miércoles, 15 de marzo de 2023

Sobre Gramsci y la realidad cubana: relectura y reactualización.


Por  Msc.Roberto Reinaldo Dávila Cabrera.

Algunos que se dicen marxistas, parece que no han aprendido mucho de Marx y de Engels. Ante todo porque fueron siempre revolucionarios y científicos muy serios, que estudiaban la realidad y de ella sacaban conclusiones teóricas generalizadoras. Pero nunca intentaron imponerle a esa realidad sus criterios teóricos.

 Claro ejemplo de esta afirmación es la obra “Anti-Duhring”, a la que algunos que se dicen marxistas parece que no le prestan mucha atención, o les cuesta mucho trabajo entenderla y por eso ni la mencionan en sus análisis, quizás para tratar de que no los confundan con los “Duhring” actuales.

 La obra tiene el gigantesco valor de exponer científicamente los resultados de investigaciones sobre la historia, la sociedad, la dialéctica, y su evolución, cambio, transformación, pero con la aplicación de los novedosos métodos de la dialéctica materialista, en contraposición a la concepción idealista aplicada hasta entonces, y que sigue hasta hoy luchando por su existencia.

 De esta obra quiero exponer una cita, sin sacarla de contexto, que resume la concepción materialista dialéctica acerca de la historia:

 “los principios no son el punto de partida de la investigación, sino su resultado final, y no se aplican a la naturaleza y a la historia humana, sino que se obtienen de ellas; no es la naturaleza ni el reino del hombre los que se rigen según los principios, sino que éstos son correctos en la medida en que concuerdan con la naturaleza y con la historia. Esta es la única concepción materialista del asunto, y la opuesta concepción del señor Dühring es idealista, invierte completamente la situación y construye artificialmente el mundo real partiendo del pensamiento, de ciertos esquematismos, esquemas o categorías que existen en algún lugar antes que el mundo y desde la eternidad. Igual que... un Hegel.”(1)

 Creo mi deber aclarar, ante todo para los no versados en el asunto, que Hegel fue un filósofo alemán, idealista, del cual Marx dice que es un coloso del pensamiento en su época, con tremendo respeto hacia su persona y su obra.

 En el texto al que me estoy refiriendo, aunque no voy a citar, se dice algo que viene como anillo al dedo en cuanto hechos que todos podemos ver y verificar hoy en la red de redes: 

Todo el mundo puede escribir de todo, con total desembarazo de cosas que no se han estudiado, haciéndolo pasar ante el lector como el único método rigurosamente científico. La Historia se repite, unas veces como tragedia y otras como comedia, con o sin consecuencias, aparentemente”.

Para cerrar esta introducción al tema que nos debe ocupar, referirme a lo que expone Engels sobre Marx en esta obra que él suscribe: 

Debemos a Marx esos dos grandes descubrimientos: la concepción materialista de la historia y la develación de los secretos de la producción capitalista. Con ellos se convirtió el socialismo en una ciencia; la tarea es ahora desarrollarla en todos sus detalles y todas sus conexiones.”

Traigo el tema a colación porque en los últimos tiempos, he notado una insistencia tenaz en retrotraer el pensamiento de Antonio Gramsci, el marxista italiano, a una reactualización del Socialismo y el poder Revolucionario en Cuba.

He releído muchas veces a Gramsci, pero mucho más a Marx, Engels, Lenin, Fidel, y nunca se me había ocurrido que con una relectura se pudiera eliminar de la historia a algunas de las grandes transformaciones que han caracterizado a Cuba en Revolución en los últimos 60 años. Mucho menos, reactualizar un modelo de desarrollo seleccionado y aprobado por la mayoría de una nación como expresión de su voluntad soberana, lo que se incluye dentro de su Constitución o Ley de Leyes, porque a un grupo de personas se le ocurra que un pensador externo a nuestras realidades pueda tener las soluciones teóricas que necesitamos y qué, aplicando sus conceptos, elaborados en otras circunstancias históricas y geográficas, se impondrán a nuestra realidad, porque salen de las cabezas de grandes pensadores actuales, posmodernos.

Esta revitalización de Gramsci me llevó a meditar sobre nuestra propia historia política, más reciente que su figura, ajena a la realidad de nuestra Revolución hasta que algunos descubrieron que existió. Coincidentemente, algunos representantes ideológicos de la nueva derecha mundial, lo ensalsan como teórico marxista que contribuye al desarrollo de los postulados teóricos de la llamada “batalla cultural”, al mismo tiempo que pretenden acabar con la figura de Lenin y su obra gigantesca.

