miércoles, 19 de julio de 2023

Diversidad y diferencia desde la resistencia. Vigencia de la alternativa cubana.

" El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos."

Karl Marx

Por Vibani J. Hidalgo

En el contexto de la guerra impuesta por el capitalismo a escala global, la defensa plena de la diversidad humana y social implica asumir el concepto de resistencia al sistema.
Las diferentes formas de pensar, sentir y vivir expresadas en la multiplicidad de identidades, comportamientos, creencias y valores que enriquecen a una sociedad, se enfrentan permanentemente con la cultura capitalista de dominación mundial.
Una de las formas que adquiere esa ofensiva cultural consiste en la mistificación de la diversidad, que vacía su contenido realmente situado en un contexto socio histórico concreto, para adecuar su abstracción al proceso esencialmente homogeneizante de conquista y reconquista de territorios y subjetividades propio del sistema de acumulación capitalista. 

Una batalla por la vida. Hasta morir si es preciso.

Y hemos escuchado esta misma palabra, esta misma frase, en voz de otros pueblos indios, de campesinos, de obreros, de estudiantes, de mujeres, de jóvenes, de maestros, de ancianos, de pequeños comerciantes: “¡hasta morir si es preciso!”.

El sistema capitalista exige la explotación infinita del trabajo y la naturaleza, lo que permite a las élites económicas seguir obteniendo los máximos beneficios. Sin embargo, en un planeta con recursos finitos, ésta exigencia es al mismo tiempo una sentencia, pues resulta cada vez más evidente que el único límite del sistema es la aniquilación de la vida humana en el planeta, ya sea por el agotamiento de los recursos naturales, los efectos ambientales derivados de la explotación ilimitada de los mismos o las nuevas guerras por su apropiación.
Los problemas locales deben verse desde la óptica de los problemas globales. El capitalismo constituye la mayor amenaza para la Humanidad

Mientras tanto, en la antesala de un punto sin retorno para la humanidad, la guerra permanente del capital destruye las fronteras geográficas y éticas con el objetivo de abrir paso a los negocios, regidos siempre por la lógica del lucro, donde el mundo entero es concebido como un gran mercado y las múltiples formas de vida son convertidas en mercancía.

La apropiación privada de la totalidad de los recursos del planeta se vuelve algo indispensable para que las grandes corporaciones incrementen continuamente sus ganancias económicas, extendiendo así los procesos de acumulación y sus consecuencias destructivas a escala planetaria. 

La realidad actual parece mostrar que no habrá una crisis final del capitalismo que no implique al mismo tiempo la extinción de la especie humana, y que la única forma de superarlo es destruyendolo en sus fundamentos, es decir, combatiendo simultáneamente en todos los frentes que incluyen las formas económicas e ideológicas que lo sostienen y legitiman.

En este sentido, la batalla abarca hoy cada territorio y cada espacio de la vida humana donde se imponen los principios económicos del sistema y los medios culturales que sirven para su reproducción. Por lo tanto, vivimos en un mundo en el que la diferencia fundamental se define precisamente ahí donde existe la resistencia, y ésta es hoy, al mismo tiempo, un combate por la vida.

Las rebeldías anticapitalistas son de vital importancia en su doble carácter de luchas de resistencia y luchas de transformación, ya que demuestran que sólo a través del esfuerzo consecuente por la emancipación es donde pueden surgir alternativas reales de vida digna para todos. Y es en éste sentido que la Revolución Cubana representa también una auténtica diferencia, como defensa radical de la dignidad humana y alternativa frente al permanente reordenamiento capitalista del mundo.  

Desde el empeño en la construcción del socialismo, donde confluyen la defensa de la soberanía nacional y la lucha por la justicia social, el pueblo de Cuba ha consolidado históricamente su propia forma de resistencia como desafío revolucionario creador y defensa de la revolución frente a las permanentes agresiones del imperialismo. 

Al mismo tiempo, el carácter popular de la revolución ha hecho del socialismo cubano una experiencia excepcional, que se nutre de la diversidad para defender su diferencia, convirtiéndose en un referente imprescindible para los esfuerzos que en el mundo existen por construir un futuro posible para la humanidad. 

