jueves, 18 de mayo de 2023

¿Es mercancía la información?


Por Msc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera / Imagen tomada de la BBC

Un querido amigo me preguntó dónde estaba el marxismo-leninismo en el tema de los medios de comunicación social. Por eso la pregunta inicial que da título a este artículo.

 El trabajo investigativo más profundo que conozco sobre el tema de la mercancía es el contenido del primer tomo de “El Capital”, elaborado por Carlos Marx, donde explica que decidió comenzar por ahí debido a que constituye la célula fundamental del sistema capitalista. Dice en el primer párrafo del texto: “La riqueza de las sociedades en  que impera el modo de producción capitalista aparece como una “enorme colección de mercancías”, y la mercancía singular, como su forma elemental. Por eso nuestra investigación comienza por el análisis de la mercancía.” (1)

 En otro párrafo establece qué es una mercancía:

 “Una cosa puede ser útil y producto del trabajo humano, sin ser mercancía. Quien satisface con su producto su propia necesidad crea, por cierto, un valor de uso, pero no una mercancía. Para producir una mercancía no solo debe producir un valor de uso, sino un valor de uso para otros, un valor de uso social. Y no simplemente para otros... Para transformarse en mercancía el producto debe ser transferido a otro, a quien sirve de valor de uso, a través del intercambio.” (2)

 Ignacio Ramonet, en su artículo “La guerra en los medios”, plantea textualmente lo siguiente:

 La información constituye una mercancía y el sistema de información obedece a una ley en la que la noticia tiene un valor económico determinado. Eso hace que el sistema utilice las noticias de más valor en detrimento de las menos valiosas. Si pensamos que la información tiene una relación fuerte con la verdad y que de esa relación debería depender su valor económico, debemos saber que éste no es el caso. La verdad o la mentira no son importantes, lo que importa es que puedan rentabilizarse las noticias. El sistema actual ha cambiado la naturaleza de la información,...” (3)

 La información a que aquí se refiere Ramonet en su esencia es la noticia, principal producción del periodismo, en cualquiera de sus especialidades, y los productores no son otros que los periodistas.

 Claro que los periodistas por sí solos no conforman el sistema noticioso e informativo en ningún lugar del mundo en la actualidad, Era de la Informática y la Automatización de los procesos, de la nanotecnología, de la ingeniería genética, y tantos otros elementos del desarrollo científico técnico en la sociedad moderna.

 A partir del debate sobre el proyecto de Ley de Comunicación Social que tanta falta le hace a la nación, me ha llamado mucho la atención que a los teóricos de la “nueva derecha”, y otras corrientes políticas para nada revolucionarias, también han mostrado interés en el estudio del tema, desde la etapa del descubrimiento de la imprenta y su evolución histórica hasta el presente, como también de la evolución de la imagen, de la información, de los medios técnicos y tecnologías que se utilizan, pero ante todo, cuál debe ser el contenido de los mensajes para evitar revoluciones sociales, de cómo incidir en la conciencia individual y social para lograr sus objetivos políticos, “de la mejor forma posible”.

 Volviendo a Ramonet: 

“Comunicación contra Información. La irrupción del multimedia, cuyo impacto se ha equiparado al de la invención de la imprenta por Gutenberg, sitúa al sistema informacional en el umbral de una profunda revolución, que coincide con su progresiva pérdida de fiabilidad. La articulación del televisor, la PC y el teléfono, ha creado una nueva máquina de comunicar, interactiva y basada en las posibilidades del tratamiento digital de la información... Se están produciendo en este momento gigantescas fusiones entre los mastodontes de la telefonía, el cable, la informática, la televisión, la publicidad, el vídeo y el cine. Se suceden absorciones y fusiones que movilizan decenas de miles de millones de dólares... Algunos sueñan con un mercado perfecto de la información y la comunicación, totalmente integrado gracias a las redes electrónicas y los satélites, funcionando sin fronteras, en tiempo real y sin interrupción. Lo imaginan construido según el modelo del mercado de capitales y de los flujos financieros, que se mueven de forma permanente...”(4)

 Y no puedo dejar de reproducir el contenido de este párrafo que dice:

