sábado, 15 de noviembre de 2025

La trampa de sentido: cómo las redes sociales distorsionan la solidaridad

 Por  Ernesto MJ.

El Estado ha movilizado todos sus recursos, incluidos sus dirigentes, para canalizar la ayuda y dirigirla hacia donde más se necesita. Evacuó a más de 700.000 personas y las ha estado atendiendo a pesar de sus limitaciones objetivas. Sin embargo, según algunos "influencers" —término en inglés que parece sonar más moderno—, la gran movilización ha sido obra de la sociedad civil. Sí, esa palabra tan del gusto de soristas, "socialistas" woke, socialdemócratas y otros engendros.

Si uno mira las redes sociales, gracias a los algoritmos, parecerá que el Estado está de brazos cruzados o se muestra indiferente, y que los héroes son aquellos que monetizan y administran ayudas con comida y leche, entre bombos y platillos mediáticos. En las redes, convierten en fanfarria cada acto de solidaridad, mostrando sin el menor resquicio de ética las reacciones emotivas de quienes reciben la ayuda. Así se construye una realidad alterada donde el héroe es el que vive de likes y reacciones, dando solo una fracción de lo que obtiene con semejante espectáculo.

Esto constituye una trampa de sentido: ¿quién se opondría a qué se ayude a personas que pasan por momentos difíciles? ¿Quién objetaría la ayuda a niños y ancianos? Pero, al convertirse en un espectáculo para monetizar, pierde todo altruismo y se transforma en un acto más de explotación de los vulnerables, en beneficio de las plataformas y los "famosos influencers", quienes exponen sin pudor a quienes atraviesan situaciones muy complejas.

Detrás de estas campañas hay una intención clara: minimizar o negar la acción estatal, mientras se exalta y viraliza una caridad focalizada en la humillación, con guiones de novela de quinta categoría. Prestarse a tales trampas es un acto hostil y descarado. Enmascarados en una supuesta solidaridad, ganan miles de seguidores que luego reportan innegables beneficios económicos.

La Revolución tiene una historia encomiable en la prevención de pérdidas humanas y en el socorro, desde sus inicios. Ninguno de los ciclones que nos han afectado ha encontrado a Cuba sin la respuesta combativa de su pueblo y sus autoridades. Y si se han cometido errores, ¿quién, en momentos caóticos, no los tiene? Lo que prevalece es una historia de más de 60 años luchando contra huracanes y sus efectos, a pesar del bloqueo. ¿Por qué estos personajes "caritativos" de las redes, empezando por "la familia cubana", no denuncian el infame bloqueo que tanto daño hace a nuestro país, partiendo de la economía o el cerco mediático que singulariza nuestros problemas? Muchas de estas situaciones son típicas de países pobres, incluso de muchas naciones que no están siquiera bloqueadas ni agredidas mediaticamente.

Todos estos caritativos influencers, como papagayos entrenados, repiten que "no se trata de ideología", cuando a ellos los mueven intereses que la ideología explica sobradamente. Todos nuestros problemas tienen una raíz ideológica: si Cuba no fuera un país socialista, si no hubiera triunfado aquí una revolución socialista la agresión sería diferente. Por lo tanto, la agresión debe explicarse desde lo ideológico, desde lo humano y su capacidad para generar y transformar ideas en realidades, para luchar y defender unas ideas mientras se resisten y combaten otras.

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