lunes, 22 de abril de 2024

La memoria y los que no la tienen.


Por MSc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera

Dedico algo de mi tiempo libre, si es que puedo decir que lo tengo, al análisis de contenidos de noticias y artículos que se ponen a circular en redes, dirigidos al privilegiado grupo que puede contar con los medios y recursos para navegar, porque la inmensa mayoría de la población del planeta no tiene esa posibilidad, aun cuando se publiquen artículos que muestran personas de alguna tribu de África u otro continente con esos medios en medio de la selva u otros lugares apartados de lo que algunos llaman civilización.
Se olvidan que hasta en los propios países donde se producen esas tecnologías, muchos no cuentan con recursos para contar con ella. Y se olvidan de las diferencias que el sistema establece para su funcionamiento, basado en apropiación privada y distribución desigual de lo que se produce, y por tanto, también la desigualdad se tiene en el consumo, donde muchos tienen para derrochar a costa de la explotación del trabajo de otros, mientras esos otros no tienen ni para pagar el lugar donde han de caerse muertos.
Campaña mediática para tratar de mostrar al pueblo de Cuba como era ella antes de 1959; edificios, casas, calles, carreteras, y muchas otras cosas. Tengo guardadas en mi PC muchas de las fotos que se muestran, tanto las de esa campaña, como otras que tratan de dar una respuesta objetiva de lo que en realidad fue la Cuba de entonces.
Pero la memoria histórica no se puede reducir a una campaña ni a su respuesta; hay muchas cosas esenciales e importantes a que referirse si de pasado se trata, para comprender mejor el presente y tener una adecuada visión de cuál debe ser el futuro.
Para los que tienen memoria y muchas cosas se le han olvidado al parecer, voy a comenzar recordando los más de 20,000 muertos, asesinados, por la tiranía que hoy algunos intentan edulcorar que entregaba el país al Imperio que la sostuvo, y apoyó con armas, entrenamiento, dinero, como sigue haciendo al financiar durante años la acción contrarrevolucionaria que ha costado miles de vidas y mutilados en estos años más recientes.
¿Esa tiranía no era entonces un Estado fallido, dejando las arcas de la nación vacías? ¿No acabó con la vida de los mejores jóvenes y otros no tanto en esta isla?
¿Por qué no sacan y publican las fotos de los asesinados en cualquier lugar, en las calles, las cunetas u otro lugar, de los torturados en las estaciones de la Policía de entonces, bajo las órdenes del cabo, sargento, coronel, devenido general, usurpador a través de golpe de estado?
¿Tampoco publican fotos de los miles de ciudadanos que dormían en las calles, que no tenían acceso a los hospitales y centros de salud, o de los campesinos que morían en lugares intrincados porque no tenían como moverse para llegar a tiempo a un lugar donde los atendieran?
¿Se olvidan que la salud y la educación, en lo esencial, eran actividades privadas, que se tenían que pagar? ¿Qué los centros de carácter no privado se convirtieron en negocios para hacer más rico a algunos ricos?
Se olvidan que la electricidad sólo existía en las ciudades más grandes, a través de una compañía que de cubana sólo tenía el nombre, porque sus dueños eran extranjeros, o que el gas era de una compañía que sólo prestaba servicios en la gran capital, que la inmensa mayoría de la población de entonces tenía que cocinar sus alimentos con leña, alcohol, queroseno, que la Revolución tuvo que realizar esfuerzos extraordinarios para llevar esos servicios a toda la nación.
Se olvidan de los que no tenían qué comer, ni nada que dar a sus hijos, y hoy cuando el poder del pueblo es boicoteado para que no pueda invertir en recursos para satisfacer las necesidades, se acusa de ineficiencia al Estado socialista y la Revolución.
Nadie puede hacerme cuentos, porque viví en el campo, porque soy hijo de una mujer engañada que tuvo necesidad de criar a su hijo sola, siendo criada en casas de ricos, que tuvo que abrirse camino siendo casi analfabeta, ganando menos de lo que se necesitaba para sobrevivir, y viviendo a veces de la caridad que no todo el mundo daba, y que yo pude recibir de una familia comunista que se brindó para ayudar.
Puedo afirmar con fuerza, que soy el resultado de una revolución victoriosa que llegó para arrasar con toda la desgracia que tenía que sufrir este pueblo, y que por ello tuve acceso a todo: educación, salud, trabajo, familia, dignidad humana, libertad, solidaridad, valores, convicciones, ideología, y mucho más, cosas que no tiene que ver con el bienestar material, sino espiritual, y que me lleva a defender este proceso revolucionario hasta con la vida si es necesario, sin temor a los enemigos, que siempre hemos derrotado hasta hoy.
No soy ciego, ni vivo en otro planeta, o en el paraíso ideal del Norte al que muchos han ido a parar. Conozco lo que ocurre en el país, sufro algunas de las carencias que tenemos muchos, y sé, también, que en eso hay diferencias.
Hay falta de conciencia y solidaridad, pérdida de valores, corrupción, delito, negocios ilícitos, personas que se pliegan a las intenciones de los enemigos por migajas, otras que viven a costa del trabajo ajeno, y muchas otras desgracias contra las que hay que luchar.
Y sé también que la inmensa mayoría del pueblo reconoce a su Revolución, que es suya porque la hizo, con sus defectos y errores, y esa mayoría tiene valores, convicciones, principios, consagración, disposición a defender su propia obra, aunque tenga y sufra carencias de todo tipo, aunque existan personas oportunistas, aprovechadas, insensibles al dolor ajeno.
