miércoles, 26 de octubre de 2022

La concepción martiana acerca del Partido

 Msc.  Roberto R. Dávila Cabrera. / Profesor y académico cubano

Fundadores del Partido Revolucionario Cubano en Cayo Hueso, EE.UU. Al centro, sentado, José Martí.Foto tomada de Habana Radio



 De José Martí son las reflexiones siguientes:

“Filosofía sin Historia examinadora y concienzuda! ¿Cómo hemos de llegar al conocimiento de la humanidad futura y probable sin el conocimiento exacto de la humanidad presente y la pasada?


Esta es una humanidad que se desenvuelve y se concentra en estaciones y en fases. Lo que pasa en algo queda. Para estudiar los elementos de la sociedad de hoy es necesario estudiar en algo los residuos de las sociedades que han vivido. Con sereno juicio, con desconfiado ánimo, con lógica rectitud, con habilidad y comparación y fino escrúpulo. Analícese en la narración el carácter del que narra, y para hallar la verdad de lo narrado, quítese de ello lo que le pone la naturaleza y punto íntimo de vista especial del narrador. Dos hechos exactamente iguales en sí mismos, en las causas o en los efectos o en uno solo variado, siendo los mismos, quedan ya totalmente diferentes.

"Pasión de patria, carácter de individuo, exaltaciones o modos de estilo: quítese todo esto de la Historia para que quede, y aún nos quedará algo parecido a la historia creíble y verdadera”.(1)

Estas ideas martianas son fundamentos metodológicos para el análisis  de los hechos históricos y personas que dieron luz al Partido Revolucionario Cubano, siendo en extremo cuidadosos para no trasladar nuestros criterios de valor actuales y correr el riesgo de distorsionar la realidad histórica.

El PRC, constituido el 10 de abril de 1892 no por casualidad, sino por coincidencia consciente con la fecha de constitución de la República de Cuba en armas en 1869, fue el resultado de un proceso que abarcó más de 12 años de denostada labor, llena de dificultades, incomprensiones, desavenencias, incluso por parte de la emigración cubana, y en relación con los peligros propios de realizar esa labor en los Estados Unidos.

La concepción martiana sobre el Partido tiene antecedentes en la propia vida y obra de José Martí, como parte de su formación y desarrollo político. Hombre de cultura universal, con amplias y profundas vivencias sobre la realidad que le tocó vivir, sintetiza su capacidad, sentimientos, cualidades y experiencia revolucionaria en esa que podría ser su obra cumbre.

En sus cuadernos de “Apuntes de la etapa europea”, se observa que Martí conoce la obra de Bakunin y sus ideales anarquistas, los que critica, coincidiendo en muchos aspectos con el juicio marxista sobre tal corriente política.

Conoce Martí a Carlos Marx en su pensamiento y obra, al que hace referencia en distintos trabajos, y sobre el que escribe, en su obituario: “Ved esta sala: la preside, rodeado de hojas verdes, el retrato de aquel reformador ardiente, reunidor de hombres de diversos pueblos y organizador incansable y pujante. La Internacional fue su obra.” (2)

Y también: “Karl Marx estudió los modos de asentar el mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos” (3)    

También conoce Martí la realidad de la sociedad norteamericana en que le toca vivir, y la actividad de los partidos demócrata y republicano, y la experiencia de diversos países latinoamericanos y sus regímenes políticos.

Conoce muy bien Martí la realidad cubana, tanto en la Isla como en el exilio, y los males que trajeron la derrota durante la Guerra Grande, las consecuencias que se reflejan en el pensamiento y la acción de los venerables veteranos de la lucha y las de la nueva generación de pinos nuevos, según su propia expresión.

Un hombre con tal visión del mundo de su tiempo, rica y multifacética, ética y altruista, conforma así sus ideales, y los lleva a la práctica a través de su acción y la de su creación para la causa de la independencia de Cuba y para la nueva República, el Partido Revolucionario Cubano.

“La vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles.” (4)

Este pensamiento retrata de cuerpo entero al Apóstol. Conoce las realidades y las teorías, pero su deber, en bien del país, es buscar las propias, para dar respuesta con la acción, a la solución de los problemas de la patria.

