lunes, 23 de diciembre de 2024

La Página del Domingo: cuestión de aprender.


Por Alejandro Sánchez

 "Educar solo puede quien sea un evangelio vivo"

Esta es una de las frases más conocidas del presbítero Félix Várela, maestro de generaciones que marcaron la historia de Cuba. Y tiene más de una enseñanza. Primero, Educar. ¿Por qué no enseñar, por ejemplo? Porque se enseñan conocimientos; se educan valores, principios. En segundo lugar; el evangelio viviente, ser verbo encarnado de esas virtudes y principios. Solo quien es ejemplo puede educar. Ya sea a un hijo, o a un pueblo.

La semiótica y la filología saltan más de lo que desearan algunos cuando analizamos la vida cotidiana, y tranquilos, no me voy a poner teórico.

Por regla general, cuando alguno (al menos los de mi época), quiere realzar la imagen de alguien que aportó a su formación, sea personal o docente, usa la palabra Maestro/a. No, Profe. Y es que la primera de esas palabras entraña mucho más. No por azar se usa esa expresión para Martí, junto con la de Apostol. 

Una y otra vez, el ejemplo personal como requisito y objetivo primero para educar. 

Las primeras virtudes somos los padres quienes las trasladamos a los hijos, ni siquiera como acto racional. Debemos, con nuestro propio comportamiento educarlos en la fidelidad, la honradez incluso con nuestros más íntimos instintos, y la búsqueda de la felicidad, así solo sea la más chiquitica y efímera.

Son los líderes, las instituciones, quienes deben suplir esa tarea en contrucciones sociales más complejas.

¿Qué se cometen errores? Por supuesto. Nadie está exento de incurrir en ellos. Y como no quiero extenderme, otro Maestro dijo así:

"No es inteligente el que no comete errores. No hay tales personas y no puede haberlas. Un inteligente es el que comete errores que no son muy significativos y que puede y sabe corregirlos fácil y rápidamente". 

Fue Vladimir Ilich Ulianov Lenin quien lo dijo. Así que algo de razón tendrá.

Tenga buen domingo. Cuide a su familia y a quienes ama. 

Y felicidades a todos los educadores de Cuba, en especial a aquellos que me han enseñado; las primeras letras como mi "tía" Fe, o quienes me inculcaron ser fieles a lo que nos hace felices y plenos, como el loco del Guille, o mi viejuco Dávila.

A Fidel una mención especial.


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