Por Raúl Antonio Capote / Imagen: Tomada de Cubavisión Internacional
La Casa Blanca ha elaborado un guion al peor estilo de las radionovelas del siglo pasado, a la narrativa estadounidense no le falta ningún elemento para movilizar emociones, provocar el miedo y su eterna compañera la ira, irracional pareja de viaje.
Un viejo argumento, el Cartel de los Soles, inventado desde los años 90, revitalizado contra el comandante Hugo Chávez para el ataque contra el crédito de su liderazgo político, «legalizado» en el 2022 en una acusación formal contra el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro.
Ahora los hilos de la trama se tejen de nuevo, no importa que salten las costuras de la historia por la inconsistencia del libreto, siempre alguien les cree y eso es provechoso para cumplir los propósitos de Washington.
El narcotráfico no es un fenómeno nuevo en América Latina, sino una sombra que ha oscurecido el continente desde mediados del siglo XX, y que continúa poniendo en jaque su estabilidad política y social.
Su nacimiento como fenómeno organizado en la región se remonta a los años 50 y 60, cuando Colombia consolidó un mercado exportador de marihuana y luego de cocaína hacia Estados Unidos y Europa. Para la década de los 80, con cárteles como el de Medellín y Cali, que no solo dominaban la producción y tráfico de cocaína, sino que extendían su influencia comprando voluntades, corrompiendo instituciones y desatando una ola de terror y violencia a través del narcoterrorismo.
El escándalo Irán-Contras de los 80 ejemplifica la compleja relación entre política y narcotráfico, donde operaciones clandestinas y financiamiento de la CIA exacerbaban la inestabilidad regional, mientras que las demandas estadounidenses de drogas mantenían vivos a estos carteles.
Escándalo en las altas esferas estadounidenses
Irán-Contras fue un acontecimiento político ocurrido entre 1985 y 1986 en Estados Unidos, bajo la administración del presidente Ronald Reagan. Consistió en la venta secreta de armas estadounidenses a Irán, a pesar de que existía un embargo armamentístico contra ese país.
El objetivo declarado era lograr la liberación de rehenes estadounidenses en el Líbano. Sin embargo, las ganancias obtenidas de esta venta ilegal fueron desviadas para financiar a la Contras nicaragüense que luchaba contra el gobierno sandinista.
Salió a la luz cuando una revista libanesa publicó en noviembre de 1986 detalles sobre la operación. La investigación realizada mostró que la administración Reagan violó todas las leyes internas y la política exterior de Washington, al financiar clandestinamente a los Contras con recursos provenientes de la venta de armas a Irán.
Quedaron expuestas las complicidades de altos funcionarios estadounidenses como Oliver North, Teniente coronel del Consejo de Seguridad Nacional, encargado de gestionar el entramado financiero y la financiación ilegal de la contrarrevolución nicaragüense mediante ventas de armas a Irán, quien además destruyó documentos para ocultar pruebas.
Otro implicado fue John Poindexter, Almirante y director del Consejo de Seguridad Nacional, declarado culpable de varios cargos relacionados con conspiración, obstrucción de justicia y destrucción de evidencias.
La lista infamante sigue con Robert McFarlane, asesor de Seguridad Nacional entre 1983 y 1985, quien promovió la operación de venta de armas a Irán. Y claro, no podía faltar, William J. Casey, Director de la CIA en ese periodo.
Elliott Abrams, Otto Reich y John Negroponte también estuvieron implicados como funcionarios de alto nivel relacionados con la operación o la diplomacia relacionada.
Mientras que el presidente Ronald Reagan y el vicepresidente George H.W. Bush estaban al tanto y fueron acusados de encubrir las operaciones. Aunque pueda parecer increíble, muchos de los implicados recibieron indultos o acuerdos de inmunidad testimoniales.
La evidencia que vinculó directamente a la Casa Blanca con las ventas de armas a Irán incluye varios documentos, declaraciones y hechos revelados durante la investigación del escándalo Irán-Contras.
Incluso, el propio presidente Ronald Reagan, fue informado en 1985 sobre la operación y dio autorización para realizar una transacción inicial, su administración creó un entramado de cuentas bancarias en Suiza para gestionar los millones de dólares obtenidos por la venta, que luego fueron desviados para financiar a los Contras nicaragüenses.
¿Cuáles son los principales carteles de la droga?
Según la DEA, Interpol, etc., los principales cárteles de droga en América Latina hoy son principalmente mexicanos y brasileños. En México destacan el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, los cuales controlan gran parte de la producción y exportación de drogas como cocaína y fentanilo.
Otros grupos mexicanos importantes incluyen el Cártel del Noreste, Cártel de Tijuana, y Cártel del Golfo. En Brasil, el Primer Comando de la Capital (PCC) es el cártel dominante,
Colombia y Perú siguen siendo los principales productores de cocaína, mientras países como México y Brasil concentran la logística para su tráfico. La región también se ha diversificado con nuevas rutas y mercados en Europa, Asia y Estados Unidos.¿Dónde está los soles en este grupo?
¿Qué impacto tiene la demanda de EE. UU. en la expansión de los cárteles?
La demanda de drogas en Estados Unidos tuvo un impacto decisivo en la expansión de los cárteles de droga en América Latina. Durante los años 90 y principios de 2000, el aumento del este mercado llevó a que cárteles como el de Sinaloa y el del Golfo tomaran control de las rutas hacia ese país.
¿Quién distribuye la droga en EE. UU?
La distribución de drogas está controlada principalmente por pandillas, mafias regionales y grupos criminales organizados que operan mediante células con roles compartimentados. Estas redes locales compran las drogas a gran escala de los principales proveedores.
Una vez dentro de Estados Unidos, las drogas se dividen en dosis más pequeñas y se distribuyen de manera sigilosa a lo largo de corredores logísticos que atraviesan autopistas interestatales y centros urbanos densamente poblados.
Los distribuidores locales controlan barrios enteros. Para las transacciones se utilizan efectivo, criptomonedas y aplicaciones cifradas, dificultando la trazabilidad.
El tráfico de drogas como elemento de la guerra multiforme
Es muy fácil darse cuenta de que los carteles de los 80 jamás hubieran alcanzado la notoriedad y fuerza que lograron, sin el apoyo de la logística de la CIA Pablo Escobar no hubiera pasado de ser un traficante de esmeraldas, uno más.
El narcotráfico ha sido un elemento intencionado, potenciado para para generar ingobernabilidad en estados clave de América Latina, a través de múltiples mecanismos que socavan la capacidad de los gobiernos para ejercer control efectivo sobre sus territorios y poblaciones.
Así el poder económico de los cárteles les permite infiltrar y corromper estructuras estatales, desde policías locales hasta altos funcionarios, lo que impide respuestas efectivas y favorece la impunidad.
Asesinatos, masacres, miedo generalizado, extorción, corrupción financiamiento de candidatos comprometidos con las peores causas. Ese flagelo es un arma poderosa contra la soberanía y el desarrollo de la región.
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