domingo, 23 de marzo de 2025

La Página del Domingo: Obras.

Por Alejandro Sánchez / Tomado del Facebook del autor

Cuando tuve mi propia casa, hace unos años, hice los armarios de mi cuarto y el de mis hijas.
Los hice de retazos, casi como un rompecabezas. No fue mi elección; dependía del material, del tiempo disponible... Pude haberlos comprado o encargado a un profesional pero, mi opción era la más económica y... fue mi decisión.
No pensé siquiera en ese momento que quizás me mudaría y tendría que dejar mi obra atrás. Los armé empotrados a la pared, hechos así como para nunca irme de allí, para que fueran patrimonio eterno de mi casa, del hogar familiar.
En otro momento, conversando de lo humano y lo divino, hasta evalué la posibilidad de que si abandonaba mi hogar, los destruiría. Pero no.
Las obras quedan, aún las intangibles. Nada acaba con todo y la palma, como esa frase que repiten algunos por ahí.
Durante mi ejercicio como jurista, no tuve mucho que ver con conflictos de propiedad entre personas naturales. Pero, al ser fiscal si fuí partícipe de eventos, a veces tristísimos, que empañaban una de las obras más bellas: la educación de un niño.
Vi personas que pusieron mucho de sí en alguien, en una familia; a veces no tanto material, sino espiritual, humano; como aquella viejita cuidando sola a sus nietos que no olvido. Vi como no siempre se retribuía igual.
Poner cosas materiales en algo (proyecto social, profesional, matrimonio, crianza...), es loable, más si lo que pones es lo poco o todo que tienes pero, todavía más destacable es cuando pones de ti: sacrificio, sudor, empeño, desvelos, penas, amor, convicciones... Por eso es tan difícil dejar eso atrás, renunciar a algo en lo que pusistes tanto o reconocer que no eres retribuido de igual manera, que tu esfuerzo pareciera haber sido en vano...
Nuestras leyes son a veces, en su letra, más justas que quienes las interpretamos. Como también, en ocasiones, lo es la vida; te pone opciones, te da salidas, te da paz... nosotros no lo comprendemos siempre.
Los armarios de mi casa son una metáfora. Su valor de cambio no puede medirse en términos económicos, sino humanos, con las ideas pasando por el corazón. Aun cuando un día me vaya y tenga que dejar mi obra atrás, lo que hice estará ahí, nadie ni nada lo podrá borrar.
Así debe ser en obras humanas y revolucionarias.
Tengan buen domingo... y haga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sea educado. No insulte ni denigre.