTV (11). Todo esto ha sido silenciado por la prensa corporativa occidental. A la que no escandaliza tampoco que, al menos 50 congresistas de EEUU (12), sean accionistas de empresas de armamento que, tras la acción bélica contra Irán, ganaron varios miles de millones de dólares (13). Así es la democracia (14).
Nos hablan de “gobierno de transición” para blanquear el golpe de estado ocurrido en Bolivia (15). Cuyo gobierno de facto ha sacado del aire los canales teleSUR y RT, ha obligado al cierre a 53 radios comunitarias y ha detenido a numerosos periodistas por supuesta “sedición” (16). Con el silencio cómplice de la prensa internacional.
Si el diputado venezolano Juan Guaidó fuese ciudadano francés o estadounidense, ya habría sido juzgado por sedición,
rebelión, golpismo, robo, corrupción y tráfico de influencias. Muy
posiblemente, en EEUU le esperaría la pena de muerte y en Francia la
cadena perpetua (17). Pero en Venezuela entra al parlamento usando la
fuerza (18), solicita sanciones contra su país (19), se apodera de
activos del estado (20) y recibe 654 millones de dólares de la Casa
Blanca para derrocar a Maduro (21). Todo, rodeado de cámaras y
corresponsales que aún aplauden la más descarada, estrambótica y
fracasada operación de guerra sucia del gobierno de EEUU de las últimas
décadas (22).
Ha pasado ya un año de la puesta en escena (23). Veremos cuánto más les dura el muñeco.
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