Ese teórico de la llamada nueva derecha ha comparecido en estos días de febrero al programa de Otaola en los Estados Unidos, tergiversando hechos históricos, falseando la verdad, atacando la figura de Fidel y de otros dirigentes de la Revolución Cubana. ¿Qué otra cosa podemos esperar de esos representantes de las corrientes más recalcitrantes del imperio del capital en el mundo?

Ese  sabor me lleva a “Pensamiento Crítico”, a los artículos antisoviéticos, antileninistas, publicados en los años 65-75, y a la permanencia en nuestro medio social de los representantes de tales posiciones ideológicas, que parece quieren resurgir de sus cenizas en los momentos actuales. Siempre respeté como valiente intelectual a Fernando Martínez Heredia y otros que no traicionaron ni su país ni su Revolución, pero no puedo olvidar tampoco a los que se unieron a los enemigos de siempre, a la contrarrevolución.

Y es que también dejan muy mal sabor, algunos de los conceptos que se utilizan o repiten continuamente en uno u otro espacio dedicado al Neo-Marxismo: “los supuestos continuadores”, “sistema cerrado con verdades eternas”, “elites gobernantes”, “ruptura modélica”, y algunos otros, que pueden ser objeto de debate en el futuro.

Sobre Gramsci, núcleo central de estos nuevos pensadores marxistas, aunque utilizan otros referentes, puedo llamar la atención en varios aspectos. El hecho de que pueda ser o reconocer a Gramsci como el guía espiritual de un movimiento político español, que también es cuestionado por parte del propio pueblo español, no es base para que sea guía en Cuba y de su Revolución, y llama la atención también de porqué en Italia, donde Gramsci fue Secretario General de los comunistas, tampoco fue así.

Continuamente se dimensiona que el aparato conceptual de Gramsci, enriquecen e incluso superan, en síntesis dialéctica, los postulados leninistas. Tal afirmación refleja un grado tal de subjetivismo, que no parece ameritar que alguien se refiera al asunto. Pero para no pecar de ingenuo, porque me cuesta la vida, tengo que afirmar que la obra teórica y práctica de Lenin no ha sido superada, y los que ahora hablan de eso, no son capaces ellos mismos de hacerlo.

Ni en los aportes que se dice tiene Gramsci en su enfoque del papel de la cultura y la sociedad civil, o en el del concepto “hegemonía”, tan llevado y traído, y que fue antes elaborado y trabajado por Lenin, se puede hablar de superación.

Pueden existir carencias teóricas en la obra de un cuadro dirigente, pero también hay resultados prácticos que otros tienen el deber de generalizar teóricamente y no lo hacen, por múltiples causas que no vale la pena analizar aquí.

Por demás, Lenin es un revolucionario con una obra teórica no superada, como lo demuestran; “Materialismo y empiriocriticismo”, “El Estado y la Revolución”, “El imperialismo, fase superior y última del capitalismo”, por solo mencionar algunas, porque su quehacer se recoge en más de 55 tomos.

Y aunque se haya producido el derrumbe, el hecho histórico de su conducción de la Revolución de Octubre, de la transformación revolucionaria del imperio de los zares, no se puede desconocer, al igual que no se puede demostrar que la caída de ese sistema sea de su responsabilidad histórica.

El derrumbe en sí mismo, no demuestra que todo lo que allí pasó fue malo para el pueblo soviético, o para el mundo. Muchas buenas experiencias existen y no se pueden negar. Los que lo hacen, niegan la propia dialéctica de la que hablan y cacarean, aunque tengo claridad en que ella puede ser de distinto tipo, materialista o idealista, por lo menos. La Rusia de hoy y de mañana tiene mucho de lo que le aportó la experiencia socialista vivida, tanto en positivo como negativo, pero lo que es en esta nueva etapa histórica, es el resultado del sacrificio anterior de sus hijos, padres, madres, abuelos, abuelas, su tierra, sus riquezas, sus carencias. Los millones de seres humanos inmolados durante la Segunda Guerra Mundial, los triunfos en los avances de la ciencia, la cultura, la economía, la defensa del país, y en muchos otros sectores, reafirman lo expuesto.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Engels, F. Anti-Duhring. fundacion@fundacionfedericoengels.org. Pag.84.

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