Sin embargo, precisamente por su carácter emancipador, la alternativa cubana se convierte también en un blanco estratégico de la guerra capitalista de aniquilación de las diferencias y suplantación de las diversidades. La ofensiva cultural pretende negar la diversidad nacida de la Revolución y sostenida en la resistencia, para reemplazarla por productos mediáticos diseñados desde los centros de poder hegemónico, es decir, sustraerla de sus raíces socio históricas concretas para sustituirla por fórmulas vacías. 

La cultura de la fragmentación parte de que en la actualidad es inevitable el reconocimiento de las diversidades humanas y sociales. Ella está dirigida a controlar y manipular esas diversidades para que constituyan una fuente de debilitamiento, y no de enriquecimiento de los oprimidos.

En la guerra cultural del capitalismo contra los pueblos, se despliegan múltiples mecanismos de dominación simbólica que funcionan para naturalizar el continuismo del sistema a escala mundial, éste continuismo requiere la destrucción de cualquier alternativa y la reproducción constante del pensamiento único que en su variedad de versiones lo legitime. 

Para suprimir las alternativas resulta imprescindible prevenir y eliminar las resistencias, y para reproducir el pensamiento único es necesario desplegar múltiples dispositivos de homogeneización. 

Así, una característica fundamental del continuismo capitalista es la imposición de una homogeneidad  a escala global, mediante la que se pretende naturalizar como destino universal, por encima de las diferencias y diversidades humanas, un sistema que genera los mayores beneficios para una minoría a partir de la exclusión, despojo y explotación de la inmensa mayoría de la población mundial. 

“En la etapa actual de la globalización neoliberal, la homogeneidad no es sino la mediocridad impuesta como uniforme universal. Y si en algo se diferencia de la locura hitleriana, no es en su objetivo, sino en la modernidad de los medios para conseguirlo.” Marcos SCI (2013)

La estrategia de dominación cultural del capitalismo se basa, sobre todo, en la reproducción de los valores y símbolos que son más funcionales al sistema, ocupando así cada uno de los espacios cotidianos con formas de significar la vida social de manera acorde al principio de lucro e instaurando el dominio del interés privado sobre la vida colectiva. La producción de una cultura de la fragmentación es útil para esos fines y se sostiene en la homogeneización diversificada de la sociedad que, rechazando el concepto de igualdad, opera especialmente desde la administración de diferencias rentables, así como a través de la cosificación y atomización de los sujetos sociales. 

A partir de un modelo de mercado, “Vive la diferencia” será el slogan (en su raíz etimológica “grito de guerra”) que en el sistema capitalista promoverá artificialmente una diversidad mistificada, regulada por patrones predefinidos correspondientes a objetos de consumo específicos, modas y modelos prefabricados, así como preferencias e intereses que resulten más lucrativos y menos subversivos. Como señala Martínez F. 
(2001) 

“Las diversidades que se admiten y divulgan, los momentos y las formas en que se hace, son objeto de una política de la dominación, articulada con la de homogeneización de los consumos, los gustos, las informaciones, las ideologías, los ritos ciudadanos, que se llevan a cabo a escala mundial.” (p.277)

El mismo slogan se extenderá al campo político ideológico, donde cualquier idea será aceptada y cualquier diferencia política bienvenida en tanto no suponga una amenaza al sistema, es decir, mientras no represente una oposición real. El liberalismo servirá como doctrina política, económica y social para legitimar de manera eficiente ese orden de dominación y hacerlo coherente con la democracia burguesa, destacando y defendiendo permanentemente diversidades neutralizadas, que no interfieran con los intereses imperantes de clase. 

Las diferencias aceptadas serán enmarcadas por la ideología dominante con el objetivo de perpetuar el pensamiento único, desde donde se pretende negar cualquier futuro fuera del capitalismo y establecer como única cultura posible la que sirve al sistema. El pensamiento único, expresado en la resignación y el conformismo en torno a la idea de que no existe otra manera de organizar la vida social, reforzará el continuismo paralizante del sistema.

Pero si la expresión fundamental de la diversidad y la diferencia en una sociedad es la transformación, es decir, la posibilidad de crear colectivamente alternativas de vida digna para todos, este aspecto tendrá que ser suprimido en el marco estrecho de la cultura capitalista, para sustituirlo por formas acotadas y artificiales, presentadas como productos mediáticos de acceso individualizado para unos cuantos a través del consumo, el entretenimiento y la publicidad. 

