jueves, 12 de enero de 2023

¿Antisoviétismo, o algo más?

 
Msc. R
oberto Reinaldo Dávila Cabrera. / Imágenes tomadas de Internet

¿Desde cuándo se habla en Cuba del antisoviétismo o de elementos ligados a la historia del término? ¿Y en el mundo? ¿Cuál es en esencia el contenido ideológico del término? Formulo estas interrogantes como introducción pues en la ciencia, metodológicamente es pertinente y necesario ir a los antecedentes, después abordar su actualidad y consecuentemente proyectarnos al futuro sobre la posible evolución del fenómeno que se investiga o analiza.

Puede parecer fácil, pero no hice más que introducirme en las redes y me encontré con que es un asunto de muy alta complejidad, con diversidad de tratamientos y enfoques, de acuerdo a los sujetos que se refieran al tema. Una opinión a respetar es la que emite el actual Secretario General del Partido Comunista de la Federación de Rusia, Alexander Ziugánov, que sitúa el origen del fenómeno de la rusofobia nada menos que en el año 1504, en la etapa llamada “El gran cisma” del cristianismo, en el siglo XI, vinculada al rompimiento entre de la Iglesia Católica en Roma y la Iglesia Ortodoxa de Oriente, y también según él, la rusofobia y el antisoviétismo fueron las causas que provocaron el colapso de la antigua Unión Soviética, según versión publicada de sus opiniones en la red de redes.

De mi estancia en Europa pude conocer de manera directa que el espíritu anti ruso existía, aún en la etapa socialista, como resultado histórico del papel de la Rusia de los zares durante siglos en ese continente. En Polonia, que el imperio ruso de los zares dominó y esclavizó durante cinco siglos, pervivió incluso con los comunistas en el poder y contra la antigua Unión Soviética.

Claro que también existían y existen excepciones, como es el caso de Bulgaria país liberado  del yugo esclavista turco que oprimió a ese país casi por cinco siglos, como consecuencia de la guerra ruso turca de 1877-1878, y por ello se veía a Rusia como el país hermano. Sentimiento que influyó a tal punto en la historia, que durante la Segunda  Guerra Mundial, le fue imposible a los alemanes fascistas que se enviaran tropas búlgaras a combatir al Frente Oriental, y cuando soviéticos entraron en Bulgaria fueron recibidos como libertadores. Similar situación concurre con Serbia.

Hoy, las poblaciones búlgara y serbia manifiestan posiciones en defensa de Rusia diferentes a las de sus gobiernos, que apoya la guerra a favor de Ucrania, olvidándose de la etapa fascista en su historia y actualidad.

El problema real del antisovietismo y el anticomunismo global, aunque ya Rusia no sea un país con esta tendencia política, es que los países del sistema del capital no quieren y no pueden permitir la existencia de un frente, llámese socialista o no, que demuestre superioridad sobre su sistema de explotación del trabajo. Desde que surgió la teoría emancipadora hacia una sociedad no capitalista, chocó y sigue haciéndolo con las bases teóricas y prácticas del sistema dominante del capital, y había que luchar por eso contra su triunfo en cualquier lugar.

Cuando en Francia triunfó la Comuna de París, incluso países enemigos en guerra se unieron en fuerzas y recursos para aplastar la insurrección, y así pasó al triunfar la Revolución de Octubre, que se vio atacada simultáneamente por 17 países capitalistas en aras de destruir tal intento de transformación del mundo. No lograron sus objetivos por la resistencia y conciencia del pueblo ruso y otros que después integraron la naciente Unión Soviética.

No hay revolución de orientación ideológica progresista o socialista, que no haya tenido que enfrentarse a las fuerzas contrarias del capital, algunas han podido enfrentar y derrotar ese enemigo, otros intentos han concluido con derrotas de gran envergadura y consecuencias.

