jueves, 13 de octubre de 2022

Los partidos políticos y su necesidad histórica.

 Msc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera. / Académico cubano

 En algunos artículos de autores cubanos actuales, he encontrado enfoques teóricos o con la falta de ellos, que atacan abiertamente al Partido Comunista de Cuba, el PCC. Esto coincide con planteamientos de los acérrimos enemigos de la revolución cubana en el exterior, pero no afirmo que sean parte de la misma campaña.

 No es algo nuevo que asombre. Antes del derrumbe de la comunidad socialista europea, los ataques y acciones contra los partidos comunistas gobernantes comenzaron a realizarse con el claro objetivo de debilitar y destruir la orientación política de los organismos de dirección, de las masas y militantes. Recordar por ejemplo cuando en la antigua URSS se comenzó por reducir el papel del Partido Comunista, el PCUS, en las fábricas, en las estructuras de gobierno, en las instituciones armadas, hasta lograr ineficacia en su accionar ideológico y organizativo. Y lo lograron. Y fue este uno de los factores esenciales de la causa del derrumbe y “desmengueramiento” del sistema.

 Algunos actualmente analizan el giro del PCC después del Tercer Pleno posterior al Octavo Congreso, como un retorno a la “etapa soviética”.

 Esto tampoco e nuevo. Recuerdo los sucesos de la “Microfracción”, cuando un pequeño grupo adoptó posiciones críticas contra la Revolución por su acercamiento a la antigua Unión Soviética y su partido dirigente, atentando de hecho contra la unidad de las fuerzas revolucionarias, en momentos cruciales de nuestro desarrollo político.

 O en momentos posteriores, cuando a través de una revista teórica creada gracias al propio desarrollo de la revolución triunfante, “Pensamiento Crítico”, se comenzaron a publicar algunos artículos totalmente antisoviéticos y anti marxista-leninistas. La dirección de la Revolución tuvo que tomar medidas y se cerró la publicación, que también jugaba muy buen papel publicando artículos de grandes dirigentes y teóricos que mucho aclaraban y orientaban la acción revolucionaria de esa etapa.

 Los que hoy hablan críticamente de este llamado giro, no dijeron nada cuando sucedió lo contrario; cuando en los estatutos del PCC se comenzó a utilizar el término “marxismo y leninismo”, aun cuando no fue el resultado de una discusión interna, en todo el Partido, al respecto. Muchos lo aceptamos entonces en nombre de la unidad, no porque se estuviera de acuerdo con ello.

La unidad revolucionaria, nos lo enseñaron Fidel, Lenin, Marx, no se puede basar en concesiones de principios, en abandono de posiciones revolucionarias. Eso lleva a la derrota. Y como he dicho en otros artículos, una “y” o una “rayita”, no marca la diferencia al respecto.

 Desde tiempos de Lenin, en el Segundo Congreso del POSDER, de desató una aguda lucha en el análisis del artículo primero de los estatutos del Partido. Y no ganó entonces Lenin la discusión, sino los oportunistas en cuestiones ideológicas y de organización del Partido. Este asunto es más de fondo, no de gramática, no de pequeñas diferencias, sino un asunto ideológico y político de primer orden. Responde a la cuestión de cuáles son los fundamentos de nuestra lucha revolucionaria, su esencia, su pasado, presente y futuro.

 Tuvo el siguiente Congreso del POSDER la misión de rectificar el error. Los interesados en el tema bien pueden hoy leer las conclusiones de Lenin al respecto en el texto “Un paso adelante, dos pasos atrás”.

 Si me decido hoy a expresar estas ideas es porque pienso que los revolucionarios y militantes tenemos el sagrado deber de defender al Partido, al decir de Lenin, “el honor y la conciencia de nuestra época”, más aún cuando el creador principal de esta organización en la Cuba de hoy, no está presente para hacerlo de manera directa. Pero estamos sus continuadores.

