Por MsC. Juan José Manso Olivera / Centro de Estudios Martianos.
¿Tendrá sentido escribir sobre Karl Marx en un mundo que por antonomasia se define poscomunista?
¿Será racional buscar en un pensamiento gestado en el siglo XIX, paradigmas para entender el mundo complejo y globalizado del siglo XXI cuando algunas recepciones de ese pensamiento terminaron en la tremenda implosión del llamado socialismo real?
Hecho que nos llevó de la Guerra Fría, a la Posguerra Fría, si el término es preciso todavía. Una suerte de bulevar con infinidad de mercancías y cuantiosas serpientes venenosas, y un pensamiento único que llegó a invocar el Fin de la Historia aunque esta, como un topo insistente, se resiste y regresa una y otra vez como tragedia y no como el performance que insisten en vendernos.
Indagar en el pensamiento de Karl Marx desde Cuba, que vive una de sus peores crisis en estos más de sesenta años de herejía al capitalismo y de búsquedas, con acierto y desaciertos, de alternativas, puede ser una osadía. La obra de Marx, por lo general, es más citada que estudiada y mucho menos problematizada como herramienta de análisis. Se puede entender que nuestras urgencia son otras y este volver a Marx puede ser intuido como una nostalgia con ademanes afirmativos o una suerte de arqueología ideológica en el sentido positivo del término y no peyorativamente como lo presentan quienes se creen con la verdad única, desdeñando y degradando cualquier contra-discurso al guion establecido después de 1989.
Tampoco este volver a Marx es salir a buscar algo que está perdido o muerto, porque lo han tratado de ocultar sus difamadores inconsecuentes que asumen su negación como negocio publicitario rentable y no cual ejercicio de debate y cuestionamiento científico, o presuntos seguidores que no han podido enriquecer su pensamiento, o han levantado falsas y perecederas obras en su nombre.
Marx es sobre todo un científico social y crítico consecuente del capitalismo. Su obra puede ser considerada un gran relato sobre la modernidad, pero esa narración tiene la virtud de no contentarse con ser una simple descripción del fenómeno. Contiene, además, una crítica a sus contradicciones relevante y permanente, que como es lógico, tiene sus límites como diagnóstico y pronóstico de la evolución de las sociedades capitalistas. Algo que, tanto él como Friedrich Engels apreciaron y reflejaron en obras posteriores al Manifiesto Comunista, considerada por los estudiosos una obra temprana.
El valor de Marx, como cronista y crítico de la modernidad capitalista, tiene una vigencia asombrosa, casi profética. Adam Smith, un clásico del pensamiento liberal no pudo percibir el ímpetu ni desarrollo posterior del capitalismo como lo concibió Marx. Su obra y pensamiento tienen la dimensión de clásico insoslayable para entender el mundo de hoy, donde el capitalismo es un fenómeno global, al extremo que todas sus contradicciones y sus lógicas deshumanizadoras son presentadas y admitidas como fenómenos naturales y normales.
¿Cómo darle la espada a Marx y verlo como una reliquia arqueológica del pensamiento social, cuando en su tesis 11 sobre Feuerbach, devuelve a la filosofía su proyección practica? “Los filósofos lo que han hecho hasta ahora es interpretar el mundo, lo que nos planteamos es transformarlo”; ambiciosa y radical propuesta que hoy en día parece una paradoja por estar tan distante como necesaria.
En este mundo asediado por la incertidumbre posmoderna y dominado como nunca por el pensamiento neoliberal, elevado a la categoría de verdad irrefutable, rector y horizonte de la vida humana, leer o releer el Manifiesto Comunista puede parecer una tarea inútil y superflua, casi una osadía de amantes empedernidos a la ciencia-ficción social. Nada más alejado de la realidad. En su esencia laten verdades históricas que hoy, a 175 años de su publicación, están tan vigentes como aquel febrero de 1848 cuando se publicó por encargo de la Liga de los Comunistas como instrumento de propaganda y agitación política. A pesar de los años de su publicación, mantiene una frescura analítica contundente. Existen pasaje dónde su actualidad y vigencia, y su poder de profetizar la lógica y la naturaleza del capitalismo es asombrosa.
Un marxista norteamericano como Marshall Berman en su libro “Todo lo Solido se desvanece en el aire”, título tomado de una frase del “Manifiesto Comunista”, hace una lectura inteligente y desprejuiciada de la obra de Marx lejos de reduccionismos ideológicos y malabares de movilización social. Nos lo presenta como un hombre de la modernidad, un crítico impecable que le aguó la fiesta, junto con Sigmund Freud y Friedrich Nietzsche, a quienes relatan el proyecto moderno como la consumación de la razón y los ideales de la Ilustración y la Libertad sin percibir los laberintos, las contradicciones, las máscaras trasnochadas entre la libertad y el consumo, donde el hombre moderno se extravía en el espejismo de la razón. Son los análisis de Marx donde se ven los imperativos de esa “mano invisible”, y a veces no tan invisible e indetenible en su ímpetu de destruir y construir en función de su expansión y dominio.
Berman afirma que la obra de Marx es la construcción de una gran narrativa y que en ese relato el actor principal es la propia modernidad, y que en los lucidos análisis del “Manifiesto Comunista”, se produce una dramatización de las contradicciones internas del capitalismo como eje de la modernidad, y sus investigaciones nos muestran claves para entender nuestro tiempo, la modernidad tardía donde vivimos, o para decirlo recurriendo a Habermas; “el proyecto inconcluso de modernidad”.