Entonces la rusofobia tiene siglos y se desarrolla y mantiene hasta la actualidad pues se trata del temor hacia una potencia europea de gran poder, que ha jugado un papel activo a nivel mundial y es antecedente mayor y anterior al fenómeno del antisoviétismo, término que se utiliza para hacer referencia al desacuerdo con el sistema implantado con el triunfo de la revolución socialista de Octubre en Rusia, después Unión Soviética.

Los “Soviets”, en español “consejos”, eran agrupaciones o asambleas de obreros, soldados y campesinos rusos que surgieron por primera vez durante la Revolución rusa de 1905-1907 en oposición al zarismo, en las trincheras, los campos de batalla, durante la guerra ruso-japonesa. En las fábricas surgen a partir de la evolución o transformación de los Comités de Huelga y otras formas organizativas de lucha. Esta forma organizativa espontánea, evolucionó gradualmente y durante la insurrección revolucionaria que lleva al triunfo a la Revolución de Octubre juegan un significativo papel, con los bolcheviques al frente de los mismos en la mayoría de los casos.

El Partido de Lenin, de los bolcheviques, lanzó entonces la consigna de “Todo el poder a los soviets”. Del soviet de base se eligen delegados a los niveles superiores, hasta el Congreso de los soviets de toda Rusia. Lenin le presta especial atención desde su surgimiento, y se constituyen en órganos de poder de la revolución triunfante. De ahí la forma soviética de gobierno.

Tiene detractores y defensores desde su surgimiento. Incluye momentos históricos de existencia de dualidad de poderes como durante la llamada Revolución de Febrero con la burguesía  y Kerenski al frente, al que nadie respeta ni hace caso, y el nuevo poder de los soviets, con mucho respeto y autoridad reconocida, pero sin experiencia y conocimientos de como gobernar o qué hacer con el poder que se asume.

La experiencia de los soviets se difundió por el mundo, y en Cuba tenemos el caso del soviet de Mabay, Granma, un intento de reproducir ese ejemplo en nuestra tierra, cuando el 13 de septiembre del año 1933 los obreros del central Mabay se apoderaron de la industria y proclamaron la construcción del soviet Obrero-Campesino, estableciendo su control en ese territorio, hecho que ha sido estudiado por nuestros historiadores, existiendo una base bibliográfica sobre ello para los interesados en conocer el tema. Coincidentemente, en Manzanillo se mantuvo por mucho tiempo una alcaldía dirigida por comunistas.

En la propaganda política y la lucha ideológica de toda esta etapa histórica en que existió ese Estado, y después el llamado Campo Socialista europeo, desarrollado como consecuencia de la derrota del fascismo, se fortaleció el anticomunismo y el antisoviétismo, la lucha contra los países que eligieron la vía socialista de desarrollo, por parte de los países del sistema del capital en Europa y otros continentes, encabezados por los Estados Unidos y sus agencias especializadas. 


 La mayoría de los historiadores define el inicio de la Guerra Fría con el discurso del 33er Presidente norteamericano, Harry S. Truman, el 12 de marzo de 1947, aun desarrollándose el Juicio de Nuremberg. Aquel discurso que comenzó con las palabras: "La gravedad de la situación que enfrenta el mundo hoy requiere mi comparecencia ante una sesión conjunta del Congreso. La política exterior y la seguridad nacional de este país están involucradas".

La Doctrina Truman, aprobada como Ley el 22 de mayo de 1947, impulsó el Plan Marshall, la creación de la OTAN y le dio forma a la política exterior de EE.UU., y al antisoviétismo, hoy rusofobia.

Desde esa época o antes, se acuñaron términos que aún hoy se usan. Winston Churchill, en Marzo de 1946, en un discurso en Fulton (Missouri, EE.UU.), marcó un antes y un después en la propaganda anticomunista cuando dijo: "Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente una cortina de hierro".

Esos eran los términos que usaban los medios de difusión en la Cuba pre-revolucionaria, que luego del triunfo, permitieron campañas como la que dio lugar a la tristemente famosa “Operación Peter Pan”, que implicó el envío de miles de niños hacia Estados Unidos sin sus padres, doloroso hecho cuyas consecuencias se pagan hasta el presente que vivimos.

