Por Roberto R. Dávila Cabrera
Tantos hechos cotidianos ocurren sin que le demos atención a su valor y alcance que merece la pena socializar algunos.
El problema de los salideros de agua potable, de aguas negras o albañales, es algo tan cotidiano que para muchos pareciera que nos adaptamos a vivir con ellos.
Más, cuando el asunto se plantea en asambleas y despachos con los delegados o con funcionarios de los organismos estatales que están responsabilizamos con su solución, que en muchos casos no llega o demora en el tiempo por falta de recursos materiales, financieros y humanos.
Muchos ejemplos se pueden exponer de buenas intenciones de resolver, con malos resultados en su reparación, que no es lo que hoy quiero socializar.
He podido vivir experiencias en que ante la buena intención de algunos vecinos para hacer algo y resolver ha llevado que funcionarios llamen la atención en que eso no lo deben hacer, incluso amenazando con poner multas por ello.
Y quiero hablar y socializar hoy el ejemplo que ya es parte de la vida cotidiana del Consejo Popular donde resido.
Con la acción unida y mancomunada de los delegados y vecinos de las comunidades y con todas las autorizaciones necesarias, se inició y está en marcha el proceso de reparación de los salideros, con recursos propios, trabajo voluntario de los vecinos que sin cobrar un centavo, enfrentan las tareas desde hace ya un buen tiempo.
Y hacerlo no solo en vías secundarias, sino en una principal como la calle 100 o San Francisco, donde el agua potable se mantiene en derrames permanentes cuando se distribuye el preciado líquido, solo es posible por la disposición e ingenio de quienes se han volcado a las tareas necesarias para resolver el problema.
Quedan asuntos que resolver y eviten trabas burocráticas para poder seguir cumpliendo con la Iniciativa.
Hoy visite a uno de los grupos de voluntarios que estaban trabajando y me contaban que llegó un inspector del organismo que autorizó hacer los trabajos, y les dijo que tenían que parar o tendría que multar.
El agua no llegó al río, se aclararon las cosas y se sigue trabajando.
El ejemplo de muchos que hacen por resolver los problemas sin que medie el dinero como medio de pago, frente a nosotros, dice mucho de los valores de este pueblo revolucionario, demostrando que la mejor manera de decir es hacer, y que cuando se quiere se pueden buscar soluciones, a pesar del bloqueo, la falta de piezas y recursos, porque contamos con el principal: la conciencia del hombre actuando voluntariamente.
Socialicemos estos ejemplos que demuestran cuánto se puede hacer, cuando hay voluntad y disposición para hacerlo, cuando hay sensibilidad humana sobre los problemas que nos afectan a todos.
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