domingo, 26 de octubre de 2025

Notas de lectura: The Fish Is Red


  

Claves de un libro para entender el bloqueo a Cuba como una guerra económica encubierta

Para comprender la verdadera naturaleza y el alcance de la política hostil de Estados Unidos hacia Cuba, una lectura esencial es The Fish Is Red, de los periodistas estadounidenses Warren Hinckle y William W. Turner. Esta obra, basada en años de investigación y cientos de entrevistas a exagentes de la CIA, figuras de la mafia y exiliados, desvela que, más allá de los intentos de asesinato y la invasión de Bahía de Cochinos, Washington libró una guerra económica secreta y multifacética. Aunque los autores emplean el término "embargo", las operaciones que describen ofrecen los elementos para definirla sin duda como un bloqueo destinado a estrangular toda la economía de la isla, una política que no solo ha persistido sino que se ha recrudecido con el tiempo.
La ofensiva, enmarcada en el llamado "Proyecto Cuba", incluyó tácticas que van más allá de cualquier medida comercial convencional. Una de las más directas fue el sabotaje industrial y agrícola. Como relatan Hinckle y Turner, "la fuerza aérea de la agencia consistía en gran parte en bombarderos B-26 reacondicionados volados por pilotos de fortuna en redadas itinerantes contra objetivos cubanos como ingenios azucareros, campos de caña, instalaciones de almacenamiento de petróleo y plantas eléctricas". Estos ataques militares encubiertos buscaban paralizar los pilares productivos de la nación y generar caos y escasez entre la población.
La estrategia se tornó aún más siniestra con la incorporación de la guerra biológica y medioambiental. El libro documenta cómo se modernizaron las maquinaciones "con la adición de la guerra biológica (introduciendo la peste porcina africana en el ganado cubano) y la guerra meteorológica (siembra de nubes para precipitar lluvias diluvianas para arruinar la economía agrícola de Cuba)". Estas operaciones, que rayan en el terrorismo, tenían como objetivo diezmar la producción de alimentos y crear hambre y desesperación, una clara evidencia de la voluntad de traspasar todo límite ético.
En el ámbito financiero, la CIA no dudó en recurrir a métodos criminales, como una masiva operación de falsificación de moneda. Los autores narran que, "en una trama tipo Goldfinger para socavar la economía cubana con moneda falsa, la CIA permitió que una banda de falsificadores montara su taller en una casa de la calle Treinta y Dos en Georgetown, al lado de la casa del director de la CIA, Allen Dulles". El objetivo de inundar el país con pesos falsos era desencadenar una hiperinflación, destruir los ahorros de los ciudadanos y minar la confianza en el gobierno.
Este bloqueo financiero y comercial se ejecutó de forma agresiva. Aunque el "embargo" era la ley pública, el "Proyecto Cuba" fue, en palabras del libro, "un programa excesivo de guerra clandestina, aventuras militares improvisadas, sabotaje y subversión política y económica". Esta subversión incluía presionar a terceros países y empresas, interceptar suministros esenciales y sabotear barcos mercantes, acciones destinadas a aislar completamente a la isla de los flujos económicos globales.
Finalmente, estas operaciones se complementaban con campañas de desinformación psicológica. Desde estaciones de radio clandestinas, la CIA transmitía noticias falsas sobre la economía cubana, inventando devaluaciones monetarias o escaseces catastróficas. El objetivo era claro: sembrar el pánico y la desconfianza interna para erosionar el apoyo al gobierno desde dentro.
La guerra económica secreta descrita por Hinckle y Turner no es una reliquia del pasado. Estas operaciones encubiertas sentaron un precedente para una política de bloqueo que se ha mantenido y intensificado durante más de seis décadas. Lejos de ser una simple barrera comercial, el bloqueo es una estrategia integral de asfixia económica que continúa aplicándose con rigor hoy en día, demostrando que la guerra silenciosa contra Cuba, en muchas de sus facetas, nunca terminó.

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