viernes, 14 de julio de 2023

La comunicación es un arma ideológica ¿qué duda cabe?

Por Cuba en Contexto

“La ideología es el reflejo, en la conciencia de los hombres, de las condiciones sociales objetivamente existentes y, principalmente, un reflejo de las relaciones de producción imperantes y está determinada también, en gran medida, por los hábitos, tradiciones y concepciones que se trasladan de generación en generación, y por la labor de divulgación e inculcación de ideas que se realiza a través de diferentes medios”.
“Como en cada etapa del desarrollo de la sociedad, la clase social económica y políticamente dominante posee siempre el monopolio, casi o totalmente exclusivo, de todos los medios de divulgación y comunicación de ideas, y como dispone, además, del aparato de coerción para reprimir las manifestaciones ideológicas de otras clases que están en contradicción con ella, la ideología dominante en cada momento será, por lo general, la ideología de dicha clase”.
Estas citas pertenecen a las Tesis y Resoluciones al I Congreso del PCC, en el acápite de la “Lucha Ideológica”.
Cuando la Comunicación es movida por motivación ideológica, se convierte en Política y esta no solo promueve la llamada Propaganda, sino que se complejizan todos los procesos, pues esta modalidad de la Comunicación intenta, además de transmitir, imponer sus signos, significados y significantes, sus símbolos y paradigmas.
La Comunicación Política construye toda una red de mensajes y nichos comunicacionales que soportan su necesidad de imponer el mensaje de los dueños tras los emisores.
En el caso del capitalismo, el poder político e ideológico de los grupos hegemónicos impuesto a través de los consumos; culturales, comerciales, de entretenimiento.
En el caso del Socialismo; como se diría en el propio documento ya citado: “dirigida a educar en las ideas socialistas a todo el pueblo trabajador y a vencer las supervivencias del capitalismo y neocolonialismo en la conciencia social, es, de hecho, la continuación imprescindible de la lucha de clases contra el imperialismo y los explotadores de ayer”.
Una condición indispensable de la Comunicación Política es que para imponer su mensaje debe, la mayoría de las veces, destruir los símbolos y paradigmas ya preestablecidos en sus “públicos meta”, y lo hace sin que el receptor lo descubra, sin que lo perciba, de manera que acepte los nuevos paradigmas de consumo sin resistencia. Básicamente, en esto se basa la “Ingeniería del Consenso”, de quien se considera el padre de las relaciones públicas, Edward Bernays. 
Este consenso inducido, lleva como objetivo la naturalización de conceptos, y si estos se desarrollan en tiempos de crisis conducen a que usted asuma como bueno lo que en otro contexto quizás rechazó. En el caso de la Comunicación Política; se imponen agendas personales o grupales, el “clickbait”, los contenidos lacrimógenos, más dirigidos a la activación de conductas sentimentales que racionales, que solo llevan a la desideologización de la sociedad.
Buscando llegar a más público, la Comunicación Política pierde su esencia de Lucha Ideológica entre Capitalismo y Socialismo, la cual el Comandante en Jefe, definió como una competencia que va más allá de la pugna entre un sistema de relaciones político económicas y otro, sino como cuestión de supervivencia humana, pendiente de la capacidad disminuida del planeta para mantener los actuales niveles de consumo que le impone el Imperialismo. (Cumbre de Río.1992)
En estas circunstancias históricas concretas, durante el proceso de estudio y aprobación de la Ley de Comunicación Social, se debatió un problema que trasciende a esa norma jurídica; la apropiación, asimilación, naturalización que se ha hecho en nuestras plataformas comunicacionales, en la gestión comunicacional política, de términos, conceptos y modos de comunicar que incluyen publicidad comercial, una retórica del amor, de un discurso simplista y asequible a todos, que puede ser funcional para planos diferentes de nuestras instituciones, pero no para el Partido y quienes lo representan. > Saul: Quizás el cambio de Guerra Ideológica por Guerra Cultural, solo para usar un ejemplo, se vea hasta lógico, pero una Revolución socialista no es cualquier revolución. Necesita de un pensamiento para defenderse en el plano de las ideas.