Pero también en el campo político propiamente se manifestaron en los primeros años de revolución triunfante criterios, opiniones y actuaciones antisoviéticas reflejadas en la entonces llamada micro fracción, que también tuvieron eco en algunos artículos publicados en la revista “Pensamiento Crítico”, que la dirección política del país decidió cerrar ante el peligro que implicaba para la unidad de las fuerzas revolucionarias.

Para valorar esos hechos con objetividad científica a tantos años transcurridos desde entonces, se impone un análisis integral de todos los factores que incidieron en los mismos, incluida la acción dirigida de carácter contrarrevolucionario por el gobierno de los Estados Unidos  y sus asalariados de siempre.

Muchos compañeros que vivieron los acontecimientos han escrito y esclarecido en buena medida tales hechos, algunos de ellos ya no se encuentran entre los vivos, pero se mantuvieron en todas las circunstancias al lado de la revolución luchando y defendiéndola. En la actualidad se escribe y habla de ello, pero esencialmente valorando como desviación ideológica de la Revolución el llamado por ellos; “marxismo-leninismo soviético”, y la crítica actual se orienta en contra de la sedición del Partido Comunista de Cuba de asumir como ideología el marxismo-leninismo de esa orientación, sin que medie una valoración crítica del derrumbe del socialismo en esos países y sus consecuencias para el mundo y para Cuba.

Por eso se expone el término de “marxismo creador y revolucionario”, para diferenciar las posiciones de los principales dirigentes de la Revolución Cubana, principalmente de Fidel y del Che, de ese pensamiento teórico de la época soviética. 


 Fidel Castro junto a Nikita Jruschov, en la visita del primero a la URSS en 1963

En realidad hay diferencias notables en el pensamiento de Fidel y otros de los dirigentes de la Revolución Cubana desde siempre, pero siempre defendieron y defienden la doctrina teórica marxista-leninista, que no es solo soviética, sino que se fundamenta en el pensamiento y la actuación de los creadores de esa teoría, Marx, Engels, y Lenin, que no constituye un dogma, sino que es una guía y conjunto de métodos y formas de actuación revolucionaria en cualquier circunstancia. También he encontrado  en las redes muy interesantes y objetivos análisis sobre este tema, de autores cubanos con los pies muy bien pegados a la tierra, aunque puedan existir enfoques y criterios diferentes no coincidentes sobre los asuntos que se exponen en este trabajo.

En primer lugar, los trabajos de Fernando Martínez Heredia, ya fallecido, muy profundos y esclarecedores sus puntos de vista, situado en la realidad cubana con criterios críticos que se pueden o no compartir, pero siempre defendiendo la revolución. (1) En la revista Temas se encuentra publicado un amplio trabajo investigativo sobre el asunto, cuyo autor es Rogney Piedra Arencibia, que llama la atención por su enfoque científico integral, buscando causas y raíces de los problemas de la teoría revolucionaria.

Es muy real su afirmación cuando dice: “pero para liquidar una filosofía  no basta, pura y simplemente, proclamar que es falsa. Y un cuerpo teórico tan gigantesco como el soviético, que había ejercido una influencia enorme sobre el desarrollo espiritual de nuestra nación, no se elimina por el mero hecho de hacer caso omiso de él. Hay que superarlo, es decir, destruir críticamente su forma, pero salvando el contenido logrado”. (2)

Este autor realiza un recorrido por los aportes filosóficos de la etapa soviética, los reconoce, y se aparta con ello de aquellos que solo ven aspectos negativos de esa doctrina en dicha etapa.

