martes, 10 de junio de 2025

Las Memorias de Daniel: El drama de los desconectados




Por Raúl Antonio Capote. / Tomado de https://www.facebook.com/raulantoniocapote
En el año 1966, en un acto en la escalinata de la Universidad de La Habana, Fidel advirtió: «no formemos en las aulas a generaciones de cubanos desconectados de la realidad del país», personas que desconozcan los sacrificios que cuesta hacer una revolución socialista, en las condiciones en que Cuba tiene que llevar adelante su proyecto de justicia social, económica y política.
Los revolucionarios cubanos son reconocidos en el mundo por sus valores humanos, por su patriotismo, entrega y solidaridad, por ser hombres y mujeres capaces de cualquier sacrificio en aras del bien común; ese es uno de los grandes logros de la Revolución.
Sin embargo, existe un sector de la población que se caracteriza por una superficialidad que asusta, gente convencida de que lo merece todo, de que el resto del país y el Estado existen para satisfacer sus delirios, sin ellos aportar nada o casi nada.
Para esos coterráneos, por ejemplo, la guerra económica de Estados Unidos contra Cuba es un invento de la dirección del país, para justificar supuestos o reales errores y desaciertos. Mencionar el bloqueo delante de ellos es «ganarse», en el mejor de los casos, una sonrisa burlona o un gesto de sorna.
No hace mucho escuché decir a un muchacho –mientras esperábamos que apareciera algo de transporte para regresar a la casa– que pensaba irse a vivir a cierto país del Pacífico sur, pues un amigo le había asegurado que allí se vive muy bien.
Una muchacha que le acompañaba le preguntó cómo viviría en un lugar del que no conoce idioma y costumbres; en el cual, además, no tiene familiares ni conocidos.
Entonces respondió muy seguro: «en ese país, la gente bota los refrigeradores, los colchones, los muebles nuevos en la calle». Sencillamente, él recogería lo necesario y viviría en una casa pequeña, hasta que aprendiera el idioma, y luego montaría un negocio de ropa deportiva.
Existen casos más complejos. Abundan los opinólogos que jamás han visitado las páginas de un libro, y otros que lustran su barniz cultural con frases aprendidas al vuelo o tomadas de las redes sociales digitales, incapaces de cualquier esfuerzo que no les reporte satisfacer su ego y su comodidad.
La labor del enemigo no es ajena a este fenómeno de los desenchufados. Una intensa campaña mediática, una guerra cultural y cognitiva sin precedentes en la era moderna ha sido ejecutada y se ejecuta contra Cuba.

Pero no podemos eludir los fallos que han conducido a que crezca entre nosotros ese ser sin atributos, que pasa de todo, ignorante, presuntuoso, venerador de objetos, el homo frivolus de la sociedad de consumo.
El socialismo solo puede ser obra de personas conscientes. Vivir en Cuba bloqueada suele ser azaroso, pero mantenemos la confianza en la Revolución, porque sabemos que, con todos los obstáculos y pese a ellos, hemos construido un país diferente.
Tenemos conquistados derechos que son un sueño para muchos en el mundo; trabajamos en comunión, sin distinciones que son flagelos en otras sociedades; y lo hacemos porque creemos en nosotros, en quienes nos acompañan, y somos mayoría los hombres y mujeres de esta tierra que no se resignan a ser objetos, meras cosas, mercancías.

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