 Como tratan de inculcar la idea de que el Partido no hace falta, que es algo que afecta a la sociedad, es indispensable tener una clara idea sobre su significación, necesidad, surgimiento desarrollo y caducidad.

 No se puede lograr explicar eso en un solo artículo, y me he propuesto abordar estos contenidos en una serie de trabajos a compartir con los interesados, siempre que resistan, ya que son temas no fáciles de digerir.

 1.    Los partidos políticos

Cada sistema político cuenta con su propia composición y estructura, en las cuales se incluyen los partidos políticos, que a su vez, también adoptan una composición y estructura de acuerdo con las características de cada sociedad concreta, de la estructura socio clasista y nivel de desarrollo de la base económica y la superestructura de esa sociedad.

El concepto de partido surge en la historia con un sentido esencialmente filosófico, para expresar la toma de posición ante un asunto en debate, o en el proceso de lucha entre los jefes, caudillos, y sus seguidores. En tal sentido lo encontramos en el libro “Política”, de Aristóteles.

En el libro V, capítulo 6, Aristóteles señala: “...como el partido de Caricles predominaba en Atenas entre los Treinta, y del mismo modo el de Frínico entre los cuatrocientos)”. Más adelante: “Y en la paz, por la desconfianza mutua ponen la defensa en manos de los soldados y de un jefe neutral que en ocasiones se convierte en el amo de ambos bandos, como ocurrió en Larisa, cuando gobernaban Simo y los Aleuadas, y en Abidos en tiempo de los partidos, uno de los cuales era el de Ifiades.”

En este notable texto, Aristóteles analiza y valora las experiencias de las distintas formas de regímenes políticos existentes en su época, utilizando categorías y conceptos cuyos nombres hoy también son utilizados, aunque con contenidos adecuados a nuestro tiempo, lo que es reflejo claro de manifestación de la dialéctica del contenido de los conceptos en el tiempo y en el espacio. Ejemplo de ello es “comunismo”, que Aristóteles utiliza para referirse a las tierras de posesión común, no a la significación actual.

Max Weber en su análisis sobre el tema, en su libro “Economía y Sociedad”, expresa: “sólo pueden existir partidos dentro de comunidades de algún modo socializadas, es decir, de comunidades que poseen un ordenamiento racional y un aparato personal dispuesto a realizarlo. Pues la finalidad de los partidos consiste precisamente en influir sobre tal aparato y, allí donde sea posible, en componerlo de partidarios. En algún caso especial pueden representar intereses condicionados por la “situación clasista o estamental” y reclutar a sus secuaces  de acuerdo con ellos. Pero no necesitan ser puros “partidos de clase” o “estamentales”; casi siempre lo son sólo en parte y con frecuencia no lo son en absoluto. Pueden presentar formas efímeras o permanentes. Sus medios para alcanzar el poder suelen ser muy diversos, desde el empleo de la simple violencia hasta la propaganda y el sufragio por procedimientos rudos o delicados: dinero, influencia social, poder de la palabra, sugestión y grosero engaño, táctica más o menos hábil de la obstrucción dentro de las asambleas parlamentarias”.

Y al profundizar en otro capítulo, aborda algunas de las características fundamentales de los partidos políticos durante la Edad Media en diversos países europeos.

Este investigador, defensor de la sociedad capitalista, reconoce el carácter clasista de los partidos y organizaciones que representan distintos intereses, de sus luchas, parlamentarias o no. Su enfoque sociológico valora sólo algunos elementos que se manifiestan en tales procesos.

Es necesario considerar la existencia de formas diversas de organización para la lucha política, como sociedades secretas, grupos, sectas, etc. que de hecho pueden y deben ser considerados los antecedentes lógicos e históricos para el surgimiento de formas superiores de organización para la lucha por la toma y mantenimiento del poder político en la sociedad.

El contenido que se da al concepto de partido, en el sentido moderno, como forma superior de organización existente para la lucha política, de manera estable y duradera, con un programa de acción orientado a la lucha y participación en el ejercicio del poder político, sólo lo encontramos en la etapa burguesa del desarrollo de la sociedad, y con marcadas diferencias entre uno y otro país o área geográfica del mundo.