Hace una afirmación que considero esencial, cuando dice: “Me parece que ya es hora de asumir otra actitud con respecto a la filosofía soviética y a los años de su influencia en nuestro país. En verdad, no todo lo que se hizo y produjo en esos años fue dogmático y no todo lo que de manera dogmática se aplicó  o instrumentó en los círculos académicos fue fruto de la copia y traslación mecánica del marxismo soviético a nuestra realidad”. (3)

Recientemente publiqué un artículo donde afirmo que los muertos no se pueden defender ellos mismos, pero que sus seguidores tienen el deber de hacerlo. Y una teoría científica, que no solo es filosófica, sino que está compuesta por un fuerte pensamiento económico y político social, además de aportes a otras ciencias sociales, como la sociología, la dirección científica de la sociedad, no se puede destruir por un deseo subjetivo de nadie, y la doctrina teórica de los fundadores no ha sido superada por una crítica científica seria, que además haya sido capaz de aportar un nueva teoría, superior a la que se pretende superar.

Pero la lucha contra el sistema socialista no es solo un asunto de las agencias de los países del capital, es también un asunto cotidiano de la convivencia, de la cultura, de las personas individual y colectivamente. Ante el socialismo como sistema que emerge de las entrañas del capitalismo, se plantean las tareas vinculadas al establecimiento de las nuevas relaciones sociales, que implica nuevos valores, cultura, educación, tradiciones, historia, vínculos individuales y sociales, diferentes en su esencia a las desarrolladas por el sistema del capital. Constituyen tareas que requieren mucho tiempo porque no es fácil ni sencillo transformar la conciencia del hombre, su manera de pensar y actuar en la vida cotidiana. Y esa manera que se reproduce desde el sistema del capital es una permanente resistencia cotidiana por parte de los propios ciudadanos, sea cual sea su situación y posición social, si se es trabajador o dirigente, muchas veces sin conciencia de ello, otras con mucha conciencia.

En nuestra realidad social reviven, resucitan, formas de pensar y actuar que se pensaba ya pertenecían al pasado, y a pesar de ello, están y actúan de forma creciente en nuestra sociedad, por factores muy diversos, como es la corrupción, el delito, las ilegalidades, el egoísmo, el individualismo, el servilismo al imperio y el capital, entre otros. La realidad es que existían, solapados o no, y ahora, ante circunstancias mucho más difíciles y adversas para la nación y su sistema político social, salen a la luz, crecidas y fortalecidas, con arraigo y niveles de influencia nada despreciables, que deben tenerse en cuenta y combatir resueltamente por todos.

Estamos llamados también a considerar que los propios cambios que de forma obligada se  han introducido e introducen en las bases económicas, políticas, jurídicas, culturales de nuestro sistema, generan cambios también obligados en la conciencia individual y social, y nuestra sociedad se transforma en cuanto a formas de propiedad existentes, relaciones sociales que ya no son totalitariamente socialistas como fue en algún otro momento de nuestra historia, siendo entonces una sociedad unida en nuestros más deseados objetivos, pero cada día mucho más diversa, tanto en el actuar como en el pensar.

El antisovietismo ha tenido múltiples manifestaciones y contenidos en muchos lugares de este mundo, así como  el espíritu anti ruso, por muy diversas razones. En el terreno ideológico tiene múltiples facetas, no solo desde el ángulo de forma de gobierno se reniega del sistema, sino también desde la economía, los servicios, y otros muchos aspectos del funcionamiento social. Considero que es un tema de significativa importancia para la nación, en el cual hay que seguir indagando, estudiando e investigando, prestando especial atención a la manipulación que hace el enemigo imperialista de él para incidir en la conciencia individual y social en contra de la Revolución y su futuro, con la intención declarada de derrocar nuestras aspiraciones y perspectivas socialistas emancipadoras. Continúo llamando la atención en el sentido de que en política no se puede ser ingenuo, porque la ingenuidad se paga con la vida.

 

Bibliografía.

1. Martínez Heredia, Fernando (1995). Izquierda y marxismo en Cuba. Revista Temas, No.3, octubre-noviembre 1995. 

2.Piedra Arencibia Rogney. Evald V. Ilienkov y el fin de la filosofía clásica soviética. Revista Temas No. 91 y 92. 3.Idem.

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