Y su conclusión es exacta, clara, precisa: hace falta una organización revolucionaria que… 

“no ha de desconocer las necesidades prácticas derivadas de la constitución e historia del país, ni ha de trabajar directamente por el predominio actual o venidero de clase alguna, sino por la agrupación, conforme a métodos democráticos de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en el extranjero; por el respeto y auxilio de las repúblicas del mundo, y por la creación de una República justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad, levantada con todos y para el bien de todos.”(5)

Es tal el genio de Martí que crea un tipo de partido político, único y unitario, multiclasista, popular, entre otras características, para dar respuesta a la contradicción fundamental de la época para Cuba: alcanzar un cambio radical del sistema político-social y económico existente en Cuba, solo alcanzable con la independencia nacional.

Es unitario porque tal objetivo es solo lograble a través de la unidad de todos los necesitados e interesados en la independencia del país. Es multiclasista porque la causa de la liberación social de las clases explotadas en la sociedad cubana de la época, pasa necesariamente primero, por la causa de la independencia nacional, sin la cual no es posible tampoco la liberación social. Es solo por ello que Martí, aunque comprende las luchas obreras, critica los reflejos e intentos de lucha clasista, pues podían ser un poderoso freno en el logro de la unidad para la independencia.

El carácter popular del PRC y su causa quedan claramente expuestos en las ideas siguientes: 

“...que de ningún modo queremos promover, ni una guerra parcial de arriba, que deje sin representación suficiente a los elementos populares sin los cuales es imposible, ni en Cuba, ni en parte alguna, la revolución- ni una guerra parcial de abajo; que para hacerse de prosélitos, contraiga compromisos inmorales y funestos con unas clases de la sociedad contra otras, y con las incultas contra las cultas!”. (6)

Es incuestionable que el PRC tiene una composición popular de carácter heterogénea, donde todo el interesado en la independencia de Cuba, sea cual fuere su origen, posición o situación de clase, raza o nacionalidad, tiene su lugar, en correspondencia con los objetivos que sustenta y comparte con todos aquellos que se identifican por igual con la causa.

No es ocioso reflexionar para tratar de delimitar y dejar claras las posiciones sobre las diferencias existentes entre la concepción martiana sobre el Partido y su composición, y las valoraciones que hoy realizamos sobre ese tema desde posiciones marxistas, materialistas y dialécticas.

Al analizar otras características del PRC, debemos destacar la concepción muy acertada de Martí de concebirlo para la difusión pública de la causa cubana y sus objetivos, al mismo tiempo que aplica una rigurosa compartimentación y secreto de todo aquello que tenía que ver con el acopio de recursos, medios, organización, de la guerra necesaria.

Ello exigió que el PRC, al mismo tiempo que utilizaba métodos democráticos de funcionamiento, para educar a sus miembros en los métodos a aplicar en la futura república, tuviera necesariamente que contar con una adecuada centralización en las labores de dirección, tanto en las actividades de funcionamiento democrático, como en las actividades relativas a la preparación de la guerra.

Sobre esta concepción democrática de funcionamiento, que se precisa con exactitud en los estatutos secretos del Partido, y que se refieren al carácter voluntario de pertenencia al partido, al carácter electivo de los cargos, a la posibilidad de deponer al delegado, cumpliendo siempre los procedimientos partidistas acordados colectivamente, a la conveniencia de reformar las bases y los estatutos, y otros aspectos, Martí se refiere explícitamente en diversos trabajos.

En su artículo “Persona y Patria”, que Martí escribe refutando las ignominias y falacias que sobre él se propalan, como ha ocurrido en nuestro tiempo en la figura de Fidel y otros dirigentes de nuestra actual Revolución, señala:

“... no habría que explicar que el PRC es la unión de pensamiento y voluntad de todas las organizaciones cubanas y puertorriqueñas del destierro, y que el representante electo por ellas, después del examen y voto personal de cada uno de sus miembros, no es la cabeza imperante e inamovible de cuyo capricho o alucinación depende el sacudimiento y llamada a muerte del país en que nació; sino un comisionado de su pueblo, con los deberes y restricciones que a su pueblo plujo fijar...”. (7)  