La explicación del proceso de desarrollo de este fenómeno social, era totalmente idealista, y se mantiene el contenido que le dio origen en los países capitalistas que nos rodean; la toma de posición como seguidores de una idea, de una doctrina, de un caudillo o jefe con gran influencia entre sus continuadores, o seguidores.

Es la doctrina materialista dialéctica acerca de la sociedad la que aporta un nuevo contenido y sentido al concepto “partido”, que además nos arma con una adecuada concepción metodológica para el análisis de éste y otros fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.

Un partido político es una forma específica de organización social, que integra y agrupa a sus miembros al representar y defender sus necesidades e intereses como clase, y es una forma superior de organización, creada esencialmente para la lucha por el poder político, y para mantener el mismo una vez alcanzado, en aras de los objetivos específicos planteados por tal clase en cada momento histórico concreto.

Al valorar el fenómeno social que denominamos partido político, para penetrar en su esencia, debemos considerar la base social en que estos se sustentan, las necesidades e intereses que ellos representan y defienden, los objetivos e ideales políticos que reflejan y manifiestan, que generalmente están contenidos en sus documentos rectores. También es necesario valorar las tendencias y características de la composición de su militancia, de sus cuadros, dirigentes.

En el devenir histórico, los primeros partidos políticos organizados en el sentido moderno fueron los de la burguesía, en su lucha contra la sociedad feudal. Con posterioridad fueron surgiendo los partidos obreros, que han sido socialistas, socialdemócratas, comunistas, o de otras designaciones.

El papel dirigente de un partido u otro no lo adquiere de forma espontánea ni por decreto, sino que es resultado de factores diversos: el nivel de conciencia y conocimientos sobre la marcha del proceso social, su actuación práctica en defensa de las necesidades e intereses de la clase o sector que representa  y de toda la sociedad, el nivel de reconocimiento y respeto de su prestigio y autoridad, su disciplina, ejemplaridad, consagración, su unidad, entre otros.

La historia demuestra que no basta con proclamar los sueños emancipadores y de redención social, sino que es indispensable actuar de forma tal que las masas hagan suyos tales sueños y luchen junto al Partido para lograrlos, para hacerlos realidad. Lenin decía que no bastaba con autoproclamarse vanguardia sino que había que actuar de forma tal que los demás se vieran obligados a reconocer que así era.

Los fundamentos teóricos sobre el Partido de la clase obrera fueron elaborados por Marx, Engels y Lenin, a través de la sistematización y generalización de la experiencia y la práctica revolucionaria en la lucha por derrocar el sistema capitalista, y en la etapa en que ya el Partido alcanzó el poder. Con posterioridad, otros intelectuales y dirigentes revolucionarios han aportado nuevos elementos a la teoría sobre el Partido.

En la obra “Un paso adelante, dos pasos atrás”, Lenin expone una clara concepción acerca de los principios organizativos y las formas de organización que debe asumir el partido de la clase obrera, lo que desarrolla consecuentemente de acuerdo a las exigencias de la lucha política de su época. Planteó que para que el partido sea en realidad intérprete consciente debe establecer unas relaciones de organización que aseguren un determinado nivel de conciencia que debe ser elevado sistemáticamente.

Al analizar la situación del trabajo organizativo del partido en formación, señalaba Lenin que el estado rudimentario y efímero de la forma no permitía continuar haciendo progresos en el desarrollo del contenido, provocando un estancamiento vergonzoso que llevaba a malgastar las fuerzas y a que los actos no se correspondieran con las palabras.

En Cuba el PCC se nutre igualmente de la experiencia histórica propia, particularmente, de la concepción martiana acerca del partido. Como este será el tema de un próximo artículo, solo daré algunos elementos básicos.

