viernes, 9 de julio de 2010

Unidad de cuidados intensivos

Este artículo, del cubano-americano Lázaro Fariñas, retrata muchas cosas que los grandes medios no hablan.

Lázaro Fariñas / Rebelión

Tengo ante mí la factura que nos mandó el Kendall Regional Hospital de Miami, por la atención que le brindaron a mi esposa cuando ella fue ingresada en dicha institución por motivo de un fuerte dolor en el pecho, que resultó ser un pequeño ataque al corazón, debido a la obstrucción de una arteria coronaria. A ella la ingresaron en la unidad de cuidados intensivos un sábado por la noche y salió de allí el lunes en la tarde, después de haberle practicado un cateterismo para destupirle la arteria obstruida. Es decir, que estuvo hospitalizada un poco menos de 48 horas y eso, porque durante todo el domingo no hubo ningún cardiólogo en el hospital para atenderla. El lunes en la mañana le hicieron el procedimiento, por la tarde le dieron de alta y la llevé de vuelta a la casa. Cualquiera que no conozca el sistema de salud de este país se podría imaginar que esa pequeña estancia en el hospital, los gastos médicos y las pocas pruebas que le hicieron en el mismo resultarían en un gasto no tan caro. Pero la cosa no es como muchos se imaginan que pudiera ser. Cuando llegó la cuenta del hospital, era como para que a uno le volviera a dar otro ataque del corazón. Aquí la tengo frente a mí. El total facturado por la institución fue nada menos y nada más que $114,055.00. Si no hubiésemos tenido seguro de salud, me hubieran tenido que hospitalizar de emergencia. Como que sí tenemos un seguro de enfermedad, solamente tuvimos que pagar $600.00 de deducible. Por supuesto que, tengo que aclarar, dicho seguro cuesta $965.00 mensuales y con ello evitamos que tuviéramos que tener que trabajar el resto de lo que nos queda de vida para pagar la cuenta del hospital. Así es que hoy en día, solamente para cubrir a mí señora, hay que pagar $11,580.00 anuales. Lo mío es aparte.

Días después de habernos llegado la cuenta hospitalaria, recibí una llamada de la oficina del cardiólogo que le había hecho el cateterismo para informarme que nos estaban enviando una factura por el servicio prestado por el doctor en el hospital, ya que el seguro, no importa la razón, no se la había pagado. Después de días de lucha con la compañía de seguro y con el cardiólogo, ésta decidió pagarle al médico. Aquí también tengo la cuenta del cardiólogo, la cual asciende a la pequeña cantidad de $5,490.00.

Fue llevada al hospital en una ambulancia del cuerpo de bomberos de la ciudad a donde había acudido a tomarse la presión arterial. Los bomberos en los Estados Unidos tienen un servicio de emergencia médica y primeros auxilios a los pacientes. Existe un número al cual uno llama e inmediatamente ellos acuden a brindar sus servicios y en caso necesario, trasladan al paciente al hospital más cercano. Al servicio se le llama el rescate, y es excelente, pero aunque es estatal, no es gratuito. En el caso de mi esposa, tuvimos que pagar $542.94, ya que la compañía de seguro se negó a pagar la factura alegando que el rescate no había acudido a nuestra casa, que mi señora acudió a la estación de bomberos por sus propios medios, y que por lo tanto, también ella habría podido llegar al hospital de la misma manera. Es decir que, el rescate le tomó la presión arterial y por dudas que tuvieron en ese momento, decidieron llevarla ellos mismo a la institución hospitalaria más cercana, y de ahí se agarraron los de la compañía de seguro para no cancelar la factura. ¿Qué les parece? En definitiva, no tuvimos más alternativa que asumir la cuenta y pagarla.

Todo esto me viene a la mente, porque el sábado pasado leí una entrevista que le hiciera el periódico Granma al Dr. Armando Caballero, Jefe de los Servicios de Terapia Intensiva de un hospital de Santa Clara. A la pregunta de la reportera de cuál sería el costo diario en una unidad de cuidados intensivos en un hospital del primer mundo, el distinguido especialista contestó que no baja de $1,300.00, sin contar con los medicamentos y exámenes complementarios. Y hablando de un paciente que tiene internado en dicha unidad, cuenta que a dicho paciente lo atienden los diez médicos especialistas de la unidad y que, además, ese paciente cuenta, al igual que contó mi esposa en una unidad igual de cuidados intensivos en el hospital de Miami, con un televisor y un teléfono particular para hablar con quien le parezca. Según nos cuenta el doctor, el paciente al que se refiere lleva 110 días ingresado en esa unidad.

Y yo me pregunto, ¿a cuánto ascendería la cuenta que recibiría ese paciente de un hospital en los Estados Unidos? Como dice mi amigo, Reinaldo Taladrid, saquen mis lectores sus propias conclusiones.

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