La negación de la diversidad y la diferencia realmente existentes en su potencial transformador, requiere en primer lugar una política de ocultamiento de las diferencias producidas por un sistema sostenido en las desigualdades sociales. 

Como apunta Martínez F. (2001) “El capitalismo está obligado a luchar por excluir la autoidentificación de los oprimidos, su identificación del enemigo, sus tendencias a unificar esfuerzos, organizarse y proyectar caminos, se trata, en fin, de excluir las luchas de clases.” (p.177) 

Éste ocultamiento opera como un mecanismo de debilitamiento para los excluidos y una herramienta más de dominación para las élites, es decir, una política del ocultamiento de las diferencias de clase como elemento central de una cultura de la fragmentación. 

Otras diferencias 
Los “diferentes” se igualan como “víctimas”. También se igualan en su decisión de resistir y acometer.                                                                                                                              Pablo Gonzalez Casanova

Por una parte, el discurso político liberal busca encubrir las diferencias de clases, por otra, la ofensiva neoliberal en el plano económico ha profundizado las desigualdades sociales en los países capitalistas, acentuando esas mismas diferencias que tienen una expresión violenta en los mecanismos que las élites económicas utilizan para defender sus intereses y eliminar las resistencias de los excluidos.
Así, en las sociedades capitalistas los discursos políticos se diversifican pero los intereses que se imponen se homogeneizan. La misma ideología tiende a disfrazarse con ropas nuevas para ocultar los intereses de los viejos conquistadores, contribuyendo así a la institucionalización del despojo y la fabricación de la guerra como negocio a escala global. En este sentido, Klein N. (2007) apunta: “Un problema recurrente se presenta cuando tratamos de relatar la historia de la cruzada ideológica que ha desembocado en la privatización radical de la guerra y del desastre: la ideología cambia continuamente de forma de nombres y de identidades.” (p.3) > Saul: La presentación diversificada de la misma ideología que permite a las élites reafirmarse y unificarse, también forma parte de la política del ocultamiento que sirve para encubrir sus intereses de clase frente a los excluidos. Esa política es útil para prevenir las resistencias, disfrazando los antagonismos de clase en la sociedad para diluir el potencial subversivo que existe en la identificación de las mayorías oprimidas y su articulación en una alternativa transformadora. Es así como uno de los mecanismos de la dominación cultural capitalista se basa en el ocultamiento de las diferencias antagónicas relacionadas con el lugar que se ocupa en la sociedad de clases.
En Estados Unidos no se permite a nadie hablar sobre diferencias de clase. De hecho, en éste país sólo se les permite a dos grupos tener conciencia de clase. Uno de ellos es la comunidad empresarial, que tiene una rabiosa conciencia de clase. Su bibliografía abunda sobre el peligro de las masas y su creciente poder, así como en alternativas para combatirlas, es un poco como marxismo vulgar, pero a la inversa.
El otro grupo es el sector de la alta planeación del gobierno. Ellos también tienen una fuerte conciencia de clase. Se preocupan mucho de las aspiraciones de ascenso social del hombre común y de las masas empobrecidas que están buscando mejorar su calidad de vida, dañando así el clima propicio para los negocios. Por eso pueden darse el lujo de tener conciencia de clase. Tienen un trabajo que hacer. Pero les resulta sumamente importante hacer creer al resto de la población que no existe cosa alguna que pueda llamarse clase. Todos somos iguales. Todos somos norteamericanos. Vivimos en armonía. Trabajamos juntos. Todo está muy bien. (p.86)
Sin embargo, los antagonismos y la lucha de clases existen como una característica inherente al mundo capitalista, por lo que el concepto de clase social como herramienta teórica y práctica seguirá dando cuenta de la realidad y funcionando, desde las resistencias, como instrumento de acción política para pensar esas otras diferencias que sirvan a la transformación social.
Frente a la homogeneidad reproducida por la cultura capitalista emergen continuamente las rebeldías, que son afirmación de la diversidad humana en su sentido transformador. Ante el continuismo paralizante del sistema, los diferentes que combaten por construir alternativas de vida digna para todos, se identifican y resisten negándose a desaparecer entre los millones de excluidos. No es posible entender la diversidad y la diferencia sin considerar el potencial creador que nace de esa rebeldía organizada, concebida como unión de esfuerzos por construir un futuro diferente al impuesto por el capitalismo, donde sea posible la expresión de la variedad de formas de pensar, sentir y vivir hoy condenadas dentro del sistema de dominación mundial. 