Y señala más adelante: “El poder de la idea, ordenada y activa, que va hoy con él, mañana, sin más que un cambio de urnas, puede ir con otros. La grandeza es esa del PRC: que para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos.”(8)             

“Sabemos que el poder está en todos; que hemos dado a un representante activo su representación, pero que nos quedamos con su sustancia; que el representante va y viene por donde lo vemos y le oímos y le preguntamos, y no goza de más autoridad que la que le quisimos dar, y la que cada uno de nosotros puede proponer que se le merme o se le quite.”(9)

Esta concepción de funcionamiento democrático no fue sólo un planteamiento teórico, se materializó en la práctica, en la labor del PRC, mientras estuvo bajo la dirección de Martí.

“Pero la elección caprichosa de una entidad cualquiera, para ordenar especialmente los elementos militares, pudiera parecer, bajo cubierta de deber público, un trato indigno, y no poco frecuente en la historia de los levantamientos revolucionarios, entre entidades que se solicitan para imperar juntas, y distribuirse la fama y el poder.- Y por eso,- continuando en esta rama de sus obligaciones el método general de la Delegación y el espíritu de Partido a que el método se acomoda,- encarga el Delegado a esa presidencia que a la mayor brevedad reúna a todos los militares graduados en la guerra de Cuba que residiesen en esa localidad, y les tome voto sobre cuál debe ser a su juicio el jefe superior con quien la delegación deba entenderse para poner en sus manos, dentro del plan general, la ordenación militar del Partido.”(10)

Sobre los criterios democráticos del funcionamiento de Martí como Delegado del PRC, que tienen como base el ideal de funcionamiento de la república a la que se aspira, nos dice:

“Una de las bases del buen gobierno, y de las garantías de satisfacción entre los que contribuyen a él, es la de la independencia interior de sus organizaciones, ajustables así a lo particular y local, en todo aquello en que ni en espíritu ni en métodos choque con los fines precisos para que las organizaciones están constituidas. Pero del mismo modo es necesario que esta independencia no llegue a perturbar o debilitar con reglas contradictorias sus fines y medios de acción.”(11)

Martí observa la necesidad de un reglamento único de funcionamiento de los clubes, pero al mismo tiempo no pierde de vista la necesidad de la independencia local en el enfrentamiento de las actividades, y que todo ello debe ser previo acuerdo de las bases del Partido, y no de su dirección superior.

También señala que en la tarea de unir, el Partido debe llegar a cada hombre, para persuadir y convencer; plantea la necesidad de explicar los propósitos del Partido, y para ello, la elaboración de un manifiesto que explique los preceptos de las bases, “y no deje dudas sobre el desinterés y grandeza de nuestros propósitos y nuestra capacidad para realizarlos”. (12)

Algunos estudiosos de la obra martiana han planteado la existencia d
e un determinado acercamiento del PRC, al principio leninista del centralismo democrático.

Si el acercamiento se refiere a los fundamentos objetivos, la actividad democrática en la sociedad y también a la existencia de la necesidad de una dirección centralizada, que se puede observar históricamente en cualquier sociedad, pudiera ser válida la afirmación, puesto que es innegable que Martí tiene en cuenta tales fundamentos. Pero, si la afirmación es en el sentido de la determinación de que el centralismo democrático es esencial y está presente en el funcionamiento y estructura del Partido Revolucionario Cubano, todo indica que tal afirmación no se atiene a la realidad de los hechos históricos.

Y aún sería necesario en la actualidad, lograr una adecuada identificación en cuanto el contenido, sentido y alcance del concepto “centralismo democrático”, que ya en su origen provocó no pocas discusiones y discrepancias entre el propio Lenin y otros dirigentes socialdemócratas. Incluso existe la tendencia a negar la validez de ese principio, a plantear la necesidad de sustituirlo por el criterio de “dirigir por consenso”.

Sería necesario y conveniente señalar el hecho de que sobran los ejemplos de organizaciones y partidos, antes o después de Martí o Lenin, que eligen, renuevan sus dirigentes, se rinde cuentas, y ello no significa que se aplique el principio del centralismo democrático, ni se acerquen a él.

