miércoles, 7 de septiembre de 2022

La Lucha de Clases. Una visión para Cuba.


 Roberto Dávila./ Profesor y académico cubano

 Al exponer algunas reflexiones sobre el marxismo-leninismo comenzamos el análisis por el “Manifiesto Comunista”, y en el primer capítulo encontramos la rotunda afirmación siguiente:

“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”. 

Muchos señalan a Marx como descubridor de las clases y  sus luchas, debido al análisis contenido en el primero y segundo capítulo del “Manifiesto Comunista”. Sin embargo, son los historiadores franceses, especialmente Adolphe Thiers, los que fundamentaron históricamente su existencia. En la obra teórica de este historiador y político francés de larga data, se puede encontrar “La historia de la Revolución de Francia”, en 10 tomos, escrita entre 1823 y 1827, donde analiza la composición clasista en Francia y sus posiciones políticas en las luchas por el poder en esa etapa. De paso debo decir que siendo Ministro del Interior, reprimió las insurrecciones populares de París y Lyon en 1834, y aplastó en un baño de sangre la insurrección de la Comuna de París en 1871.

 La esencia de las clases y sus luchas fue fundamentada por los clásicos del marxismo-leninismo y su contenido inicialmente se resume en los capítulos señalados del Manifiesto y en obras posteriores de los fundadores, y de Lenin.

En mi opinión, el análisis de este tema debe abordar el papel de las masas populares y el individuo, los llamados grandes hombres, en la Historia, ya que están presentes, como esencia, las contradicciones objetivas y subjetivas que existen entre las clases y los individuos en la sociedad.

Las masas son las creadoras de la historia, mientras mayor sea la transformación social a realizar, mayor tiene que ser su participación en dicho proceso de transformación. Marx pone ejemplos en “El Capital”, de carácter económico, que posibilitan la comprensión de esta afirmación más allá de la política y la ideología.

Señala que un régimen social demuestra que es superior a otro solo cuando es capaz de alcanzar mayores niveles de productividad y producción que el régimen que lo antecede, y que para lograrlo, las masas trabajadoras tienen que apropiarse cada día más de las nuevas tecnologías y métodos de producción, a escala social, no en una sola fábrica o empresa, o sistemas de entidades productivas de unos pocos dueños.

Hay grandes acontecimientos en la historia humana que ejemplifican lo expuesto, pero señalemos los saltos producidos con la introducción del vapor en los procesos productivos, la electricidad después, o lo que acontece ante nuestros ojos con los procesos de informatización de las sociedades modernas. Por tanto, al evaluar cualquier sociedad, no es tener en cuenta qué se produce, sino cómo y con qué se produce. Todos han tenido que ser procesos productivos masivos, para el adecuado desarrollo de la sociedad, y solo así se demuestra la superioridad de la sociedad moderna sobre las anteriores.

Al mismo tiempo, las grandes revoluciones burguesas o socialistas, o de otras orientaciones políticas o religiosas ocurridas, como la francesa, la norteamericana, la rusa de 1917, la cubana de 1959, la iraní  de 1979, la que se desarrolla en Venezuela, en Nicaragua, y otras, se caracterizan también por ser grandes fenómenos transformadores, de masas, que modifican no solamente las estructuras políticas, sociales, culturales, sino las económicas, que son base y fundamento de las primeras.

Los incentivos y causas de la amplia movilización de masas en esos procesos son múltiples y variados, de carácter consiente, y a veces también espontáneo, inconsciente. Por eso surgen partidos políticos, encargados de crear la conciencia necesaria y de orientar y dirigir las luchas. Lenin dijo por ello que el partido proletario, comunista, es el honor y la conciencia de nuestra época, tema sobre el cual debemos intercambiar opiniones en el futuro.

La mente dialéctica de Marx fue capaz de fundamentar el carácter revolucionario de la burguesía al desarrollar las fuerzas productivas en las sociedades donde necesariamente tenían que producirse las revoluciones de ese tipo, así como, por hacer saltar las trabas políticas que impedían su desarrollo, valorando también las consecuencias sociales y culturales de esos acontecimientos.