Fidel nos enseñó a tener confianza y fe en la victoria final, nunca nos engañó. La verdad puede ser muy amarga a veces, porque hay traidores; desde la lucha en la Sierra lo vimos, y en el transcurso de todos estos años también. Unas traiciones duelen mucho más que otras, pero todas duelen. Pero la vida nos enseña que los traidores pasan, la historia los sepulta, y la confianza y la fe se restablecen.
Hoy Cuba y su Revolución tiene muchas cosas por delante a resolver, nada fáciles, pero en momentos como estos siempre podemos volver a Fidel a su pensamiento y legado, y si algo no se debe perder nunca, en ninguna circunstancia, es el vínculo y unión entre las masas y su dirección.
Recuerdo como si fuera hoy, que la Revolución creó mecanismos poderosos de vínculos con el pueblo, de manera directa, sin Internet ni redes, que se preparaba a todos para las batallas de cada día, que se fortalecía la preparación política e ideológica para el quehacer cotidiano, de manera directa. Y eso nos falta hoy en una buena medida, lo que debe ser restablecido y perfeccionado con las posibilidades tecnológicas con que se cuenta hoy.
Voy a expresar una idea que he dicho muchas veces en lugares muy diversos, en Cuba y fuera de ella: el papel dirigente del Partido será una mejor realidad cuando cada uno de sus miembros sea un ejemplo a seguir en cada lugar, especialmente en la base. El Partido será más fuerte cada vez, si sus bases son fuertes y vinculadas permanentemente con las masas, siendo representantes y fieles defensores de la solución de sus problemas, necesidades e intereses.
El Partido son todos sus miembros, no sólo sus dirigentes a cualquier nivel, y lo más importante en su estructura y funcionamiento son las bases, las organizaciones que directamente se vinculan con los asuntos y problemas en cada lugar. Si la base es fuerte, la dirección será más fuerte.
Contamos con sistemas creados para fortalecer la preparación combativa en la economía, la política, la defensa, la ideología que permita prever, ver más lejos, llegar primero que los enemigos, actuar antes de que los problemas nos caigan encima, dirigir y que no nos dirijan los acontecimientos no previstos. Nos falta luz, visión a corto, mediano y largo plazo. A esto Fidel llamó forjar un Partido de acero.
No son las redes y los medios los que posibilitan ese camino, aunque pueden ayudar mucho. Hace falta el vínculo de los dirigentes con la base, que falta, es insuficiente, porque no es el Primer Secretario ni los miembros de Buró Político ni el Secretariado, incluso ni esos cuadros a nivel de las provincias, los que van a lograrlo por sí solos.
Puedo poner muchos ejemplos de cosas que deben andar bien y en realidad están mal. Hay que resolver la correcta delimitación de funciones de todas las organizaciones que conforman el sistema político de la nación, Cada cual tiene que cumplir con el deber social asignado y hay que trabajar para eso.
Los CDR, la FMC, y otras estructuras en la base tienen que ser dirigidas y atendidas por sus dirigentes municipales, tienen que realizar los procesos políticos necesarios, renovar la composición de sus estructuras cuando lo necesitan, y eso no es así, pero casi nunca se habla de ello. Y eso es vínculo de las direcciones con la base.
La defensa de la memoria histórica es una necesidad social, de todos, para mantener y desarrollar la obra. Los dirigentes, los militantes, los revolucionarios, nuestras instituciones, tienen el deber con la Patria de defender esa memoria, en cada lugar, hasta en aquellos en que parece que la Revolución no ha llegado todavía porque son barrios olvidados, aunque a algunos haya llegado algún proceso de transformación.
Artículos he leído muy buenos, que se refieren a cómo el enemigo aprovecha nuestros errores y deficiencias como contenido de sus campañas mediáticas en contra de la Revolución, por tratar de demostrar que nuestro Estado es fallido, o que el socialismo es tan ineficiente que no resuelve ningún problema a los cubanos de la Isla, y que solo se resolverán con el retorno del capitalismo.
Nos falta dar los argumentos necesarios que tenemos sobre los resultados del socialismo que hemos construido y porqué no es mejor, pero no utilizamos todas las vías de combate con que contamos para defender la obra hecha, y si no lo hacemos, es posible perderla, como lo demuestran ejemplos en el tiempo, aunque parezca que fue ayer, como es el caso del derrumbe del socialismo europeo, y no creo que queramos seguir ese camino.
Siguiendo lo escrito en redes, hay quien lo hace sin haber vivido lo que he expuesto, pero si estoy seguro de que muchos de los que escriben, sin han vivido de los logros de la revolución, aunque no lo reconozcan. Puede ser así o no, pero la Revolución se hizo para todos, no solo para los que han luchado y aportado todo lo que tienen sin recibir nada a cambio, aunque sé que muchos han recibido y reciben sin aportar nada, viviendo para que otros le llenen el buche.
Revolución no se hace con palabras bonitas que no afecten a nadie; es confrontación de clases, es lucha, aunque algunos teóricos del patio nos quieran hacer creer que en Cuba no ha existido ese fenómeno social desde hace mucho, cuando en realidad ha estado siempre presente desde antes del propio triunfo revolucionario de 1959.
Hay que ser respetuosos en el lenguaje, en las relaciones entre todos, pero eso no puede significar que se hagan concesiones en asuntos de principio. La Revolución se defiende hasta con las uñas y hasta el último aliento, porque es el sentido de una vida entregada a ella, porque en muchos sentidos ella nos ha dado la vida.

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