Les juro que tenía algo preparado para la crónica de hoy pero las cosas de la vida... nada, no me senté a escribir la idea cuando me vino a la mente y luego... tantas cosas.
Por suerte mis hijas siempre están ahí para tirarme un cabo.
Pues resulta que por determinadas razones ellas quedaron a mi único cuidado desde hace varios días y como es lógico la más pequeña echa mucho de menos a la madre. La mayor se lo tomó un poco más filosóficamente y solicitó comenzar a dormir sola, no nada más en cama aparte sino también en su propia habitación. Y he aquí que anoche la menor fue hasta el otro cuarto para decirle a su hermana que quería dormir con ella. Esta le respondió que estaba bien pero solo una hora pues ya era grande y tenía que aprender a dormir sola.
Su lógica era aplastante pero la de su hermanita era que; ausente la madre, también la "abandonaba" otra persona querida.
Al rato, yo le expliqué a la mayor el porqué del pedido de la benjamina y asintió: está bien, voy a dormir con ella.
Todo es una cuestión de perspectiva. Cada quien, por más cercanos que seamos, incluso cuando queremos mucho al otro, tiene lecturas del mundo distintas, de los sentimientos, de las necesidades materiales y afectivas. Y estas van cambiando con el tiempo, con nuestras experiencias. A veces necesitamos que un tercero nos ayude a ver.
Por más que algunas de esas lecturas sean equivocadas o hagan daño a otros, no dejan de ser igual de válidas; injustas, crueles, equivocadas, egoístas, es verdad pero... ahí están.
No crean que eran pocos los temas de los que se podían hablar hoy pero no es el espacio. Reflexiones sobre cómo la gente actúa, o interpreta las situaciones que estamos afrontando los últimos acontecimientos o noticias, ya sobran y al final, no dejan de ser muy diferentes de las causas que también generan el dilema de mis hijas.
Tengan buen domingo.
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