Pero la defensa de la diversidad sólo puede existir en el contexto concreto de la lucha de clases, y es dentro de ese mismo espacio de antagonismos en el que también se crean las condiciones para la emergencia de una auténtica unidad, donde las mayorías excluidas se igualan en la decisión de resistir y combatir un sistema que los oprime y desprecia precisamente por el hecho de ser diferentes, es decir, por pertenecer a cualquier grupo dentro de esa proporción mayoritaria de la población mundial que resulta desechable para los intereses del capital. En este sentido, la unión de esfuerzos diversos en torno a la creación de alternativas opuestas al capitalismo es una fortaleza para los oprimidos, y una necesidad para avanzar en la lucha por su emancipación. La diversidad y la diferencia que en el sistema capitalista representan un peligro que debe ser neutralizado en su sentido revolucionario, para las resistencias de abajo que buscan subvertir ese orden de dominación constituyen la condición misma de su existencia.  > Saul: Como se ha planteado antes, si hoy la diferencia en el mundo está ahí donde existen las resistencias a la hegemonía capitalista, para que la resistencia sea posible (en su doble sentido de creación y defensa), es necesaria la unidad alrededor de proyectos radicalmente emancipadores. En este aspecto, resulta importante considerar algunas aportaciones del pensamiento de Fidel Castro Ruz en torno al concepto de unidad que, por su vigencia y alcance, además de brindar enseñanzas para las diversas luchas en el mundo, permiten comprender mejor los fundamentos de la unidad en revolución y su función en la defensa del socialismo cubano frente a la ofensiva ideológica imperialista:  
Lo ideal en política es la unidad de criterios, la unidad de doctrina, la unidad de fuerzas, la unidad de mando como en una guerra. Porque una revolución es eso: es como una guerra. (...) Ahora, eso es lo ideal. Otra cosa es lo real. Y creo que cada país tiene que acostumbrarse a ir librando su batalla en las condiciones en que se encuentre. ¿No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo, ponerse de acuerdo en una serie de objetivos.
Sin embargo, esa unidad política no sólo está marcada por los encuentros, sino también por los desencuentros necesarios, no sólo por su carácter abierto sino también por su acotamiento fundamentado en la dimensión ética de la unidad. Ésta dimensión también resalta en el pensamiento de Fidel cuando señala:   
Para mí, unidad significa compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias, a los que se llega mediante debates y análisis. Unidad significa la lucha común contra anexionistas, vendepatrias y corruptos que no tienen nada que ver con un militante revolucionario. A esa unidad en torno a la idea de la independencia y contra el imperio que avanzaba sobre los pueblos de América, es a la que me referí siempre. (Fidel Castro, 2008) 
Aquí, la unidad se plantea como un espacio colectivo donde se comparten principios irrenunciables, es decir, no negociables. Los principios socialistas revolucionarios, antiimperialistas, independentistas, anti anexionistas, y la convicción de defenderlos hasta las últimas consecuencias, constituyen la base de la unidad como combate compartido. Al mismo tiempo, se reafirma la necesidad de luchar permanentemente contra las expresiones de corrupción, oportunismo, mercenarismo y otras tendencias reaccionarias que no se corresponden con la ética de la revolución. 
Considerando lo anterior, es posible comprender mejor el carácter liberador y anti sectario que ha prevalecido en la forma de unidad dentro de la Revolución Cubana. Al buscar la inclusión de todas las causas justas de una sociedad diversa en sintonía con la universalidad del socialismo como proyecto humano emancipador, la unidad ha favorecido la participación de todas las fuerzas auténticamente revolucionarias para intentar realizar los ideales de libertad y justicia que ese proyecto representa para Cuba.  
