martes, 5 de agosto de 2025

Reflexiones: Temas, pero no de la Revista.

Por Roberto R Dávila Cabrera 

Muchas veces me quedo pensando ante mi computadora si debo abordar o no determinado tema, si es muy complejo y puede o no traer consecuencias negativas para nuestra sociedad, y con los años dedicándome a escribir, mejor o peor, he llegado a la conclusión de que se debe y puede abordar cualquier tema si es en interés y necesidad de mayorías, aunque pueda no gustar o molestar a otros. Son riesgos que se corren.

Y siempre me acuerdo de que la palabra, expresión del contenido del pensamiento, es para decir la verdad, no para encubrirla, callarla, mediarla, manipularla, omitirla, modificarla a conveniencia, hacer o intentar que el tiempo obligue a olvidar asuntos de cualquier tipo, o silenciarla.

Muchas veces se repite la historia de que se debe cuidar el prestigio y la autoridad de los cuadros, y si se tiene que sustituir a alguien, o moverlo de lugar para que pueda rectificar errores, se omite información a quienes ese cuadro ha dirigido o también a personas que debe comenzar a dirigir.

Y se omite informar sobre muchas cosas en organismos o instituciones cuando alguien lo solicita por determinada necesidad o interés en función de un bien común.

Viví experiencias de cuadros que han sido muy críticos con los demás, pero tienen o tenían pánico cuando se hablaba de zanjar públicamente una crítica utilizando el argumento de que eso afectaba su prestigio y autoridad. Lo más triste de esto es que los que debían hacerlo público hacen caso de tal reclamo y no dicen nada entonces sobre el asunto, o solo aquello que no se puede evitar porque ya es público.

Y en realidad es al revés, cuando se es autocrítico y se asume como elemento que contribuye a rectificar errores, la autoridad y el prestigio crece, no disminuye.

Y me recuerdo del proceso de construcción del Partido Comunista de Cuba en los años 60 del pasado siglo XX, de las propuestas para militantes y de los debates críticos que se realizaban sobre cada propuesta, o de las sesiones de crítica y autocrítica que se realizaban durante el proceso de análisis para el ingreso.

Recientemente asistí a una reunión donde tuve que plantear algunos puntos de vista bastante complejos. Uno de ellos fue sobre un caso conocido de un dirigente del Partido que fue necesario sustituir, y fue situado en un cargo estatal a nivel superior. Alguien de la presidencia me ripostó públicamente que ese cuadro no fue promovido porque dirigía en otro organismo, no en el Partido. Creo que ese criterio debiera ser reanalizado y modificado, porque aparenta ser muy erróneo.

El caso es que ese “cuadro” removido del Partido, pasó a dirigir un cargo de trabajo de y con los cuadros en el Poder Popular, y al muy poco tiempo tuvo que ser removido de ese nuevo cargo también por las causas que motivaron su primer removimiento.

Lo más serio de este caso no es lo que he contado sino el hecho de que  a pesar de los males que causó a muchos en su cargo como dirigente del Partido, no se informó a la masa de militantes de ese territorio, lo que provocó cualquier tipo de criterio y opiniones, incluso después de mucho tiempo, cuando ya se puede pensar que los hechos se han olvidado, pero no es así, persisten los hechos en la conciencia individual y social de muchos.

Cuando se violan procedimientos, se “manejan” hechos, información, por tratar de “salvar” a una persona, y se manipula la verdad y no se utiliza para decirla como debe ser, se pagan las consecuencias, generalmente, como mínimo, perdiendo autoridad y prestigio por los que así actúan, y eso no se recupera.

Si ahora abordo públicamente el tema es por conocer que hay otros casos que ha sido necesario no solo sustituir, remover o demover, sino incluso remitirlos a instrucción penal para que respondan ante la ley por sus conductas corruptas, y pasa el tiempo, y no pasa nada, aparentemente. Y no es solo con cuadros de primer nivel a que me he referido, sino a otros que en provincias y municipios actúan de tal manera.

Como una lima sorda los asuntos no informados y tratados oportunamente, actúan en la conciencia individual y social y no positivamente, sino poniendo por medio la duda. Y lo más grave, todo eso se aprovecha por los enemigos de la revolución, que manipulan los hechos intentando sembrar la desconfianza y multiplicar las dudas sobre los casos. 

Si voy a la historia me encuentro a Fidel explicando el caso de un cuadro de máximo nivel con cuenta en el exterior mal utilizada, o el caso del General Ochoa, en otro momento Héroe de la República de Cuba y un libro editado, “Vindicación de Cuba”. Y se pueden llenar algunas cuartillas con casos como esos, u otros no publicados, pero si explicados a quienes se debía. 

El asunto tiene múltiples aristas. Usted ve un juicio por la televisión, y los acusados y sancionados tienen la cara cubierta a través de la distorsión, pero los afectados con los hechos no, y hay que preguntarse: ¿Por qué tiene que ser así? ¿es eso expresión de la justicia?

La verdad, para que lo sea en cualquier circunstancia y condición, tiene que ser revolucionaria. No pensemos que cualquier cosa que escribimos es tener la verdad absoluta en nuestras manos. Tu verdad, mi verdad, en realidad no es siempre la verdad de otros.

Hay muchos en redes trasladando contenidos que traicionan la verdad, la manipulan, la utilizan con malas intenciones, crean caos atacando a otras personas, creando dudas sobre ellas.

Los que se equivocan, cometen errores, hay que saber tratarlos. Aprenden y se desarrollan, pero no se convierten en enemigos. Pero al enemigo hay que tratarlo como tal, desenmascararlo, derrotarlo con los argumentos que utilicemos y que se atengan a la verdad revolucionaria.

En lo expresado hasta aquí, me he referido a tres temas: información, cuadros, prestigio y autoridad de los mismos, y la labor de dirección política y administrativa, además de elementos como la crítica, la verdad, u otros.

Si algo espero del próximo congreso del Partido Comunista de Cuba, es que seamos capaces, con la inteligencia colectiva a contribuir a identificar adecuadamente lo que obligatoriamente debe ser cambiado para que el socialismo en el país se desarrolle y no sea una quimera inalcanzable. En los tres temas enunciados, hay que realizar cambios de fondo, de esencias, de mentalidad.

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