Pero también pudo ver las nuevas contradicciones que generaba ese sistema burgués, y se proyectó al futuro, viendo el papel revolucionario de la nueva clase obrera, proletaria, en la historia por venir, en el futuro, que construido desde el presente requiere y exige fuertes luchas contra la clase dominante.

Las masas, para poder jugar esos papeles en la historia, han necesitado siempre quién las guie y oriente en sus luchas, y por eso surgen los dirigentes, la personalidad histórica, los cuadros de dirección, y debemos valorar que estos solo podrán serlo en la medida en que sean capaces de interpretar adecuadamente las necesidades e intereses de las masas, defenderlos, y actuar en consecuencia en la conducción de ellas hacia el logro de sus objetivos cardinales, y no de forma voluntarista, sino en correspondencia con las exigencias del desarrollo histórico.

Los ejemplos que aportan las experiencias políticas del proceso de derrumbe del sistema socialista en Europa Oriental demuestran que ello fue posible, debido entre otros factores, a la desorientación de las masas, a la pérdida del vínculo del Partido y sus dirigentes con las masas populares.

Todo ello fue aprovechado por los enemigos del socialismo, que fue capaz de utilizar esas masas confundidas y mal orientadas, para ganárselas y entonces atacar y destruir las bases económicas y políticas del sistema. Ya conocemos bien como manipularon las noticias, la desinformación para movilizar ante todo a las fuerzas jóvenes en la antigua Checoslovaquia, en Hungría, Polonia, la propia URSS, Alemania y otros países, creando enemigos donde no existía alguno visible. El multimillonario Georges Soros reconoció públicamente que durante muchos años entregó recursos financieros a personas del sector de la ciencia y la cultura en la antigua URSS para influir en el derrocamiento del sistema.

Al mismo tiempo, si queremos buscar los argumentos y la explicación de la existencia misma de nuestra revolución en esta etapa tan difícil de nuestro desarrollo histórico, donde el imperio norteamericano recrudece las medidas de todo tipo para tratar de destruirla y junto con ella sus conquistas, una de las respuestas más convincente es el apoyo y arraigo que tiene la Revolución en las masas populares en Cuba, hasta hoy.

Las clases sociales y sus luchas se desarrollan en cada sociedad, debido ante todo, a la contradicción de intereses entre los poseedores de los medios de producción o servicios, los dueños, y los trabajadores.

Con el triunfo de la Revolución en Cuba y las transformaciones de las formas de propiedad, creándose la estatal y la cooperativa como formas dominantes, la mayoría del pueblo se convirtió en propietarios, y con ello, las contradicciones clasistas a lo interno se eliminaron o atenuaron.

La situación en la Cuba de hoy es diferente. Hay nuevas formas de propiedad, desde la individual privada, las cooperativas en sus diversas formas, la social estatal, la que se establece entre estas formas y el capital extranjero. También resurge el mercado, que necesariamente se fortalece cada día, y lo haría más rápido si no existiese el bloqueo que lo impide o entorpece.

Hay personas que no trabajan y viven a costa de los que sí lo hacen, los “lumpens”, otros se venden por migajas y su trabajo es actuar en favor de los enemigos del país y la Revolución. También existen los “hijos de papá o mamá”, entre otros especímenes que podemos encontrar, que lo reciben todo de fuentes fáciles y de la sociedad, y creen tener todos los derechos sin aportar al bien común.

En un paréntesis, quiero recordar que en la Francia de Thiers, al que ya hice referencia, los delincuentes, los lumpens, los elementos desclasados de la sociedad fueron las fuerzas utilizadas en la formación de la Guardia Nacional que masacró la Comuna de París. Eso lo saben muy bien los enemigos de hoy y nosotros, los revolucionarios, estamos obligados a aprender de la Historia.

Regresando al tema, se crea una situación interna muy compleja, no exenta de contradicciones, que se agudiza a partir de la actuación del enemigo externo, el principal enemigo.

Las contradicciones de clase y la lucha de estas en Cuba siempre han existido en relación con ese factor externo, con ese enemigo de los pueblos y sus revoluciones. Esas contradicciones se agudizan o no por etapas, de acuerdo a las coyunturas del movimiento social real a nivel mundial, pero nunca han dejado de existir y de actuar en contra del proceso revolucionario cubano. Pero en nuestros medios no se habla de Lucha de Clases. Hay quienes incluso, en el llamado ámbito académico, niegan su existencia.