La valoración de la experiencia concreta del PCC en cuanto a su estructura y formas de organización, que necesariamente ha tenido que asumir en su desarrollo, exige tener en cuenta no sólo la práctica histórica cubana antes y después del triunfo de la Revolución Socialista, sino que exige considerar la existencia de otras muchas experiencias universales.

Para crear el PRC, José Martí no inventó formas particulares de organización; utilizó aquellas que la propia vida se encargó de ir forjando entre los emigrados cubanos en los Estados Unidos: los clubes patrióticos que funcionaban desde 1869 en apoyo a la causa de la independencia de Cuba, los cuales asumieron desde entonces un nuevo contenido, objetivos y valores.

Según decía el Ápostol: “Las instituciones que nacen de los propios elementos del país, únicas durables, van asentándose, trabajosa, pero seguramente, sobre las instituciones importadas, caíbles al menor soplo de viento. Siglos tarda en crearse lo que ha de durar siglos”.

Hoy, la historia se ha encargado de mostrarnos otra experiencia, que aunque amarga, no se puede soslayar ni desconocer: la pérdida del poder por parte de varios partidos revolucionarios de la clase obrera.

A partir de tan dura experiencia, dirigentes y militantes de algunos partidos han renegado de los fundamentos teóricos del Marxismo-Leninismo y de la teoría sobre el Partido.

Sin embargo, la propia historia va dando nuevas lecciones en la lucha revolucionaria, se hacen nuevos aportes teóricos, y la vida demuestra que tales concepciones son válidas, aun cuando sea necesario considerar las nuevas condiciones y circunstancias en que se desarrolla la lucha.

La  Revolución Cubana continúa su labor transformadora, con el Partido Comunista al frente, dirigiendo todas las batallas y la guerra que se enfrenta en todos los terrenos contra el imperio que quiere destruirnos.

Los fundamentos teóricos que aplica el Partido desde su creación lo caracterizan como un partido de acción revolucionaria, de transformación revolucionaria de la realidad.

Ambiciona una rigurosa selección de sus efectivos, que debe garantizar la presencia en cada candidato de las condiciones y requisitos exigidos en cada etapa histórica de su desarrollo, puesto que no siempre pueden ser los mismos.

Lo esencial es el nivel de conciencia demostrado en la lucha práctica, sobre los objetivos de la lucha revolucionaria, la actitud y trayectoria de cada aspirante, y las cualidades personales que constituyen ejemplo a seguir por otros miembros de la sociedad.

Los partidos políticos no son un fenómeno de carácter eterno; al igual que surgieron condiciones objetivas para su nacimiento y desarrollo, también la sociedad, en su evolución, creará las condiciones necesarias para eliminar las causas de su existencia, si fuera necesario.

La perspectiva histórica de los partidos políticos tiende, por ley de la propia historia, a su desaparición o autotransformación, o también se verá la aparición de otras formas de organización social que garanticen el adecuado funcionamiento de la sociedad.

Esta visión teórica sobre la tendencia futura general, no implica que no se consideren las circunstancias reales en la actualidad, y que se tenga conciencia de que ello no será posible en las condiciones en que hoy se desarrolla la humanidad y nuestro propio país.

La práctica de la lucha política en el mundo y en Cuba indican que tales ideales y concepciones teóricas sobre el futuro requerirán un período de tiempo que nadie puede predecir, siendo aspiraciones a alcanzar a largo plazo, cuando el desarrollo social cree las condiciones necesarias para ello.

Lo cierto es que, aunque han desaparecido partidos, otros han perdido prestigio y autoridad moral y política, y por tanto credibilidad, por lo cual han surgido teorías sobre su fin, siempre han surgido y surgen nuevas organizaciones, algunas con el nombre de partido, otras con otras designaciones, pero de hecho, jugando ese papel. Otras no, y la lucha por un futuro mejor, con organizaciones políticas al frente, es parte de la realidad que nos rodea.

Siguiente:

Los Partidos Políticos (II): Sobre la experiencia de la Revolución Cubana y el vínculo del Partido Comunista de Cuba con las masas.

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