 “Aquí se ha hablado de conceptos que están un poquito en desuso gracias a nuestras derrotas, como lucha de clases, burguesía, imperialismo, nos hemos dejado apagar las categorías que nuestros teóricos crearon para defendernos, como si con eso fuéramos a comunicar mejor, y las concesiones, como descubrió otro gran teórico que se llama Mijaíl Gorbachov, sólo conducen a más concesiones”.
“Si no conectamos a nuestros pueblos con esto no tiene ningún sentido, nuestra doctrina defensiva se llama Guerra de todo el pueblo, no «guerra sin el pueblo», entonces hay que pensar en todo lo que podamos hacer para que este conocimiento no desideologizado, no despolitizado, sino con un contenido político claro y explícito, se conecte con las necesidades de la lucha ideológica hoy en nuestros países, y particularmente en Cuba, que es centro de una muy intensa”.
Los párrafos anteriores fueron parte de la Intervención en el Coloquio Internacional sobre Comunicación Política Patria, el 13 y 14 de marzo de 2023, del desaparecido compañero Iroel Sánchez.
Los medios de comunicación, sean cuales fueren, son medios de producción, en su caso de producción de ideologías, de consumos comunicacionales que se revertirán posteriormente en consumos comerciales y políticos. Por ende, sus profesionales se convierten en “intelectuales orgánicos”, según el concepto gramsciano, de la clase que ostenta el poder sobre esos medios. Lo que nos lleva a una pregunta.
¿Sí para la gestión de los medios de comunicación en Cuba, ya el Partido no participa en la elaboración de la agenda editorial, que garantías tiene de que no se vea influenciada por una agenda pública o una gestión profesional de los medios despojada de conciencia de clase, que naturalice un discurso sin conceptos políticos “duros”?
Y podría surgir otra pregunta; ¿Le conviene al Partido ese tipo de comunicación, por definición, contraria a sus documentos constitutivos y a su misión como garante de la construcción de una sociedad socialista?
La primera señal de preocupación debería ser cuando se induce al Primer Secretario del Partido a tratar públicamente dos temas en los que indudablemente no estuvo bien asesorado. Ocurrió durante la entrevista concedida a Rusia Today, cuando se refirió a que en Cuba las normas para hacer periodismo databan del tiempo de la colonia, y al explicar la libertad y facilidad con que se pueden construir las agendas en las redes sociales.
Las Tesis y Resoluciones al I Congreso del PCC ya mencionadas, tienen un amplio acápite dedicado a los Medios de Difusión. Desde 1987, está establecida la Política de Comunicación, ratificada por Plenos y Congresos de la UPEC, y por el Buró Político del CCPCC, y tal es así que para la gestión de la agenda editorial la nueva Ley tiene un tratamiento similar: “que la política editorial de un medio la decide su director, y ante la duda tiene prioridad la publicación antes que la consulta”. ¿Por qué invisibilizarlo?
Periodistas y comunicadores dominan, desde hace mucho, varias teorías de la Comunicación; el gatekeeping, el funcionalismo, la Espiral del Silencio, solo por citar algunas. Todas planteadas desde la perspectiva norteamericana u occidental. El crowdsourcing o los contenidos elaborados mancomunadamente, y los diseños multiplataformas, son los mismos sueños de quienes creen en una Internet libre. Todas estas teorías y conceptos están sujetos, como el resto de la “información-mercancía”, a las leyes del mercado.
