domingo, 13 de julio de 2025

Sobre un pleno del Partido Comunista de Cuba...

Por Alejandro Sanchez

Quizás a algunos no les pareció suficientemente revelador lo anunciado por el X Pleno del PCC, el discurso de su Primer Secretario, y lo que se maneja para el 9no Congreso pero, puestos a cuestionar, todo estaría mal. Las líneas principales están allí: son la Guerra Ideológica, la cual debe implementarse más que “haciendo todo bien”; es el análisis de los cuadros, no por gusto una cuestión que se ha analizado en más del 60% de los congresos desde el 1ro, y en el fortalecimiento de la economía para lo cual es esencial nuestras capacidades y las perspectivas que se abren con el nuevo Mundo Multipolar. 

 Hoy, más que nunca, la lucha o guerra ideológica, (no el trabajo político ideológico), debe tener como prioridad más lo interno que lo externo. ¿En un contexto tan adverso internacionalmente?, preguntará alguno. Sí, y lo reafirmó. 

Estados Unidos y sus acólitos están exponiendo tan fácil y abiertamente su descrédito y la verdadera cara del capitalismo que el mayor riesgo que se corre es que naturalicemos esa imagen. 

Educar políticamente a este pueblo conllevaría inexorablemente a una postura más militante y comprometida en la lucha contra el enemigo común de los pueblos; el Imperialismo. Fue la radicalización del proceso revolucionario lo que permitió hacer brotar los valores internacionalistas y antimperialistas que ya proclamaba Martí.

Ojalá y realmente se debatieran las frases de Martí en cada escuela. Frases como:

“ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América”. 

O; “El amor, madre, a la Patria, no es el amor ridículo a la tierra, ni la hierba que pisan nuestras plantas. Es el odio invencible a quien la oprime. Es el rencor eterno a quien la ataca”. 

Analizar realmente cada palabra del discurso, “Con todos y para el bien de todos”, para que desde pequeños aprendamos a tomar partido y a saber apartar: “de los corazones patrios a un solicitante de fama, o a un alocado de poder, o a un héroe que no corona el ansia inoportuna de morir con el heroísmo superior de reprimirla, o a un menesteroso que bajo la capa de la patria anda sacando la mano limosnera”, y también a los; “lindoros; los olimpos de pisapapel, los alzacolas y de esos hijos que van a la orgía del brazo del alférez que mató a sus padres”.

Porque de Martí no solo hay que aprender la dignidad de ser cubano que defendiera en “Vindicación de Cuba”, sino que Estados Unidos es la fuente todas “las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes”, y que dedicó a Cuba su primera palabra poniéndola como altar para servirla y no para servirse de ella. 

Pero para los tiempos actuales no basta Martí. Deberíamos también, ya que nos acercamos a su Centenario, estudiar en clases frases de Fidel, pues él como nadie entendió el pensamiento martiano y lo trajo a la nueva realidad del mundo, uniendo su antimperialismo y humanismo con los pilares fundamentales del marxismo-leninismo, para llegar a convertirse en un comunista. Bien podríamos regresar a cada una de sus enseñanzas y rescatar 3 términos que usó y definió en su momento; patriota, revolucionario y comunista. 

Ser patriota no te hace revolucionario y mucho menos comunista. Es algo que hay que tener bien claro, sobre todo si vamos a tomar como guía, dentro del legado del Comandante en Jefe, su concepto de Revolución. 

Las conceptualizaciones son importantes. No construyes algo sin un plano. La polisemia de algunas frases o conceptos puede confundirnos. Y en una construcción socialista, lo primero es tener claro cuál es el objetivo de la lucha.

“Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia”, diría Lenin en “¿Qué hacer?”, apenas en 1902. E insistió continuamente en la preparación de la clase obrera en la teoría marxista, ahora para nosotros; marxista-leninista. No en vano el primer libro estudiado en el Presidio Modelo por la Generación del Centenario, por aquellos jóvenes que asaltaron el Moncada, fue, “El Estado y la Revolución”, de Lenin. 

En una realidad nacional donde se manejan tantos conceptos incoherentes como, “liberación de fuerzas productivas”, “reformas económicas o reformas totales”, “medios de producción y comunicación fundamentales o no”, “sectores complementarios, privados o no”, es que decimos que se hace estrictamente necesaria una batalla ideológica más interna que externa. En palabras de alguien; “lo que no se conoce, no se ama, y si no lo ama es muy difícil que lo defienda”. 

La única forma en que se logrará producir ideología y alimentos es que la empresa socialista (y nada privado es socialista), asuma la responsabilidad de hacerlo con la dirección directa del Partido; no alentando, impulsando, o convocando, sino; dirigiendo.

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