viernes, 30 de agosto de 2024

El zorro y el gallinero

Por Antonio Rodríguez Salvador / Tomado de Granma 

En cierto medio estadounidense, en el que con frecuencia se abordan temas de la economía cubana, leo la siguiente opinión de un economista: «no hay ninguna experiencia internacional, ni en Cuba nunca la ha habido, de que, con mecanismos administrativos, con topes, con controles de margen de ganancias, se reduzcan los precios. En cambio, se va a generar mayor desabastecimiento, escasez y, finalmente, se estimula el mercado negro».

Empecemos diciendo que tal opinión se inscribe en el contexto de la reciente regulación temporal de precios minoristas para seis productos de alta demanda, y se une a otras visiones críticas sobre el particular, aparecidas en medios extranjeros

Recordemos que, según la Resolución 225 del Ministerio de Finanzas y Precios, de julio pasado, fueron regulados productos como: el pollo troceado, los aceites comestibles, la leche en polvo, las pastas alimenticias, las salchichas y el detergente en polvo. La medida también incluyó la exención de aranceles, así como el tope de márgenes, de modo que estos no sobrepasen el 30 %.

Parece obligatorio aclarar que, al formular su opinión, el economista incurre en ciertas falacias lógicas. La primera, conocida como «muestra sesgada», la comete al tomar de muestra el conjunto de todos los precios de la economía, cuando en realidad la medida solo persigue topar un pequeño grupo de ellos.

Otras es la conocida como «prueba incompleta»: un tipo de falacia de atención selectiva, en tanto se omite el «detalle» de que la norma va contra precios de formación especulativa y naturaleza abusiva, y no todos los precios de la economía manifiestan ese carácter. 

La anterior falacia está, asimismo, relacionada con la de la composición, mediante la cual se asume que una pequeña parte de un todo determina la totalidad del conjunto.

Semejante ambigüedad –en la cual también se pretende definir lo particular y concreto, mediante lo abstracto–, puede inducir a equívocos y generar temores en el lector no avisado, pues parece sugerir que la medida es ajena a la buena práctica internacional, cosa que derivará en una catástrofe económica. 

Se impone entonces una pregunta: ¿Será esto solo una experiencia cubana?

Veamos en España. Desde hace varios años, en ese país el Estado regula precios en sectores como la energía, telefonía, medicamentos y productos sanitarios. En algunas autonomías se intervienen otros capítulos como el transporte público.

Desde enero de 2023, se controlan los precios de productos básicos como el pan, la harina, la leche, los quesos, los huevos, las frutas, las verduras, las hortalizas, las legumbres y los cereales. A estos se les redujo el Impuesto al valor agregado (IVA) y se le regularon márgenes.

Con tales medidas no se ha generado en España un mayor desabastecimiento ni escasez, y ni se ha estimulado el mercado negro. De hecho, la inflación ha ido disminuyendo de forma sostenida. O sea, aquí ya tenemos un fallo en esa hipótesis.

En otros países europeos también se ha optado por reducir o eliminar el IVA de los alimentos básicos, con el objetivo de regular precios. Entre estos están Polonia, Letonia, Italia y Croacia. En Portugal, a los supermercados e hipermercados se les impuso un impuesto especial temporal sobre beneficios extraordinarios.

Casualmente, mientras escribo este artículo, leo que la vicepresidenta y candidata presidencial estadounidense, Kamala Harris, ha dado a conocer su agenda económica en un reciente discurso, en Carolina del Norte. Entre otras medidas, se propone controlar a las empresas que «inflan» los precios más allá de lo necesario, en particular en el rubro alimentario.

Finalmente, parece necesario apuntar que a la corriente económica que apoya una amplia liberalización del mercado, así como la drástica reducción de la intervención del Estado en la Economía, se le llama neoliberalismo. Se trata de un modelo fracasado en el mundo, que causa daño a los pueblos, y solo beneficia a una minoría que, justamente, promueve tal modelo. 

Como recientemente escuché decir al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador: «Es un sofisma, una falacia, una mentira, pensar que se va a diluir el Estado y todo lo va a resolver el mercado: eso está demostrado que no funciona. El Estado no puede incumplir su responsabilidad social. Dejar todo al mercado, es como la libertad del zorro en el gallinero».   

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