Por: Eddy (@eddyElGallo Especial para Pensando Américas). Tomado de http://www.pensandoamericas.com/el-peso-inconvertible-el-dolar-paralelo-y-los-subsidios-estatales-al-sector-privado-parte-i
De pelota como de economía, en Cuba, todos son expertos. O al menos
creen serlo. Innumerables son los debates que empiezan con las
inquisidoras frases: “en cualquier lugar del mundo…”, “eso pasa porque
en este país…”, “lo que hay que hacer es…”. Frases proféticas que
anuncian tajantemente que los problemas económicos de Cuba se resuelven
haciendo esto o aquello, casi siempre algo bien simple. ¿Será que
durante tantos años a ningún dirigente político y/o económico en Cuba se
le habrá ocurrido implementar tan evidentes y geniales ideas?
Desgraciadamente en la mayoría de las profecías subyace un gran
desconocimiento de las normas básicas que rigen la economía en general y
de aquellas normas particulares que solo se aplican en Cuba por aquello
de ser un país bloqueado por el mayor imperio que haya existido en la
historia de la humanidad. Tema, este último, siempre ausente de los más
acalorados debates, que coincidentemente suelen ser los más errados. Con
este post en tres tomas no pretendo dar una clase de economía, pero si
quisiera dar mi opinión sobre tres temas que considero son muy
importantes y necesarios de estudiar bien antes de iniciar cualquier
debate que pretenda ser medianamente serio sobre la economía cubana.
Toma I: El peso inconvertible
En Cuba todos saben que circulan dos monedas, el peso cubano o CUP y
el peso cubano convertible, conocido como CUC. No ahondaré en la
historia de ambos, solo diré que el origen de esta bicefalia monetaria
no fue un capricho de algún economista, ni fue un sueño trasnochado. Fue
el resultado de un análisis bien profundo de las alternativas políticas
y económicas existentes en la Cuba de 1993. Una década, la de los
noventa, que todos recuerdan con tristeza pero que nunca ha sido
fielmente descrita, ni tampoco correctamente analizados los milagros
económicos que se realizaron en aquellos tiempos titánicos de
resistencia de todo un pueblo. Solo gracias a aquellos milagros
económicos (el CUC incluido), diseñados por brillantes economistas
liderados por un gigante, nuestro querido Fidel, se puede explicar el
hecho que hayamos resistido y que aún estemos aquí, frase esta última
que se repite bastante y con orgullo, pero muchas veces sin entender
realmente cómo fue posible. Quien diga lo contrario insulta la
inteligencia colectiva.
No obstante, lo cierto entonces y ahora es que ni el CUP ni el CUC
eran, ni son, convertibles internacionalmente. O sea cualquier entidad
cubana, sea estatal o privada, que desee importar algún producto del
mundo para venderlo luego en Cuba, no puede hacerlo con CUP o CUC.
Un pequeño ejercicio mental sobre el ciclo importador nos ilustra
fácilmente como cualquier entidad cubana sea estatal o privada compra
fuera en divisas y luego vende en Cuba en monedas inconvertibles. La
única forma de repetir ese proceso y hacerlo rentable es cambiando sus
ganancias en CUC y CUP por divisas realmente convertibles. Este simple y
último paso es clave para entender la trampa del importador: el
importador nunca genera divisas sino que las extrae del sistema. O lo
que es lo mismo, el importador, en dependencia de sus prioridades y sus
intereses, usa las divisas que generó otro para traer algo que puede ser
útil o no, que puede ser prioritario o no para el país. O sea la
disyuntiva en la que se encuentra el gobierno cubano es permitir que las
pocas divisas que generan sus empresas estatales se usen para importar
ropa, zapatos, gafas y cuanta gangarria de marca “Supreme” exista desde
Haití, Guyana o Panamá o que se usen para importar comida, medicinas,
guaguas y petróleo desde Vietnam, China y Venezuela.
La trampa del importador es tan generalizada como países existen en
el mundo dado que monedas inconvertibles son la mayoría. Es
inconvertible el peso argentino, es inconvertible el real brasileño, es
inconvertible la lira turca, es inconvertible el rand sudafricano, es
inconvertible el rublo ruso, es inconvertible won sudcoreano y muchas
monedas más que harían muy largo este párrafo. Solo alrededor de 10
miembros tiene el selecto club de monedas convertibles internacionales.
Entonces si es tan común este problema ¿cómo funcionan otros países
con monedas inconvertibles? La respuesta es muy sencilla, la mayoría de
los gobiernos del mundo solo se preocupan por el 1% de su población, así
es muy fácil gobernar. Son bien conocidas las mafias importadoras que
explotan a los países de América Latina y se dedican a aplastar el
desarrollo de la industria nacional por mezquinos intereses privados.
Muchos de esos países están quebrados debiéndole al FMI o a otros más
del 100% de su PIB. La mayoría de los gobiernos del mundo no podrían
gobernar si les tocara ocuparse del desarrollo de sus países y del
bienestar del 100% de su población como hace Cuba.
Los pocos países responsables del mundo, como Cuba, que se preocupan
por el 100% de su población deben, casi siempre enfrentando además una
guerra económica impuesta por EE.UU., implementar medidas que impidan
una fuga descontrolada de capitales, de acuerdo a su situación concreta.
El control y equilibrio del flujo de divisas que salen y entran de un
país es vital para mantener la salud de cualquier economía. Gracias a
ello se pueden utilizar esas divisas para satisfacer las necesidades
básicas y crecientes de la población. En el caso de Cuba comprar
gangarrias marca “Supreme” es lo menos importante.
Desconocer o negar esta verdad económica absoluta no es síntoma de
agudeza o brillantes, sino más bien de todo lo contario. Plantear que
una de las soluciones mágicas para Cuba o para cualquier país es
permitir la salida libre de las divisas para comprar cualquier cosa, es
tan absurdo como pretender apagar el fuego con gasolina. Permitir una
fuga de capitales descontrolada equivale a quebrar al país, cualquier
país. Los ejemplos sobran pero el caso de Argentina es tan gráfico que
no es necesario poner otro.
El componente político de estas “brillantes ideas” no es menor pues
la implementación de alguna de ellas significa un retroceso en el camino
hacia la construcción de esa sociedad mejor por la que tanto se ha
luchado. Propuestas tan “visionarias” como privatizar el comercio, tanto
interno y externo, han sido históricamente rechazadas puesto que el
consenso popular y político existente en cada momento ha determinado
que están fuera de los límites de lo que concebimos por Socialismo.
La Habana no es Cuba y Cuba funciona por consenso, por lo tanto antes
de implementar cualquier medida, primero hay que crear el consenso. Las
propuestas del párrafo anterior les pueden gustar a algunos pero son
rechazadas por gran parte del pueblo cubano.
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