Por Alejandro Sánchez
Seguir el hilo de los sucesos es complicado. Sobre todo porque parecen y aparecen muchas noticias, demasiadas, cuando los eventos en verdad son pocos: el Mundo cambiando a otro tipo de gobernanza global.
De 1945 a 1991, el llamado Mundo Bipolar dividía el escenario en zonas de influencia norteamericana y soviética. Europa entró en un bucle de autodestrucción desde el Plan Marshall que aún perdura. Por el otro lado, China prefirió hacer su propio camino. Entonces ni era rival para Estados Unidos, ni aliado para la URSS.
De 1991 a 2022 (fecha esta, aleatoria), Estados Unidos se vio como Hegemón Mundial, lo que al decir de Fidel, aceleraría su destrucción. Sin la URSS ya el imperialismo no tenía que "fingir", podía mostrar su verdadero rostro.
¿Qué pasó en Riad?
Si nos limitamos a la narrativa occidental y de la más rancia izquierda mundial que no ha logrado ninguna revolución, una repartición imperial.
Es sorprendente como la prensa mainstream coincide, punto por punto, con la izquierda más radical latinoamericana, el marxismo cultural de cuño estadounidense y el socialismo sorista paneuropeo.
Se han atado conclusiones y hechos, sin una análisis dialéctico de cada fenómeno, llegando a veces a una simplificación alucinante:
Estados Unidos, repentinamente, o por mandato divino de un Trump revolucionario y antiestablisment (lo que es más enajenante y ridículo), decidió voluntariamente un gobierno aislacionista y reduccionista y en virtud de sus magníficas relaciones con Putin y Xi, les propuso "administrar" el mundo como los triunviros romanos.
El canje Siria-Ucrania es parte de ese negocio entre imperialistas, como ¿lo serán? Cuba, Venezuela, Nicaragua, o alguien más, ¿no?
¿Dónde están las declaraciones rusas y chinas que avalen eso? ¿En algún momento la prensa oficial de esos países ha tratado esos términos?
Rusia solo ha hablado de no ser cercada, de no ser agredida a través de procesos de desestabilización en sus fronteras y entorno histórico que se remontan a apetencias europeas de hace siglos. China defiende su proyecto de Asociación de Futuro Compartido. Si son imperialismos similares al yanqui y el europeo; ¿por qué África, Asia y parte de LatAm, parecen tan dispuestas a cambiar de metrópoli?
¿Son rejuegos imperiales los de Estados Unidos y Rusia, y no los que sostuvieron con la URSS, solo porque esta era comunista? (Y no pregunto a los académicos antisoviéticos cubanos. De esos sé la respuesta).
¿Qué fueron los movimientos de liberación de los 60, 70 u 80, sino parte de un juego geopolítico? ¿Era entonces ese rejuego menos imperialista porque la URSS lo hacía en nombre del proletariado mundial? ¿Qué fue la Crisis de Octubre? Dejémoslo ahí.
En Riad, Estados Unidos fue a firmar su rendición, a solicitar una tregua pues, sencillamente, no puede más.
Esta afirmación no es resultado de mis más profundos deseos, sino el discurso de las propias élites conservadoras y neofascistas que administran ahora el desplome norteamericano, de la desairada Europa, y de cualquier analista con un mínimo de objetividad y medianos conocimientos de geopolítica.
Cuando en 2023, a la puerta del Palacio de Gobierno del Kremlin, Xi y Putin se despedían sonrientes y exclamaban (para las cámaras), "se viene un cambio", no expresaban una aspiración, declaraban un hecho. Antes y después de Riad, el "por ahora" Secretario de Estado yanqui lo reconoció.
Ha sido el crecimiento de Rusia, China; en un segundo orden, India, Brasil, Turquía, Indonesia, Tailandia, con recursos naturales que ya no regalan para la mayor gloria de Occidente, sino que industrializan y venden, quienes han trastocado el orden impuesto en 1991.
Las próximas semanas serán decisivas. Rusia no tiene apuro en negociar a la baja las acciones en Bolsa de su victoria. Por supuesto que su economía y población preferiría un alto, pero ¿es esa su prioridad?
Sus empresas, mercado y moneda se están revalorizando. Toda su matriz de desarrollo industrial y social se está replicando en el Extremo Oriente. Lo que en un momento fue destino de deportados, ahora se está volviendo el centro del comercio mundial.
El frente en Ucrania se desmorona, y es ahí donde está asestando los golpes de gracia a Estados Unidos y Europa. Ambos quieren parar antes de que colapsen, pues necesitan para retardar eso, recuperar algo de su inversión.
Sea con "tierras raras" que ahora no aparecen en ningún mapa; con los campos de cereales, con la reconstrucción, los puertos en el Mar Negro, o con unas fronteras que les permitan intentar desestabilizar a Rusia algo más adelante, pero algo tienen que ganar. El problema está en que esas ganancias se encuentran en las tierras de Novorrosiya, sobre las que no dejan de avanzar los rusos. Por eso tanto apuro por pararlos o que Ucrania negocie.
Ayer Rusia cruzó la frontera nacional en la dirección Kursk-Sumy, y lanzaron uno de los mayores ataques contra Odessa, "una ciudad más rusa que Moscú".
Kiril Dmitriev, presidente del mayor fondo de inversión ruso, (a propósito, estatal) y participante en las negociaciones en Riad dijo que se esperaba un acuerdo concreto en 2 o 3 meses.
Mientras Trump y su camarilla siguen intentando encantar a Putin con villas y castillos, los rusos van a lo suyo. Lavrov comparte en Sudafrica con su homólogo Wan Yi lo que pasó en Riad, y el inquilino del Kremlin se reunirá con su par yanqui, y hasta lo invitará a la Plaza Roja el 9 de mayo para que contemple el desfile victorioso del Ejército Rojo con la bandera de la Victoria, una adornada con la hoz y el martillo, por si no se acuerdan.
El papel de peón que tanto preocupa a algunas izquierdas, más pareciera conciencia real de su propia condición de inferioridad e incapacidad para usar las armas y principios marxistas que dicen defender. En algunos casos incluso pareciera tristeza por la suerte de su amo yanqui.
Cuando existen convicciones no puede haber dudas. Recuerden que en el ajedrez, son los peones las únicas piezas intercambiables por otras. En su capacidad de perseverancia, resistencia y superación radica su verdadero poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sea educado. No insulte ni denigre.