lunes, 22 de abril de 2024

Dirección de la sociedad en Cuba: Un tema para pensar


Por  MSc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera

Durante muchos años me he dedicado al ejercicio práctico de la labor de dirección, y al mismo tiempo, al estudio teórico de los contenidos que abarca esta ciencia, a su investigación, también a su impartición docente en los cursos de cuadros de todas las estructuras existentes en el país, desde la base a la nación.
No hay temas en esta ciencia que no cuente con un alto nivel de complejidad, tanto por el contenido del objeto que se dirige, como sus formas, métodos y procedimientos que se utilizan para hacerlo, y otros elementos técnicos de ese proceso, como pueden ser los relativos a las funciones generales de la dirección, la política y el trabajo de cuadros, con todos sus subsistemas de trabajo, las concepciones filosóficas, económicas, sicológicas, sociológicas y de otro tipo que se consideran y aplican y forman parte de las diversas escuelas existentes a nivel mundial.
En Cuba son conocidos muchos autores desarrolladores de esta ciencia, que han dejado su impronta a sus continuadores, tanto los que tienen que ver con la escuela clásica desarrollada por H. Fayol, que en nuestro país correspondió en las primeras etapas de la revolución impartir a los nuevos cuadros que asumían la dirección de los procesos de construcción del socialismo, o las tendencias derivadas de autores norteamericanos, españoles, franceses, algunos del ya inexistente campo socialista, o de las más modernas vinculadas al desarrollo de la dirección por objetivos, por valores, dirección estratégica, u otras aún más modernas.
Una de las concepciones teóricas más importantes, yo diría fundamental, es aquella que defiende el establecimiento de estructuras de dirección que propicien la relación más directa entre el sujeto que dirige y los factores que son dirigidos, sin elementos intermedios que afecten tal relación.
Una estructura ideal de dirección sería aquella que establezca una relación de dirección directa entre el nivel central y la base, sin que medien factores intermedios. Y sería ideal porque permitiría orientar, observar, organizar, regular, administrar y controlar, todo el proceso directivo de manera inmediata y directa.
Facilitaría la comunicación, los procesos informativos y su velocidad o inmediatez, los elementos técnicos que deben estar presentes, y otros muchos factores.
En el país hemos tenido experiencias diversas sobre el tema, pero señalo un solo ejemplo: existieron regiones en todo el país, y con la división político administrativa realizada en un momento de nuestro desarrollo se determinó eliminar ese nivel de dirección, fortalecer los municipios y tratar de alcanzar una relación de trabajo más directa con el nivel provincial.
Se hicieron experimentos en algunas provincias, como Santiago de Cuba y Camagüey, donde se crearon distritos, que aún existen, pero por razones diversas no se generalizó.
Los actuales Consejos Populares surgieron, pero sin ser reconocidos como niveles de dirección dentro de las estructuras existentes, hasta que con el tiempo se reconocen legalmente como una estructura de dirección existente en todos los municipios del país.
Esto indica que las estructuras territoriales de dirección abarcan el nivel de nación, las provincias, los municipios y los Consejos Populares, cuatro niveles. En los organismos de la administración del Estado, los ministerios, los OSDE, las empresas, las estructuras territoriales y de base, donde se crean. Quiere esto decir, cuatro o cinco niveles de relaciones de dirección.
Una buena investigación sería aquella que estudie este asunto, vea su evolución histórica, sus tendencias actuales y perspectivas de desarrollo de las estructuras y niveles de dirección y cuánto le cuestan al país en salarios, cuadros y otros muchos recursos, y poder determinar científicamente hablando, como se puede reducir la estructura y el gasto público que conlleva, pero ante todo, como forma para elevar la eficacia y eficiencia de la labor de dirección, utilizando todas las posibilidades que aporta la aplicación de un modelo de dirección basado en las nuevas tecnologías de la información, las comunicaciones, el transporte, almacenamiento, y todas las aristas que el asunto tiene.
Pero el eje central que debe orientar las propuestas de solución deben considerar el necesario acercamiento entre los dirigentes y los dirigidos, no alejarlos, y ello implicaría eliminar niveles de dirección a los que estamos acostumbrados y acomodados.

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