domingo, 15 de septiembre de 2024

La Página del Domingo: Autoridad.


Por Alejandro Sánchez.

Hace ya un año escribí algo titulado; “La autoridad, la antiautoridad y nuestra supervivencia”, basado en un artículo de Federico Engels de 1874. No, no se preocupe, no me voy a poner filosófico este domingo, como dice mi jefe cuando pide opinión e intento dar mi punto de vista.

La cosa con Engels va del daño que precisamente, hacen algunos a la autoridad cuando no les conviene lo que ella exige o cuando tienen que representarla sin verdadero ánimo. Cuando legislan a su favor, aplauden; cuando no, denigran. 

También están esos que representando a la autoridad hacen gárgaras con ella, cuando deberían ser quienes más deberían respetarla, que es respetarse ellos mismos. Y eso va para cualquier aspecto de la vida; como el “compañero” que usando un auto con matrícula que lo identifica como autoridad, violó hace par de días mi derecho de vía cerca del CUPET de 112 y 5ta, incorporándose autoritariamente desde una calle secundaria, solo porque sí.  

Es algo habitual, como padres o jefes que creen tener siempre la razón solo porque la vida o una pésima política de cuadros los puso en esa posición. Porque el peor defecto que puede tener alguien que ostente una autoridad es la Soberbia.

De la autosuficiencia a la soberbia va una distancia muy corta, y de la soberbia a la traición, una distancia menor todavía. 

Y que conste, como decía Lenin por allá por 1920, que traidor no lo es solo quien lo hace por interés propio, sino quien pecaba de "indecisión, cobardía o vacilación". Pero, bueno, ¿Qué sabré yo de eso, verdad?

Últimamente, en Cuba, la autoridad no solo parece darla una posición o cargo X, sino también el dinero o la cantidad de bobería que usted hable. A veces no nos damos cuenta que cuando a alguien le endilgan el título de “Maestro”, sea intelectual, músico, economista o cualquier otra cosa, muchas veces no es porque se lo merezca por su alto coeficiente de inteligencia, sino por lo bajo que ha caído la sociedad, que ve en cualquier remedo de genio, un portento de autoridad en los conocimientos. En el caso del dinero, el cual siempre ha abierto puertas, hoy en día parece hacerlo con otras muchas cosas. Y en el caso del Poder, como decía un amigo: “más que estadistas hablando, parecen bodegueros”.

Tener un mínimo de autoridad, sea la que sea, conlleva un alto grado de responsabilidad, humildad y decencia. Si algo he aprendido de ser padre, por ejemplo, es que nunca nos equivocamos, pero un rato después (o al otro día), ya aprendida la lección tanto ellos como nosotros, debemos acercarnos a nuestra hija o hijo y “disculparnos”, por haber abusado de nuestra autoridad. 

Pase un buen domingo y si es usted el cabeza de familia, use su autoridad sabiamente. 

P.d. 1: Sobre el debate presidencial en Estados Unidos, antes de que empiecen los súper analistas de mesas cuadradas, pentagonales o triangulares a decir y comentar, solo una cosita.

Desde la anterior campaña de Trump insisten en ridiculizarlo y decirle; loco, tonto, y no sé cuántos otros epítetos. Y aun así, ganó. La gente detrás de ese supuesto estúpido usó Cambridge Analytica para elaborar estrategias a nivel de condados de lo que debía decir su candidato para lograr ganar, y lo hizo. Superó a Obama como el presidente más votado y luego, cuando perdió, lo hizo con más votantes aún. 

Existe una percepción errónea de la sociedad norteamericana, en Cuba y el mundo entero, a partir de la gente de izquierda, de los académicos, etc, y de cómo ellos mismos se han vendido. Ese no es el norteamericano medio. El norteamericano promedio y mucho inmigrante aplatanado, esos que votarán por Trump, solo tienen 4 necesidades muy simples en su cerebro: 1.Trabajo, 2.Iglesia y Nascar o Fútbol Americano (NBA, NFL o MLB) para sus fines de semana, 3.gasolina suficiente para su GMC o Dodge 4x4, y 4.becas universitarias para sus hijos. 

Nada más les importa. Esa es la mayoría de la sociedad norteamericana y la mayoría de sus votantes. A esa gente le habla Trump.

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