 “La información se caracteriza hoy por tres aspectos. El primero es que si durante siglos fue muy escasa, casi inexistente, hoy es superabundante. La segunda característica es que la información, de un ritmo relativamente parsimonioso y lento en otros tiempos, es hoy extremadamente rápida. Podemos señalar que el factor rapidez está íntimamente asociado a la información, forma parte de su historia. Y esta relación ha alcanzado un límite que hoy plantea problemas, ya que su velocidad es la de la luz y la de la instantaneidad. El tercer componente es que la información no tiene valor en sí misma en relación, por ejemplo, con la verdad o en relación con su eficacia cívica. La información es, antes que nada, una mercancía. En tanto que mercancía está esencialmente sometida a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, y no a otras reglas como podrían ser las derivadas de criterios cívicos o éticos.”(5)

 Estos criterios de Ramonet fueron escritos y publicados hace casi 30 años, pero tienen vigencia y resurgen en los años recientes. Si hago referencia ahora a ellos es para destacar el fenómeno que se describe, puesto que se trata de otro elemento esencial que analizó Marx en su obra cumbre, “El Capital”, y que me ayuda especialmente a responder a la pregunta de mi amigo.

 Las transformaciones que ha originado el desarrollo impetuoso de las fuerzas productivas en el modo de producción capitalista, en cuanto a altos niveles de producción y productividad nunca antes vistos en la historia humana, por suerte hoy no son solo patrimonio de ese sistema, sino que forman parte de los países que construyen el socialismo como nuevo sistema social que ha de ser totalmente superior a su antecesor, aún vivo, pero destinado a transformarse.

 No lo escribo para reafirmar una aspiración o deseo que lograremos en un futuro no previsible, o como un pensamiento utópico, algo de lo que han acusado siempre a los comunistas. Ya es una realidad que China, país socialista, con un Partido Comunista al frente guiando todas las batallas, con un pueblo unido sobre la base de ese ideal, se ha convertido económicamente en muchos rubros, en la primera potencia mundial, y avanza para sobrepasar a las potencias imperiales capitalistas en todos los frentes.

 Ese desarrollo de tales fuerzas productivas en la llamada modernidad ha hecho posible que el planeta transite por el mundo de la informatización, del gobierno electrónico. Los cambios han sido tales que ya no existe una comunidad de países socialistas europeos, no existe el símbolo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, no existe el Muro de Berlín, han desaparecido países y han surgido otros, las fronteras han cambiado, los sistemas políticos también, y a velocidades nunca esperadas. Fueron muchos los sorprendidos, hasta los propios protagonistas de tales procesos. No era posible antes observar guerras que se desarrollan a miles de kilómetros por televisión, por computadoras, por teléfonos portátiles, celulares, u otros medios técnicos con alta tecnología.

 Para continuar con respuestas a mi amigo, debo decir que la complejidad de los procesos de la realidad y la espiritualidad es tal hoy en día, que se requieren potentes medios y recursos de análisis que permitan descubrir, observar, valorar y actuar a tiempo sobre los acontecimientos y fenómenos de nuestra vida cotidiana.

 El marxismo-leninismo es una potente arma en nuestras manos, legada por los clásicos que elaboraron esa teoría científica, para poder cumplir tales propósitos. Utilizarla con objetividad, con cientificidad, con profundidad de visión y pensamiento, con dominio de sus contenidos y sus métodos, es el gran reto para todos.

 Se desacreditó por superficialidades en su interpretación y aplicación, por su tergiversación consciente o inconsciente, por las acciones de sus enemigos permanentes o casuales, y por los hechos, que valen mucho más que cientos de universidades o centros científicos, con el derrumbe, desmoronamiento, “desmerengamiento”.

 Años ha costado ir gradualmente a su recuperación, el restablecimiento de su salud, pero de nuevo se va logrando, se arman con esa teoría nuevos destacamentos de continuadores, de combatientes revolucionarios en cualquier lugar de este mundo. Y esos procesos garantizan la victoria, porque el socialismo  camina victorioso, no sin dificultades y luchas, por las autopistas que nos llevan a un mejor presente y un seguro futuro para la humanidad. Lo afirma un optimista convencido, aunque no coincida con muchos que oyen cantos de sirena.


Referencias bibliográficas

(1) Marx, C. (1990). El Capital. Tomo I.  Moscú: Editorial Progreso,

(2) Ídem. P.  50

(3) Ramonet, I. (1997). La guerra de los medios. Papeles No. 62

(4) Ramonet, I. (1986). La tiranía de la comunicación. (fragmento). Madrid: Editorial Debate,

(5) Idem

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