Por Alejandro Sánchez
¿Por qué el título de hoy? Porque lo que pensaba escribir ya no lo haré. Y no es porque falten temas, de hecho sobran: conflictos matrimoniales por temas migratorios, la manipulación de la historia nacional y la apropiación de términos inadecuados o con significantes erróneos, así como la educación e instrucción, algo que me parece tan esencial.
Pero todo eso de pronto me sonaba tan triste y fuera de lugar un domingo, que les juro que estuve tentado de no escribir nada esta semana o acudir a mis queridos hermana y hermano, a mi rescate en ocasiones. Sin embargo, leí el post de una querida amiga del diario “Granma” (les dejo el link al final), y se me alivió el corazón.
Al final hice un esfuerzo supremo (esto es pura estrategia de marketing sentimental para que ustedes se sensibilicen), y comencé a teclear. La publicación de Yeilén va por el tema de una pregunta que le hizo su hija: ¿somos pobres o ricos?, y más allá de la inmensa carga simbólica e ideológica que tiene que tu niña de pocos años te haga esa pregunta, la comprensión de la interrogante y la respuesta, por supuesto, muestran una postura en la vida y hacia la vida.
Tener hijas en esa edad de los “¿Por qué?”, es tanto una locura como una bendición. Una de las mías hace muy poco me daba su concepto de “amar” y la “felicidad”; y se concretaba en que papá las bese y abrace, juegue con ellas (su hermanita incluida), las cuide... Así de simple.
Y estoy tentado de terminar acá, pero no puedo dejar de poner la parte filosófica, pues de por sí, esas niñas pueden sentar cátedra.
El secuestro de palabras, significantes, incluso de discursos enteros o de percepciones completas sobre una realidad es más común de lo que creemos o ni siquiera pensamos, y ahí está el primer problema.
Vemos la vida y lo que hacemos, las decisiones que tomamos y nuestra cultura y conocimientos, como una grandiosa tienda de departamentos donde hay de todo (donde se puede pagar con casi cualquier moneda, hasta con placenteras cuotas de dignidad), pero no compramos todo. Y no solo es por el costo (material o moral), que cuenta mucho, sino por los instintos y gustos inducidos con los que enfrentamos el día a día desde que nacemos.
Entramos a esa tienda y… compramos solo para tener, para estar a la moda, para poseer lo que aquel no tiene o para que el mío sea más grande, vistoso o costoso que el del vecino o el primo; compramos cuotas de felicidad según criterios que creemos nuestros pero se deben a años de educación familiar, de riesgos sociales, del qué dirán; pagamos por conocimientos que creemos elegidos sin interferencia alguna.
Creemos que compramos por nuestra propia voluntad y no es así. Adquirimos lo que siglos de costumbres nos han dicho que es lindo o necesario poseer; compramos lo que años y años de propaganda nos dicen que es conveniente, sexy, necesario o da reconocimiento social. En fin. Aquí les podría hablar de cómo la publicidad, nacida en Estados Unidos a finales del siglo 19, es un arma ideológica de la perpetuación de un sistema, moldeándonos a su conveniencia, pero sería demasiado largo y tedioso.
El segundo problema es que vemos la vida desde nuestra (y recalco “nuestra”), más o menos amplia, perspectiva. ¿Qué quizás seamos brillantes, un dechado de virtudes y sapiencia? Sí, puede ser, pero aun así es nuestra perspectiva de la vida, es nuestra construcción simbólica del mundo. Nuestra, no la de Todos y cada una de las personas.
Y lo que para nosotros quizás es válido, aceptable, diáfano como el cristal, una verdad a todas luces, no tiene… ni porque ser la Verdad verdadera, ni porque funcionar para el resto de las personas, mucho menos a un niño o niña. Lo que para nosotros es lo lógico, lo racional, (y puede que sí lo sea), no tiene que serlo para otra persona, y no por eso ese individuo está equivocado.
Debemos aprender a entender más otras realidades, incluso las que no nos agradan. Es la única forma de transformarlas, enfrentarlas, invalidarlas, o simplemente, respetarlas.
Tenga un buen domingo en familia, o con quienes ama, estén o no en su mismo espacio temporal.
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