Pienso que es una omisión imperdonable, que nos puede y nos está creando problemas y dificultades, al idealizar estos temas, y ello contribuye al apoyo del enemigo que nos quiere destruir a cualquier precio. Ese enemigo si sabe utilizar las contradicciones existentes a lo interno a su favor.

En mis tiempos como docente, como profesor en activo, siempre alerté a mis alumnos, por lo general cuadros de dirección a distintos niveles, que en política no se puede ser ingenuos, porque la ingenuidad se paga con la vida, cuestión demostrada por la historia, desde la Comuna de París hasta hoy. No seamos ingenuos en la teorización, en la ciencia, en la formación de ideas y conceptos, en nuestros medios, en la propaganda, en la labor docente, en ello nos va gradualmente la vida de la nación y de los individuos. La falta de visión política sobre los acontecimientos reales se convierte en un grave peligro.

No creo que en estos temas, u otros, alguien se pueda abrogar el derecho de considerar que tiene o posee la verdad absoluta, pero hay puntos de vista que deben ser discutidos, intercambiados, para ganar claridad, por álgidos que puedan ser.

Hablemos, analicemos, realicemos discusiones en nuestros medios, en las redes, en los centros académicos, de ciencia, donde quiera que sea posible, sin temor a hacerlo por ninguna razón. Preparémonos para ello, y siempre ganaremos la batalla con un saldo positivo a favor de nuestra causa, porque existe la razón, que está de nuestra parte.

Las redes sociales en Internet no son Cuba, aunque actuamos en ellas y llevamos la verdad de la Revolución, del país, a través de ellas. Es cierto que con la digitalización e informatización, y el amplio uso de internet a través de los celulares, se amplían los niveles de información e influencias sobre las conciencias, individual y social. Pero aún esos medios no están alcance de todos. 

Lo que si llega a todos son los llamados medios tradicionales (radio, televisión, periódicos, revistas), que son los que más se utilizan por estar al alcance de la mayoría de las personas, pero no pueden competir con la inmediatez con que llega la información a través de las redes. Son retos que tiene que enfrentar y resolver el país, y en los que se trabaja, por existir una política diseñada para ello.

Es muy importante recordar que la famosa libertad de prensa es una falacia, no existe. Los medios de difusión, incluidos los digitales, pertenecen a sus dueños, se publica lo que ellos permiten y quieren. Aquí también están presentes las necesidades e intereses de clase, y por tanto, de sus luchas. 

Esto da para escribir varios artículos sobre el tema, desde las acciones a través de Internet para eliminar y desconectar las redes cuando algo no les conviene, o para bloquear la información de una contraparte que no conviene, o la manipulación y la fabricación de “verdades” convenientes. Los hechos con relación a Rusia en su confrontación con Ucrania lo han puesto de manifiesto en estos días de muchas formas. Y en Cuba tenemos experiencias sobre ello desde hace mucho tiempo.

En la cultura están presentes las contradicciones de clase y sus luchas, a través de obras de teatro, libros, revistas, películas, música, videos, en la diversidad de visiones en las manifestaciones artísticas, en un entramado en extremo complejo. Las artes son sal para elevar nuestro nivel de vida, pero no son lo único que existe.

Sin economía, sin producción, sin trabajo, no hay cultura, ellos la nutren, no solo de materias primas, sino de historias para reflejar en sus obras. Por eso, también hay que potenciar la presencia en los medios de la información y en el sistema de divulgación artística de los esfuerzos de los trabajadores de esos sectores de nuestra economía, los que no siempre están presentes, ni se priorizan, incluso hasta se obvian esas realidades.

Así mismo ocurre con las instituciones armadas. En todos estos años de Revolución en Cuba, han sido ellas las que han enfrentado las contradicciones de clase, las acciones de nuestros enemigos externos e internos, apoyados por las masas. Por todo ello tienen bien merecido que se destaque el papel jugado por ellas a través de nuestros medios, y es una tarea revolucionaria de primer orden, defenderlas de las falacias, ataques y mentiras a que son sometidas por algunos.

Al publicar estas ideas simplemente quiero sentar bases para el debate revolucionario sobre los temas abordados

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