Quisiera citar de manera extensiva un pasaje del Manifiesto Comunista que nos demuestra la asombrosa profecía de sus pronósticos del desarrollo del capitalismo allá en el lejano y revolucionario año de 1848, demostrando como la evolución de los cambios y las transformaciones que en los últimos tiempos ha tenido el sistema capitalista revalidan el sentido crítico y descriptivo que contiene el manifiesto de sus esencias. Como artificio explicativo, donde él expresa la palabra “burguesía” la sustituiremos por “capitalismo” y notarán que el texto adquiere una connotación de actualidad extraordinaria. Esto también permitirá destacar la transfiguración que hasta del leguaje y su significado proyecta la ola neoconservadora, tratando de vaciar de contenido las palabras con fines y pretensiones de manipulación ideo-cultural: “La burguesía no existe, es una clase rebasada por la historia”.
“La (El) burguesía (capitalismo) no existe sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de trabajo, es decir, todas las relaciones sociales…………Este cambio continuo de los modos de producción, este incesante derrumbamiento de todo el sistema social, esta agitación y esta inseguridad perpetuas distinguen a la época burguesa (capitalista) de todas las anteriores. Todas las relaciones sociales tradicionales y consolidadas, con su cortejo de creencias e ideas admitidas y veneradas, quedan rotas: las que las reemplazan caduca antes de haber podido cristalizar. Todo lo que era sólido y estable es destruido; todo lo que era sagrado es profano, y los hombres se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones reciprocas con desilusión. Impulsada por la necesidad de mercados siempre nuevos, la (el) burguesía (capitalismo), invade el mundo entero. Necesita penetrar por todas partes, establecerse en todos los sitios, crear por doquier medios de comunicación”.
El “Manifiesto Comunista” tiene, entre tantas virtudes, la de rebasar los objetivos de su propósito inicial; la propaganda y agitación política, y se convierte por momentos en un documento de un alcance científico, en una radiografía de la sociedad capitalista que, como diagnóstico de esa sociedad, tiene sus límites. No obstante, fue capaz de captar sus esencias que se trasfiguran, persisten con nuevos rostros, nuevos y viejos dilemas, con su lógica de desvanecer todo lo sólido.
Otra lectura que se puede hacer de la obra monumental de Marx es la de contribuir, con su sospecha de la modernidad capitalista, a convertiste en narrador anticipado del malestar de la cultura occidental y tener una hornada de discípulos directos o indirectos que de una forma o de otra tienen en sus discursos trazas apreciables del aliento cuestionador y crítico de Marx: Gianni Vattimo, Jean-François Lyotard, Daniel Bell, Norberto Bobbio, Michel Foucault, sin presumir de ser marxistas, han tenido un dialogo con Marx como referencia imprescindible.
Manifiesta Fredric Jameson, aludiendo a la vigencia de Marx; “¿no es acaso una flagrante contradicción celebrar el “triunfo definitivo” del capitalismo y, simultáneamente la “muerte del marxismo”, es decir, la muerte de la ciencia que estudia sus contradicciones”.
La obra de Marx está tan vigente como olvidada, tan necesaria como difamada, tergiversada, deformada. Si aplicamos la tesis central de la obra; “Estructura de las Revoluciones Científicas”, de Thomas S. Kuhn, a la obra de Marx, estamos en presencia de un paradigma interpretativo que no desplaza al anterior paradigma (liberalismo clásico) como plantea Kuhn en su metodología, sino que aumenta las posibilidades de entender cuestiones que eran imposibles de descifrar desde el paradigma vigente que nunca es desplazado sino asumido y superado. El liberalismo o neoliberalismo está imposibilitado de ser crítico de sus esencias, la obra de Marx, más que una negación es una consecuencia, un contra-discurso para entender la modernidad capitalista.
La sociedad cubana vive una modernidad atribulada y cuestionada de su proyecto alternativo. Volver a Marx más allá de consignas y deformaciones, a una ciencia abierta anti-dogmática, se hace imprescindible para emprender las reformas que necesita nuestra sociedad. Reformas que no pueden ser un largo y estrepitoso camino a la restauración capitalista, por eso debemos ser críticos, creativos, estar unidos y alertas.
Bibliografía Consultada:
Berman, M. (1988). Todo lo solido se desvanece en el aire. Siglo XXI España
Borón, A. (2010). El Manifiesto Comunista hoy: permanencia, obsolescencia, ausencia.http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100614112302/2cap1.pdf
Castillo, J., Rey, M. (2010). La vigencia del Manifiesto Comunista: importancia para
pensar el estado y la democracia. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100613044232/9rey.pdf
García Linera, A. (2015).¿Es el manifiesto Comunista un arcaísmo político, un
recuerdo literario?. https://semanariovoz.com/es-el-manifiesto-comunista-un-arcaismo-politico-un-recuerdo-literario/
Marx, C., Engels, F. (1848). Manifiesto Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
Ruiz del Olmo. Francisco Javier. (2011). Modernizacion y modernismo. A propósito, lo solido se
desvanece en el aire de Marshall Berman. Razón y Palabra. http://www.razonypalabra.org.mx/N/N75/ultimas/39_RuizdelOlmo_M75.pdf
Todo lo que era sólido y estable es destruido no es lo mismo que todo lo sólido se desvanece en el aire
ResponderEliminarLo que se disuelve solo o con ayuda, no necesita ser destruido. Otros autores utilizan la segunda forma de expresión, no dicha de esa forma en el Manifiesto, para fundamentar que no es necesaria la revolución social. Son representantes de la llamada nueva derecha, que tergiversa el marxismo.
ResponderEliminarEsta frase de Berman, que da título a su libro, se reproduce en La batalla cultural, de Agustín Laje, de la nueva derecha.
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