Por otra parte, la relación compleja entre proyecto emancipador y poder revolucionario, constituye esa otra dimensión de la unidad donde se articula la alianza inquebrantable entre el pueblo organizado y su gobierno revolucionario. Unidad que resulta tanto más sólida cuanto que ha nacido de la praxis de una revolución popular, caracterizada por la coincidencia entre ética y política, donde el ejemplo del liderazgo histórico de la revolución se ha hecho fuerza moral asumida por la dirección actual del país. Ese legado ético y político se sintetiza en los fundamentos del Partido Comunista de Cuba, como Partido único y herramienta principal del pueblo organizado para definir su propio destino.  > Saul: La experiencia cubana muestra que sólo la materialización de la unidad en sus organizaciones populares y de masas ha sido capaz de garantizar la continuidad de la Revolución y sus conquistas. Y que, si bien, esas organizaciones necesitan siempre de una constante autocrítica honesta y comprometida que contribuya a su permanente mejoramiento, con mayor determinación requieren de una defensa intransigente frente a los enemigos de la revolución, que pretenden deslegitimar los principales instrumentos de creación y defensa con los que cuenta el pueblo revolucionario para hacer converger todos los esfuerzos posibles en la consecución del socialismo.
La unidad constituida en torno al socialismo como alternativa emancipadora, y ratificada por la mayoría de los cubanos en el referendo constitucional de 2019, es justamente la expresion de una sociedad diversa que rechaza activamente las múltiples formas de opresión, discriminación y exclusión articuladas con la matriz económica de dominación capitalista.
Esa diversidad expresada en el potencial creador de la sociedad desencadenado por la Revolución, representa una fuente de riqueza para el socialismo cubano que necesita recrearse constantemente defendiendo su derecho a la diferencia frente al sistema hegemónico mundial. “La diversidad social en movimiento es una gran riqueza del país y un potencial de renovación de todos los aspectos de la vida social, que puede fortalecer mucho al socialismo, si sus ideales, actividades y organizaciones sienten que el socialismo es su vehículo, y si los órganos y la cultura socialista son capaces de hegemonizarla.” (Martínez F. 2001. p.43)
Sin embargo, es claro que en el contexto de la actual guerra económica, política, cultural y mediática impulsada por el imperialismo estadounidense en contra de la Revolución Cubana, siempre resultará necesario pensar la diversidad y la diferencia desde la unidad de la resistencia, que también implica combatir el pensamiento divisor representado por quienes, manipulando la realidad y los conceptos, buscan justificar para Cuba la injerencia de los intereses extranjeros del norte, la tolerancia de acciones mercenarias y otras tendencias regresivas que, en sus formas más oportunistas, reivindican el liberalismo como ideología y desde el ejemplo de las democracias burguesas apuestan por la restauración capitalista en el país apelando al viejo modelo de la república neocolonial. 
Frente a los intentos de instaurar una cultura de la fragmentación, una de las tareas del pensamiento crítico revolucionario es, por un lado, desmantelar las simulaciones que buscan manipular el sentido de la diversidad existente dentro de una sociedad en transición socialista, con la pretensión de homogeneizarla de acuerdo al carácter reaccionario del liberalismo como ideología útil a los intereses del imperialismo; y por otro, continuar asumiendo, pensando y trabajando desde las diversidades mismas para que sigan representando una fortaleza que continúe concurriendo en la creación del socialismo. 
Finalmente, la transición socialista ha implicado en su continuidad la diversidad y la diferencia potenciadas por la Revolución. En el contexto actual de la guerra cultural no se puede entender esa diversidad y diferencia sin el concepto de resistencia a la dominación capitalista, eso también representa para Cuba el socialismo como alternativa emancipadora que nace y se hace con la Revolución. 

Referencias

Boletín de la Junta de Ciencia y Seguridad de los Científicos Atómicos. (2020). Declaración del reloj del fin del mundo 2020. Accesible en: https://thebulletin.org/doomsday-clock/current-time/

Castro, F. (1971). Conversación del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz con los estudiantes de la Universidad de Concepción, Chile, El 18 De Noviembre De 1971. Accesible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/conversacion-con-los-estudiantes-de-la-universidad-de-concepcion-chile

Chomsky, N.(2001). Cómo mantener a raya a la plebe. Siglo XXI. México. 

Harnecker Marta (2016). Los grandes aportes de Fidel al tema de la unidad. Accesible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=535055491006

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