domingo, 2 de junio de 2024

Aquel 20 de mayo de 1902: Preguntas y respuestas (I)


Caricatura del 1901, señalando lo que luego fue más obvio.

Por MSc. Roberto Reinaldo Dávila Cabrera

Acabo de leer el artículo de Fabio E. Fernández Batista publicado el 28 de mayo de 2024, como presunta respuesta científica desde el punto de vista histórico respecto a la fecha del 20 de mayo de 1902, que se ha sostenido y sostiene en las redes sociales y otros medios de divulgación. Lo que ha publicado me provoca muchas preguntas, algunas con respuestas, otras no.
Coincido con su enfoque donde afirma que la Historia como disciplina del conocimiento siempre es un campo de batalla, pero habría que explicar por qué. ¿Es la ciencia social, cualquiera que sea la disciplina de que se trate, ajena a los intereses de clase? ¿Quiénes investigan y escriben, en base a la llamada objetividad científica, lo pueden hacer al margen de los intereses de clase?
El surgimiento y desarrollo de las revoluciones sociales, como bien demuestra Marx en su obra económica cumbre “El Capital”, es resultado de una ley histórica que, supongo, un historiador debe dominar en su esencia. La ley denominada el motor de la historia, la ley de la lucha de clases, que en su esencia fundamenta las contradicciones entre el carácter privado de la apropiación de los resultados del trabajo y el carácter social de la producción.
Esto no excluye el análisis de otras causas presentes para hacer aparecer esas revoluciones, que también son contradicciones manifestadas en la ideología, la educación, la cultura y otras esferas de la actividad subjetiva del hombre.
La Revolución Cubana no es una excepción de la regla, es resultado de esas contradicciones en nuestras condiciones. Y esa parte de la historia cubana la realizó no sólo una guerrilla o ejército en las lomas de Cuba, en los llanos y la clandestinidad, sino de todo un pueblo mayoritario junto a su dirección revolucionaria.
Las visiones sobre el pasado tienen como fundamento también el interés de clase. El que hoy se sitúen fotos del ayer capitalista en todos los medios posibles para tratar de demostrar un bienestar nacional muy superior al de hoy, no es añoranza. Es tratar de edulcorar un pasado que la Revolución transformó para bien de los cubanos que antes eran explotados por los dueños de las instalaciones que nos muestran en las fotos.
Resulta que este académico si toma en cuenta “la clase o grupo empoderado”, pero, extrañamente, con conceptos propios del discurso enemigo; “Historia Oficial”, como si existiera otra. O sea la Historia Oficial, es manipulada políticamente; hay falta de flexibilidad, maniqueísmo, simplismo, destacando que la política se enseñorea sobre el rigor histórico. Un fenómeno que, nuestro profesor, reitera se hace más notable en los procesos revolucionarios, ya que el nuevo universo necesita presentar al antiguo régimen derrotado como la suma de todos los males, para certificar la culpabilidad del mundo de ayer.
Nuestro profesor reconoce la buena historia escrita por reconocidos historiadores cubanos, pero la coletilla final de la afirmación es “…en paralelo cobraba vida un recuento panfletario de lo que habíamos sido”, afirmando también que “resulta cuestionable que después de tantos años todavía no se hayan encontrado en Cuba los caminos para flexibilizar la recreación del pasado que se difunde masivamente entre la ciudadanía”.
No esclarece ni plantea claramente cuál es el recuento panfletario. Me pregunto; ¿por qué es necesario “flexibilizar la recreación del pasado”? ¿Será que la Historia puede adaptarse como un guion de película?
Lo necesario es investigar la Historia con todo el rigor clasista que se necesita, para que no queden dudas sobre lo que él llama Historia Oficial.
El autor generaliza y afirma que el proceso de renovación con fuerzas jóvenes del campo historiográfico, establece una notable deferencia entre la historiografía contemporánea y el discurso histórico. Hay muy buenos ejemplos de historiadores serios, profundos, científicamente avalados, jóvenes, que no comparten las visiones del renombrado profesor, y tienen otros resultados, pienso entre otros factores, debido a la esencia clasista en favor de los intereses nacionales, de la Revolución.
Nuestro profesor afirma; “la existencia de insuficiencias en la narrativa oficial, mientras a través de Internet y otros mecanismos los cubanos consumen una versión diferente de la historia nacional, una que como norma está definida por colocarse en las antípodas ideológicas del relato conformado por el poder vigente en la Isla”.
Este es el contenido esencial de la primera parte del artículo. Tiene otras, a las que habré de referirme. Pero ya desde esta primera parte, ajustándome al título de este artículo, me pregunto:
¿Cuáles son los intereses de clase que defiende nuestro autor? ¿Cómo se define?
¿Por qué utilizar la base conceptual que utilizan los enemigos del pueblo cubano y no los elaborados por nuestros historiadores para explicar los resultados de investigación histórica?
¿Puede la Historia estudiarse y explicarse al margen de la política y el ejercicio del poder?
¿Para quién o quienes es necesario “flexibilizar la recreación del pasado”? Cuando en realidad lo necesario es investigar la Historia con todo el rigor clasista para que no queden dudas sobre lo que este autor llama Historia Oficial
¿Es la versión de Internet sobre la Historia de Cuba que consumen sus usuarios, la real y verdadera?
¿El poder vigente en Cuba es el poder que ha permitido que Fausto sea un Historiador, un científico? ¿Es su poder, o como parece ser, otro? ¿Es el poder que ha creado el sistema nacional de educación, de universidades, de centros científicos, y otros muchos logros en otros sectores, el poder de Fausto?
Son muchas las preguntas que se generan, muchas sin repuesta por el momento. Pero la vida, aunque no siempre es científica, en un día detrás de otro, siempre las da. Que el debate abierto dé los mejores frutos para el país, es lo que deseo.

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