martes, 20 de febrero de 2024

Como son las cosas cuando son del alma: Una reflexión sobre Estados Unidos (II)

Por  Alejandro Sánchez.

El futuro inmediato de los Estados Unidos es un tema muy interesante por lo que redunda para el mundo y, claro, para Cuba.

De un post anterior, el análisis más objetivo y, al parecer, acertado, nos coloca ante un gobierno republicano y de lo peorcito que pudiéramos ver.

Un pequeño vistazo a los estados que apoyan a Texas en su “rebelión”, nos muestra que en el futuro político inmediato tendrá un peso importante la población del Medio Oeste norteamericano, el Sur de herencia confederada y esclavista, en su mayoría estados agrícolas, con yacimientos petrolíferos, ricos en mano de obra y en industrias abandonadas o sobrevivientes; estados de polvo y tornados, de pueblos abandonados, de supremacistas blancos, de latinos antinmigrantes (incluidos la Mafia Anticubana de Florida), de milicias radicales, fundamentalistas religiosos y anti-sistema, de amantes de la libre empresa y el libre mercado que impone un gobierno federal que al mismo tiempo odian y califican de corrupto, yuppie, socialista y gay.

El “New American Millennium”, y el “City upon a Hill”, fueron los que hicieron grande a Estados Unidos: el expansionismo, el liberalismo, el Estado como simple garante de los derechos de los ricos, la Doctrina Monroe, llevaron adelante la invasión y ocupación de todo el territorio continental de Estados Unidos, el robo de la mitad de México, de Hawái y otras islas del Pacífico y, su debut como Metrópoli colonial en la guerra contra España, la primera guerra imperialista como la calificara Lenin.

El expansionismo comercial a cualquier costo encumbró a los Estados Unidos, pero lo llevó a su primera Gran Crisis, en la década del 20. Y, paradójicamente, fue ese derrotero económico entre los años 20 y 60, aproximadamente, quien marcó la imagen que el Mundo y el propio pueblo norteamericano tienen de sí.

El New Deal produjo un norteamericano de Clase Media, de familia tradicional, con su auto, su verja blanca y mascota Golden Retriever, incluidas, y su fin de semana de MLB, NBA o NFL, o de “beach weekend” en Cancún, Punta Cana o Varadero. Ese período de tiempo creó el tan conocido “America Way of Live”.

Ese ciudadano norteamericano representaba el bienestar norteamericano y la defensa de sus valores, mientras a la sombra el otro Estados Unidos se recuperaba. No fue hasta el escenario posterior a la II Guerra Mundial que tuvo la oportunidad de desatarse del amodorramiento del New Deal.

El Plan Marshall, la caída de las grandes metrópolis coloniales europeas, su crecimiento económico industrial y la Guerra Fría, dieron la oportunidad para que Estados Unidos se lanzara a la conquista del Mundo.

Pero, para mantener ese crecimiento, para que su propio pueblo financiara esa expansión, Estados Unidos necesitaba que su población consumiera, que comprara. No importa qué; bienes materiales, nuevos valores, modas, anticomunismo, “guerras justas”, o la imagen de un país signado por la Providencia para liderear al Mundo. Lo importante era que compraran compulsivamente.

El Gran Capital primero convirtió a Estados Unidos en un gran mercado de consumo de todo lo “Made in USA”, del “American Way of Live”, para a su vez convertirlo en objeto de deseo, en producto para los consumidores del resto del planeta. La sociedad norteamericana, incluyendo a los inmigrantes que se transforman inmediatamente, son una sociedad variopinta, diversa, pero con un único factor común; ese modo de vida americano, esa postal de ensueño de la casita, el auto, la verja blanca y la mascota, no importa que seas anglosajón, un negro profesional, un yuppie, gigoló, o un diverso-sexual, republicano o demócrata.

Logrado esto en Estados Unidos, ya no hacía falta el New Deal; el liberalismo, ya transformado en Neoliberalismo, con sus flamantes Chicago Boys, comenzó a destrozar el estado de bienestar en América y el expansionismo, el Mundo como un patio de juegos, volvió por sus fueros.

Esa imagen edulcorada del suicidio en masa de la Humanidad en favor de los Súper-Hombres, de los Estados-Financieros o las Bancas-Estado, ha sido eficientemente vendida a todos. Y, una vez perdida la amenaza de una sociedad antagónica que llamaba a la cordura, el Socialismo, vino la tercera ola neoliberal, el capitalismo libertario. La que vivimos actualmente.

El modelo de esa sociedad está en crisis; no solo económica, sino espiritual y moral:
El libre mercado empobrece y endeuda a esos mismos agricultores del Medio Oeste y a los antiguos trabajadores de las factorías de Detroit, molestos con el gobierno federal y los grandes bancos, debilitando la capacidad productiva nacional, como otro tanto ocurre ahora en Europa, lo cual incide en el nivel de vida, la capacidad de compra y la posibilidad de la casita con verja blanca, auto y mascota. La solución, que es la intervención del estado, es vista al mismo tiempo, como una violación al libre mercado, a la sacrosanta propiedad privada. Paradojas de la vida.

Las multidiversidades (de género, culturales, raciales, ideológicas, ecofriendlys y etc), que tan bien funcionan para fingir luchas democráticas, siempre y cuando no vayan contra el sistema, debilitan la identidad nacional que depende mucho de los tradicionales valores cristianos anglosajones y, por ende, redundan en más fundamentalismos y crímenes contra las libertades y los derechos. Paradojas de la vida.

Cada vez más, Estados Unidos y el norteamericano, se convierten en una caricatura, una mala caricatura, de lo que fue y quiso ser, y a una caricatura no le teme nadie, apenas diviertes, pero no inspiras ejemplo a seguir. Cuando alguien se convierte en la burla, en el hazmerreír, por regla general, acudes al odio, al resentimiento y a la violencia para recuperar lo que crees tuyo.

Ese es el futuro próximo de Estados Unidos y sus principales aliados europeos. Esa población que votaría por Trump, parte de los congresistas y senadores, en noviembre, que aplaudirá y apoyará cualquier medida que haga a “America Great Again”, no gusta de los comunistas, no gusta de Cuba, ni de China o Rusia, en la cual siguen viendo a la URSS; les da igual que su ejército lance bombas en cualquier parte del mundo, aun cuando sean atómicas, porque ni siquiera conocen la geografía más allá del condado donde viven.

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