El libre albedrío en el consumo, análisis y generación de contenidos es tan mítico como lo es la imparcialidad del comunicador, del emisor y de sus dueños, sean quienes sean. Lo cual nos hace regresar a nuestras dos preguntas. > Saul: El periodismo y la Comunicación, dígase; prensa, teatro, cine, incluso la propia comunicación educacional e institucional, que se debe realizar desde los sistemas públicos en un país en construcción Socialista, es un medio para ejercer la voluntad de la clase social en el poder, lo cual en Cuba significa el Pueblo, o al menos las instituciones, organismos y organizaciones que lo representan.
No existe el periodismo objetivo, no existe el periodismo sin agenda política, como no existe agenda pública alienada de la agenda política y viceversa, y mucho menos en Cuba. Eso es una desfachatez conceptual. Pretender en Cuba, desligar la llamada agenda pública y editorial, de la política, es sinónimo de brecha de intereses entre nuestro Estado y Partido, y el Pueblo.
Es un peligro, por naturalización, por falta de visión política y preparación ideológica, o por necesidad de salir de una situación crítica sea social o económica; adoptar lo que se ha convertido en uso cotidiano como la solución correcta, o la menos conflictiva y traumática, o la más parecida al mundo.
Con esas estrategias, veremos con más fuerza, tendencias en Cuba presionando por desmovilizar el pensamiento revolucionario, la crítica comprometida con la Revolución, para descaracterizar, desacreditar, las posturas que sean más radicales, con acusaciones de fundamentalismo, resentimiento, oportunismo, en defensa de determinados principios que resultan ya incómodos para quienes empiezan a pensar más en intereses económicos o sectarios, que en los costos de los cambios en materia de justicia social.
 “Nuestra lucha ideológica, dirigida a educar en las ideas socialistas a todo el pueblo trabajador y a vencer las supervivencias del capitalismo y neocolonialismo en la conciencia social, es, de hecho, la continuación imprescindible de la lucha de clases contra el imperialismo y los explotadores de ayer. Se trata de una lucha compleja que requiere tenacidad y firmeza, adecuada y permanente atención, y sistemática y organizada utilización de los recursos y medios disponibles”.
“Por todo lo anteriormente expuesto, las tareas de la lucha ideológica deben ocupar un primer plano en la actividad de nuestro Partido Comunista”.
Extractos de Tesis y Resoluciones al I Congreso del PCC. 1975.
Quiénes hoy están olvidando que Cuba es una plaza sitiada y que no va a dejar de serlo, están cometiendo un grave error, una irresponsabilidad descomunal con la Historia y el legado de Fidel, y tantos revolucionarios, o una flagrante traición. Eso incluye a la Prensa Nacional, y su mayor referente en las últimas décadas, el Dr. Julio García Luis, en sus tesis de doctorado, afirmó que “en Cuba no podrá existir una Prensa Libre, mientras persista la agresión de los Estados Unidos”.
Quién olvida las ideas y cómo cultivar ideas, tiene que asumir que se empantanará en una sociedad cada vez más técnicista, más primaria, individualizada.
Los medios de creación ideológica no pueden subordinarse a presupuestos, ni a intereses personales. Es una prioridad y un deber del Estado revolucionario, pero también una necesidad. Sí el Estado no promueve la prensa que necesita, el cine que necesita, la literatura y los contenidos educacionales que necesita para que siga existiendo el Socialismo en Cuba, para que se recuerde el legado de Fidel y Raúl, está incurriendo en Suicidio.
La sistematicidad de un trabajo de educación política e ideológica, deviene necesidad vital de un proceso político y principios filosóficos que son opuestos a los retrógrados basamentos del Imperialismo. No son banalidades las que hará más consciente políticamente a nuestra sociedad, más socialista, más patriota. Ni facilismos lingüísticos, hashtags pegajosos, o soluciones tácticas.
Fernando Martínez Heredia, expuso en “Cuba, los Estados Unidos y el mundo de los contratos”: “Estamos viviendo en Cuba un tiempo crucial de enfrentamiento cultural entre el socialismo y el capitalismo. 

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