jueves, 27 de junio de 2024

Pensemos como país, como nación, y no como gremio

Por MSc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera

Una de las fortalezas fundamentales de la Revolución y del país, que nos ha permitido llegar hasta hoy con conquistas individuales y sociales indiscutibles, ha sido la labor en el campo de la defensa y su carácter esencialmente voluntario. 

En mis años juveniles, más siendo casi un niño, después de participar en otra tarea voluntaria de gran significación para el futuro como fue la Campaña Nacional de Alfabetización, me vi en la disyuntiva del momento histórico, estudiar o dar el paso al frente para defender la Patria y la Revolución. 

No fui yo solo, fuimos miles los que nos vimos en tal situación, desde estudiantes universitarios, de nivel medio, sexto grado, o el nivel cultural que se tuviera, incluso miles que no tenían niveles culturales escolares. 

Y la respuesta fue masiva, dejamos las aulas los que tuvimos que hacerlo, otros continuaron estudiando, y solo con el paso de los años, con las posibilidades que fue creando la propia revolución, los que dimos ese paso tuvimos entonces condiciones para continuar estudiando y hacernos profesionales o no, pero sí alcanzar niveles culturales superiores a los que no teníamos. 

En aquellos años no existía el Servicio Militar, eso surgió después con los pasos organizativos que fueron dando las instituciones de la Revolución. Aun normando legalmente la responsabilidad de cada ciudadano en la defensa de la Patria, porque hay una ley vigente desde entonces al respecto que parece algunos olvidan hoy, se desarrollaron principios para el cumplimiento de ese deber que hacen de nuestro sistema defensivo una potencia. 

Miles de cubanos cumplimos misiones internacionalistas, militares y civiles, calculo que cerca o más de medio millón. Y había que estudiar cuando se podía. Esto no surgió de golpe, porque a alguien versado o instruido se le ocurriera. Es tradición desde nuestras guerras de independencia, de los que después se incorporaron a la lucha en la Sierra, el llano o la clandestinidad luchando contra una sangrienta tiranía que tronchó la vida de más de 20,000 cubanos. 

Tengo todo el derecho a pensar, que los que hoy han tenido las posibilidades de transitar por aulas universitarias creadas ampliamente por la Revolución Socialista, lo pudieron hacer porque otros se sacrificaron antes para que ellos pudieran hacerlo. 

Y tengo que preguntarme si los enemigos del socialismo y su revolución se acabaron en Cuba, porque parece que la necesidad de defender la nación primero que cualquier otra cosa ya no existe, por lo menos en algunos que escuchado o leído en las tribunas de la Unión de Periodistas de Cuba, UPEC. 

Y de paso recordar que la Constitución aprobada por el pueblo de Cuba dice textualmente que en los medios mantendrán un carácter social. Podrán hacerse los cambios necesarios económicos, tecnológicos, salariales, todo lo requerido para los tiempos que corren, pero manteniendo ese precepto legal, que expresa la voluntad de la nación. 

Recuerdo el momento en que se debatía el proyecto de ley de Comunicación Social, que me obligó a redactar un artículo recordando que el espíritu gremial de la prensa no expresa las necesidades e intereses de toda la nación. 

Necesidades como las que tiene el gremio las tienen todos los sectores económicos e instituciones; y más que todo, el pueblo, los ciudadanos en particular, no solo los jubilados o pensionados de la prensa, porque hay muchos otros miles en iguales o peores condiciones, y es el gobierno de la nación quien tiene que enfrentar la solución, casi sin recursos para hacerlo, y lo hace como puede en las circunstancias actuales. 

Pensemos como país, como nación, y no como gremio. 

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