Es sumamente necesario referirse a las concepciones martianas en cuanto al problema de cuál sería el papel y lugar del PRC después de la guerra, en la República a constituir “con todos y para el bien de todos”. El asunto ha ocupado a teóricos, historiadores, dirigentes políticos, en distintos momentos de nuestra historia, y existen lecturas diversas sobre el asunto y la interpretación que se da como respuesta.

Sobre el tema dice Martí:

 “El PRC, cuya misión previa y transitoria, cesa el día en que ponga en Cuba su parte de la guerra que haya acordado con la isla, ni tiene cabeceras que levantar, ni jefes viejos o nuevos que poner sobre el país, ni pretensiones que serían de un aliento arrolladas por el derecho anterior a la nueva república, y el derecho nuevo y supremo del país.” (13)

Otro asunto sobre la concepción martiana acerca del Partido es el referido al mono o pluripartidismo, que algunos prefieren no referir, otros dan sus interpretaciones y argumentos sobre el tema. Dejemos que sea el propio Martí el que de su propio punto de vista al respecto:

 “la importancia de abrir la república a todas las ideas para que el clamor de la idea desdeñada por autoritaria o revoltosa no trastornase, con el poder de aquella parte de la naturaleza humana de que es forma en la política cada partido, la república que al desconocer un partido cualquiera, reprimiría en él sin éxito una expresión de la naturaleza humana.” (14)

Tales ideas pueden ser aún más completas, si tenemos en cuenta los criterios que plasmó en un artículo periodístico: “...la libertad vive del respeto, y la razón se nutre de la controversia, educase aquí a los jóvenes en la viril y salvadora práctica de decir sin miedo lo que piensan; y oír sin ira y sin mala sospecha lo que piensan otros.” (15)

Parece indiscutible que en el momento de redactar tales pensamientos, Martí expresa concepciones multipartidistas, basadas en su concepción acerca de la democracia, que se forma en el seno de una sociedad burguesa y donde el ejemplo más avanzado, con deficiencias incluidas, desviaciones, puntos de vista diversos, es la sociedad norteamericana, paradigma para el mundo en su época.

No considero posible pedir a Martí, en las circunstancias en que se desarrolla su lucha, opiniones y criterios más avanzados. Podemos suponer, al conocer su pensamiento y acción, que la lógica de su desarrollo personal y de los acontecimientos en la lucha, pudieran llevarlo a formas de pensamiento más cercanos a la necesidad de mantener el PRC después del triunfo revolucionario, en la nueva república, para ejercer su influencia política dirigente, en nuevas circunstancias. Pero esto es solo eso; suposiciones sobre el tema, ya que lo escrito no llega a ese triunfo.

Lo que sí es cierto y coincide con la realidad de la Cuba revolucionaria y socialista es que; la necesidad y posibilidad de crear un partido político para organizar y dirigir la guerra necesaria es un pensamiento y acción de avanzada, de vanguardia para su época e indispensable en esta.

Las características de ese Partido, retratan y expresan las cualidades, características, objetivos, de los hombres fundadores de la nación cubana, y constituyen un valioso legado para las actuales y futuras generaciones de cubanos, en su afán de mantener y desarrollar la nación, en plena libertad e independencia.

Esa unión nos dio la victoria, la desunión siempre la derrota, y un factor esencial para alcanzar, mantener, fortalecer y desarrollar la unidad, es el Partido. Esa es una de las lecciones de la historia de nuestro país.

 

BIBLIOGRAFÍA


 Obras Completas de José Martí Pérez, Colección digital del Centro de Estudios Martianos, Segunda Edición.

 1.- (OC, Tomo 21, pag.76)

2.-(OC, Tomo 9, pag. 388)

3.- (OC Tomo 9, pag. 388)

4.-(OC Tomo 7, pag 97)

5.-(OC Tomo 1, pag. 272)

6.-(OC Tomo 2, pag. 86)

7.-(OC Tomo 2, pag. 3)

8.- (OC Tomo 2, pág. 278)

9.-(OC Tomo 2 pag. 278 )

10.-(OC Tomo 2, pag. 44.)

11.-(OC T0mo 3, Pag.37)

12.-(OC Tomo 3, pag.62)

13.-(OC Tomo II, pag. 275)

14.-(OC Tomo II, pag 114).

15.-(OC Tomo 8, pag.440)

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