Nota del autor: He publicado este artículo varias veces, y de nuevo lo hago hoy. Este ejercicio requiere, para no perdernos en un campo de lechugas, seriedad, investigación, estudio, veracidad, convicción de hacer con ella el bien de todos los que nos rodean. Es un derecho y un deber, es una alta responsabilidad que exige mucha objetividad y dominio de la realidad y el conocimiento del movimiento de la realidad, para no pecar del subjetivismo que traiciona los sentidos y los sentimientos, y que nos hace correr el peligro de la injusticia en nombre de tergiversaciones conscientes o inconscientes. Incluso, de servir en bandeja a los enemigos hasta lo más sagrado.
No es sólo ejercerla con rigor y responsabilidad en nombre y en defensa de aquello en lo que se cree, sino saber asumir la responsabilidad que implica utilizarla por intereses mezquinos.
La crítica
Por Roberto R. Dávila Cabrera.
Después de más de 63 años de revolución, que implican trabajo de formación y educación en sus distintas variantes, pensaba que algunas formas de la inmadurez humana en torno a la crítica habían pasado y que en las condiciones actuales fenómenos frecuentes en los primeros años de revolución ya habían pasado al olvido. Gran equivocación.